El ministerio griego de Deportes decidió este jueves cancelar la Copa de Grecia de fútbol esta temporada por los incidentes violentos que motivaron el miércoles la interrupción antes del final de la ida de semifinales entre PAOK Salónica y Olympiakos.

Debido a disturbios “del orden público y de la paz social” en ese partido, “decidí la cancelación definitiva de los partidos de la Copa de Grecia, como está previsto por la ley”, anunció el jueves el viceministro de Deportes, Stavros Kontonis. Inicialmente, una portavoz gubernamental había señalado que la competición quedaba aplazada a la espera de un anuncio del ministro al respecto.

Quedaban teóricamente cuatro partidos de la competición por disputar este curso: la vuelta entre Olympiakos y PAOK, los dos duelos de la semifinal AEK Atenas-Atromitos y la final.

El viceministro criticó además la elección de los árbitros y pidió a la Federación que dé “respuestas significativas y que deje de fingir que está afectada”.

“El gobierno observa con atención los acontecimientos recientes y los que no se tomen en serio nuestras acciones deben saber que no dudaremos en ir más lejos”, añadió Kontonis, abriendo así la puerta a una suspensión de la Super League, el campeonato de la primera división local, si los incidentes violentos continúan.

Batalla en Salónica

Unas horas antes, el PAOK había indicado que no quería desplazarse a El Pireo para el partido de vuelta ante Olympiakos, a menos que se designara un árbitro extranjero.

En la ida, cuando el Olympiakos ganaba 2-1 en el minuto 89, el árbitro envió a todo el mundo al vestuario por la invasión del terreno de juego por hinchas del PAOK, a la vez que se arrojaban al césped bengalas y botes de humo.

Antes de eso, el entrenador del Olympiakos, Marko Silva, había sido alcanzado por un vaso de plástico lleno de agua, lanzado desde la grada. La policía había procedido a tres detenciones por peleas.

La violencia es un problema recurrente en el fútbol griego. En marzo, una ley fue aprobada para lucha contra ella y contempla principalmente la cancelación de competiciones deportivas en caso de incidentes violentos.

El año pasado, la liga griega quedó interrumpida también por incidentes violentos protagonizados por hinchas.

Este año, un aficionado del Atromitos fue apuñalado después de un partido contra el AEK, mientras que el Panathinaikos fue castigado con jugar varios partidos a puerta cerrada, sin su público, y con el pago de casi 300.000 euros en multas por incidentes en sus tribunas.

El 21 de noviembre, el gran duelo entre Panathinaikos y Olympiakos quedó suspendido tras enfrentamientos en los alrededores del estadio dos horas antes del derbi y después en el estadio, a diez minutos del inicio.