¿Escribiste un libro? 9 consejos antes de firmar con una editorial

Gojko Franulic | El Definido
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¡Felicitaciones! ¡Finalmente lo hiciste! Pusiste las teclas donde ponías la boca y escribiste ese texto sobre el que venías transmitiendo hace meses, sino años. Le tapaste la boca a todos esos que decían que no lo lograrías. Bien hecho.

Ahora viene el momento de publicarlo y, para tu fortuna, una editorial mostró interés en ser la que lo lleve al mercado; incluso te prepararon un lindo contrato “estandar”, así que ya solo queda firmar y partimos rumbo al estrellato, ¿cierto?

¡No tan rápido, muchachito(a)! Como en cualquier situación donde debas estampar tu firma en un documento, más vale que entiendas lo que estás aceptando, porque, digámoslo en buen español, te podrían estar cagando.

Habiendo publicado ya cuatro libros y siendo amigo de varios otros que han hecho lo mismo, algo he aprendido sobre esto del mundo editorial y aquí te comparto algunos consejos para tener en cuenta antes de amarrarte por años a un contrato.

1. ¿Cuánto me deben pagar por libros impresos?

Partamos por lo básico de lo básico: los derechos de autor. En Chile, la ley de propiedad intelectual (que puedes leer aquí) es prístinamente clara. Al autor de una obra impresa que sea publicada por una editorial, le corresponde como mínimo un 10% del valor de venta a público de la misma, antes de impuestos. Esto, obviamente, aplica para las obras que se hayan efectivamente vendido, no al total que se haya impreso.

¡No aceptes que te ofrezcan menos que eso! Y ojo que es el valor de venta a público, no a la librería o distribuidor, que es significativamente menor. Así que si un libro cuesta $10 mil antes de impuestos, a ti te tocan $1.000. Como el valor de venta a público es muy variable y lo determina libremente cada librería, en general se considera para el cálculo del derecho de autor, el “precio de lista” que es el precio de venta sugerido por la editorial.

Aquí no hay excusa que valga: ni que “la ley está obsoleta”, ni que “lo estandar es otra cosa”, ni que “eso es para autores grandes”, ni que “es muy complicado, porque cada librería cobra lo quiere”. No. Si te dicen eso, te están viendo la cara, y no te conviene firmar tratos con gente que te intenta engañar de entrada. Búscate otra editorial.

2. ¿Y por libros digitales es lo mismo?

No. Si estamos hablando de obras digitales (libro digital), puedes ponerte más exigente. Si bien la ley no fija un valor distinto para este formato, hay que entender que en el caso de obras digitales, la editorial se está ahorrando costos de impresión, bodegaje y despacho, por lo que hay mayor margen de ganancia (la diferencia entre costos y precio de venta) para ella, y por lo tanto, es justo que los comparta contigo. Lo correcto, entonces, es que para este tipo de ediciones te ofrezcan un pago mayor por concepto de derecho de autor. Al menos hasta donde he podido averiguar, este valor es de 20 a 25%.

Por otro lado, las barreras de entrada para este tipo de edición son tan bajas, que deberías preguntarte seriamente si siquiera necesitas una editorial para esto, pues bien podrías hacerlo tú mismo y embolsarte un porcentaje mayor del valor del libro.

3. ¿Con qué frecuencia me deberían pagar?

Por ley, mínimo una vez al año deben hacerte una “liquidación de derechos de autor”, que implica no solo el pago de los libros vendidos, sino también un informe con el detalle de: los libros que se imprimieron; la cantidad vendida; el saldo disponible en bodegas, librerías, depósito o consignación, la merma (aquellos que se dañaron y no se pueden vender), además de cualquier venta especial. Y, obviamente, cuánto le corresponde al autor por dichas ventas. Todo esto debe estar estipulado en el contrato.

4. ¿Cómo sé que me están diciendo la verdad en los informes que me entregan?

Lamentablemente, no puedes saber (al menos, no sin hacerles una auditoría o que voluntariamente te den acceso a sus registros). Las librerías por política no le dan al autor los datos de venta de sus libros y cada una se administra de forma independiente, incluso cuando forman parte de la misma cadena; no hay forma de controlar las ventas que la editorial ha hecho por su propia cuenta en ferias; tampoco, en muchos casos, es siquiera posible verificar el tiraje efectivamente impreso.

Me temo que no pocos autores que conozco han pillado a sus editoriales mintiéndoles o, por lo menos, entregando datos… digamos, curiosos. Por eso, lo mejor es averiguar la reputación de la editorial en la que te vas a meter antes de firmar; cultivar una buena relación con ellos para que sean abiertos y transparentes contigo; y ser muy riguroso con la exigencia de tus liquidaciones en las fechas correspondientes y con informes completos, que puedas guardar y comparar con la información que manejas tú mismo.

5. ¿Me pueden pagar con libros?

Entendamos algo…

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¡Felicitaciones! ¡Finalmente lo hiciste! Pusiste las teclas donde ponías la boca y escribiste ese texto sobre el que venías transmitiendo hace meses, sino años. Le tapaste la boca a todos esos que decían que no lo lograrías. Bien hecho.

Ahora viene el momento de publicarlo y, para tu fortuna, una editorial mostró interés en ser la que lo lleve al mercado; incluso te prepararon un lindo contrato “estandar”, así que ya solo queda firmar y partimos rumbo al estrellato, ¿cierto?

¡No tan rápido, muchachito(a)! Como en cualquier situación donde debas estampar tu firma en un documento, más vale que entiendas lo que estás aceptando, porque, digámoslo en buen español, te podrían estar cagando.

Habiendo publicado ya cuatro libros y siendo amigo de varios otros que han hecho lo mismo, algo he aprendido sobre esto del mundo editorial y aquí te comparto algunos consejos para tener en cuenta antes de amarrarte por años a un contrato.

1. ¿Cuánto me deben pagar por libros impresos?

Partamos por lo básico de lo básico: los derechos de autor. En Chile, la ley de propiedad intelectual (que puedes leer aquí) es prístinamente clara. Al autor de una obra impresa que sea publicada por una editorial, le corresponde como mínimo un 10% del valor de venta a público de la misma, antes de impuestos. Esto, obviamente, aplica para las obras que se hayan efectivamente vendido, no al total que se haya impreso.

¡No aceptes que te ofrezcan menos que eso! Y ojo que es el valor de venta a público, no a la librería o distribuidor, que es significativamente menor. Así que si un libro cuesta $10 mil antes de impuestos, a ti te tocan $1.000. Como el valor de venta a público es muy variable y lo determina libremente cada librería, en general se considera para el cálculo del derecho de autor, el “precio de lista” que es el precio de venta sugerido por la editorial.

Aquí no hay excusa que valga: ni que “la ley está obsoleta”, ni que “lo estandar es otra cosa”, ni que “eso es para autores grandes”, ni que “es muy complicado, porque cada librería cobra lo quiere”. No. Si te dicen eso, te están viendo la cara, y no te conviene firmar tratos con gente que te intenta engañar de entrada. Búscate otra editorial.

2. ¿Y por libros digitales es lo mismo?

No. Si estamos hablando de obras digitales (libro digital), puedes ponerte más exigente. Si bien la ley no fija un valor distinto para este formato, hay que entender que en el caso de obras digitales, la editorial se está ahorrando costos de impresión, bodegaje y despacho, por lo que hay mayor margen de ganancia (la diferencia entre costos y precio de venta) para ella, y por lo tanto, es justo que los comparta contigo. Lo correcto, entonces, es que para este tipo de ediciones te ofrezcan un pago mayor por concepto de derecho de autor. Al menos hasta donde he podido averiguar, este valor es de 20 a 25%.

Por otro lado, las barreras de entrada para este tipo de edición son tan bajas, que deberías preguntarte seriamente si siquiera necesitas una editorial para esto, pues bien podrías hacerlo tú mismo y embolsarte un porcentaje mayor del valor del libro.

3. ¿Con qué frecuencia me deberían pagar?

Por ley, mínimo una vez al año deben hacerte una “liquidación de derechos de autor”, que implica no solo el pago de los libros vendidos, sino también un informe con el detalle de: los libros que se imprimieron; la cantidad vendida; el saldo disponible en bodegas, librerías, depósito o consignación, la merma (aquellos que se dañaron y no se pueden vender), además de cualquier venta especial. Y, obviamente, cuánto le corresponde al autor por dichas ventas. Todo esto debe estar estipulado en el contrato.

4. ¿Cómo sé que me están diciendo la verdad en los informes que me entregan?

Lamentablemente, no puedes saber (al menos, no sin hacerles una auditoría o que voluntariamente te den acceso a sus registros). Las librerías por política no le dan al autor los datos de venta de sus libros y cada una se administra de forma independiente, incluso cuando forman parte de la misma cadena; no hay forma de controlar las ventas que la editorial ha hecho por su propia cuenta en ferias; tampoco, en muchos casos, es siquiera posible verificar el tiraje efectivamente impreso.

Me temo que no pocos autores que conozco han pillado a sus editoriales mintiéndoles o, por lo menos, entregando datos… digamos, curiosos. Por eso, lo mejor es averiguar la reputación de la editorial en la que te vas a meter antes de firmar; cultivar una buena relación con ellos para que sean abiertos y transparentes contigo; y ser muy riguroso con la exigencia de tus liquidaciones en las fechas correspondientes y con informes completos, que puedas guardar y comparar con la información que manejas tú mismo.

5. ¿Me pueden pagar con libros?

Entendamos algo…

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