¿Por qué Jorge Luis Borges nunca obtuvo el premio Nobel de Literatura?

Fuente: Wikipedia
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El escritor argentino, Jorge Luis Borges, ganó un sinfín de premios y reconocimientos por su carrera literaria; sin embargo, le faltó adjudicarse el más importante de todos, el Nobel de Literatura.

Esta situación tendría su origen en la visita que habría hecho en 1976 a Chile, cuando la academia le habría pedido explícitamente que rehusara su invitación a nuestro país, para así expresar su rechazo a Augusto Pinochet. No obstante, la visita se concretó.

Considerada como inoportuna para la academia, lo descalificó del Premio Nobel para siempre. Surgiendo el histórico desencuentro entre el escritor y la institución. María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, recordó el episodio el año pasado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Ella dijo que después de una llamada de la academia sueca, donde se le habría pedido al escritor rechazar su visita a Chile por las razones anteriormente expuestas, Borges se negó rotundamente, considerando que con esa acción quizás perdía el Premio Nobel para siempre.

“Yo en ese momento lo quise más porque admiré en él algo que me enseñaron a admirar, a no traicionarse a sí mismo, no importa lo que se pierda, pero jamás traicionarse a sí mismo”, comentó María Kodama, con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Gisela Giardino (CC) Flickr

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Las razones del desprecio de la academia

Un 21 de septiembre de 1976, el mismo día en cual asesinaron al ex canciller chileno Orlando Letelier en Washigton, junto a su secretaria Ronni Moffit, Jorge Luis Borges, visitó nuestro país y recibió el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile desde las manos de Augusto Pinochet.

En Borges, una biografía literaria del ensayista de procedencia uruguaya, Emir Rodríguez Monegal, se indica que en 1976 la academia habría elegido al escritor argentino junto al español Vicente Aleixandre para recibir el Premio Nobel de Literatura, pero tras este episodio habría decidido borrar su nombre para siempre.

En esa visita, Borges habría pronunciado un controversial discurso en la Universidad de Chile; el cual, como asegura el diario La Nación en su artículo Por qué Borges nunca obtuvo el premio Nobel, se habría arrepentido públicamente años después. En él expresó, “en esta época de anarquía sé que hay, entre la cordillera y el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la hora de la espada. Yo declaro, preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita (…). Y aquí tenemos: Chile, esa región esa patria, que es a la vez una larga patria y una honrosa espada”.

En el mismo artículo, manifiestan que Borges accedió -luego de la investidura en la Universidad de Chile- a mantener una reunión con Pinochet, donde tras ella Borges declararía ante toda la prensa, “Él es una excelente persona, por su cordialidad, su bondad… Estoy muy satisfecho”.

Además, desde La Nación se le pregunta al secretario permanente de la academia sueca de ese entonces, Horace Engdhal, por las razones políticas que habría tenido la Academia para no otorgar el Nobel a Jorge Luis Borges, a lo que él sentencia, “La Academia no permite que las cuestiones ideológicas influyan en sus decisiones”.

La vida política de Borges

Por otro lado, el diario español ABC explica que durante 2007, Edwin Williamson publicó Borges. Una vida, donde asegura, que el respaldo de Jorge Luis Borges a Pinochet cambia con el tiempo, “… esas ideas, duraron en Borges dos años, y en 1979 empieza a distanciarse de Pinochet y Videla. Tras las denuncias por las terribles desapariciones comenzó a retrotraerse. Con la guerra de las Malvinas se sintió muy dolorido y apenado. Es ya pacifista y anarquista. Deja Argentina por razones personales y políticas para morir en 1986 en Suiza, su páramo democrático”.

Igualmente, en el mismo libro se indica: “En su juventud fue comunista, y después apoyó activamente el Partido Radical, y hasta formó un comité de jóvenes intelectuales para respaldar la campaña para la reelección de Hipólito Irigoyen como presidente de la República Argentina en 1928. Dos años más tarde fue uno de los intelectuales más destacados en la lucha antinazi y antifascista en su país. El cambio viene con Perón: Borges entonces se convierte en su gran opositor porque veía a Perón como alguien no sólo que no era demócrata sino que había salido de un contexto nacionalista fascista. Antiperonista convicto y confeso pues, cuando volvió a la Argentina en los años 70 observó que el espíritu de Perón aún no había caído, y empezó a decir cosas contra la democracia. En 1976, con Isabelita Perón como presidenta de la República, Borges permanecía en su antiperonismo, y vio el golpe de Estado de Videla como una nueva revolución libertadora para el derrocamiento de Perón. Por eso apoyó con entusiasmo el golpe del general”.

Fuente: Wikipedia

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Separando la obra del artista

“No creo que a Borges le haya importado tanto el Premio Nobel. Como alguien dijo por ahí, no fue Borges el que perdió el Nobel; fue el Nobel que lo perdió a él”, sentencia Armando Roa, Director del Instituto de Humanidades de la Universidad del Desarrollo; además de escritor, traductor y abogado.

“No es un misterio para nadie que Borges no escatimó sus simpatías, al menos inicialmente, por el golpe militar en Chile. Creo que ello se debió, en parte, a la antipatía que le despertaba cierto fetichismo de la intelectualidad latinoamericana de izquierda, y también, como el mismo afirmó después, a la ignorancia. Como en su obra literaria, su vida está llena de paradojas: se afilió al partido conservador en Argentina pero se declaraba anarquista spenceriano. Su convicción más íntima, en todo caso, es la de la supremacía del individuo sobre el Estado, lo que le hacía distanciarse del fascismo, el peronismo o el comunismo”, comenta Armando Roa.

De igual manera, la separación de la obra con la figura del autor es fundamental como en la mayoría de las discusiones que se dan en el ámbito artístico, “creo que la obra literaria es una estructura autónoma, con leyes propias, y que debe ser juzgada como tal, no por el pensamiento político de su autor. Lo contrario sería caer en una falacia ad hominen que para mí es inaceptable”, sentencia Roa.

Finalmente, agrega, “la obra literaria de Borges es uno de los hitos fundacionales de la literatura hispanoamericana del siglo XX y, sin ninguna duda, una figura de referencia de la literatura universal. Sus aportes son innumerables, desde lo temático y lo estilístico a la generación de nuevas formas de metaficción pasando por la reelaboración de los géneros literarios tradicionales y las técnicas narrativas. En Borges se desdibujan las fronteras: entre ficción y realidad; entre el yo y el otro; o entre autor y lector, por citar sólo algunas”.

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El escritor argentino, Jorge Luis Borges, ganó un sinfín de premios y reconocimientos por su carrera literaria; sin embargo, le faltó adjudicarse el más importante de todos, el Nobel de Literatura.

Esta situación tendría su origen en la visita que habría hecho en 1976 a Chile, cuando la academia le habría pedido explícitamente que rehusara su invitación a nuestro país, para así expresar su rechazo a Augusto Pinochet. No obstante, la visita se concretó.

Considerada como inoportuna para la academia, lo descalificó del Premio Nobel para siempre. Surgiendo el histórico desencuentro entre el escritor y la institución. María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, recordó el episodio el año pasado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Ella dijo que después de una llamada de la academia sueca, donde se le habría pedido al escritor rechazar su visita a Chile por las razones anteriormente expuestas, Borges se negó rotundamente, considerando que con esa acción quizás perdía el Premio Nobel para siempre.

“Yo en ese momento lo quise más porque admiré en él algo que me enseñaron a admirar, a no traicionarse a sí mismo, no importa lo que se pierda, pero jamás traicionarse a sí mismo”, comentó María Kodama, con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

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Las razones del desprecio de la academia

Un 21 de septiembre de 1976, el mismo día en cual asesinaron al ex canciller chileno Orlando Letelier en Washigton, junto a su secretaria Ronni Moffit, Jorge Luis Borges, visitó nuestro país y recibió el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile desde las manos de Augusto Pinochet.

En Borges, una biografía literaria del ensayista de procedencia uruguaya, Emir Rodríguez Monegal, se indica que en 1976 la academia habría elegido al escritor argentino junto al español Vicente Aleixandre para recibir el Premio Nobel de Literatura, pero tras este episodio habría decidido borrar su nombre para siempre.

En esa visita, Borges habría pronunciado un controversial discurso en la Universidad de Chile; el cual, como asegura el diario La Nación en su artículo Por qué Borges nunca obtuvo el premio Nobel, se habría arrepentido públicamente años después. En él expresó, “en esta época de anarquía sé que hay, entre la cordillera y el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la hora de la espada. Yo declaro, preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita (…). Y aquí tenemos: Chile, esa región esa patria, que es a la vez una larga patria y una honrosa espada”.

En el mismo artículo, manifiestan que Borges accedió -luego de la investidura en la Universidad de Chile- a mantener una reunión con Pinochet, donde tras ella Borges declararía ante toda la prensa, “Él es una excelente persona, por su cordialidad, su bondad… Estoy muy satisfecho”.

Además, desde La Nación se le pregunta al secretario permanente de la academia sueca de ese entonces, Horace Engdhal, por las razones políticas que habría tenido la Academia para no otorgar el Nobel a Jorge Luis Borges, a lo que él sentencia, “La Academia no permite que las cuestiones ideológicas influyan en sus decisiones”.

La vida política de Borges

Por otro lado, el diario español ABC explica que durante 2007, Edwin Williamson publicó Borges. Una vida, donde asegura, que el respaldo de Jorge Luis Borges a Pinochet cambia con el tiempo, “… esas ideas, duraron en Borges dos años, y en 1979 empieza a distanciarse de Pinochet y Videla. Tras las denuncias por las terribles desapariciones comenzó a retrotraerse. Con la guerra de las Malvinas se sintió muy dolorido y apenado. Es ya pacifista y anarquista. Deja Argentina por razones personales y políticas para morir en 1986 en Suiza, su páramo democrático”.

Igualmente, en el mismo libro se indica: “En su juventud fue comunista, y después apoyó activamente el Partido Radical, y hasta formó un comité de jóvenes intelectuales para respaldar la campaña para la reelección de Hipólito Irigoyen como presidente de la República Argentina en 1928. Dos años más tarde fue uno de los intelectuales más destacados en la lucha antinazi y antifascista en su país. El cambio viene con Perón: Borges entonces se convierte en su gran opositor porque veía a Perón como alguien no sólo que no era demócrata sino que había salido de un contexto nacionalista fascista. Antiperonista convicto y confeso pues, cuando volvió a la Argentina en los años 70 observó que el espíritu de Perón aún no había caído, y empezó a decir cosas contra la democracia. En 1976, con Isabelita Perón como presidenta de la República, Borges permanecía en su antiperonismo, y vio el golpe de Estado de Videla como una nueva revolución libertadora para el derrocamiento de Perón. Por eso apoyó con entusiasmo el golpe del general”.

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Separando la obra del artista

“No creo que a Borges le haya importado tanto el Premio Nobel. Como alguien dijo por ahí, no fue Borges el que perdió el Nobel; fue el Nobel que lo perdió a él”, sentencia Armando Roa, Director del Instituto de Humanidades de la Universidad del Desarrollo; además de escritor, traductor y abogado.

“No es un misterio para nadie que Borges no escatimó sus simpatías, al menos inicialmente, por el golpe militar en Chile. Creo que ello se debió, en parte, a la antipatía que le despertaba cierto fetichismo de la intelectualidad latinoamericana de izquierda, y también, como el mismo afirmó después, a la ignorancia. Como en su obra literaria, su vida está llena de paradojas: se afilió al partido conservador en Argentina pero se declaraba anarquista spenceriano. Su convicción más íntima, en todo caso, es la de la supremacía del individuo sobre el Estado, lo que le hacía distanciarse del fascismo, el peronismo o el comunismo”, comenta Armando Roa.

De igual manera, la separación de la obra con la figura del autor es fundamental como en la mayoría de las discusiones que se dan en el ámbito artístico, “creo que la obra literaria es una estructura autónoma, con leyes propias, y que debe ser juzgada como tal, no por el pensamiento político de su autor. Lo contrario sería caer en una falacia ad hominen que para mí es inaceptable”, sentencia Roa.

Finalmente, agrega, “la obra literaria de Borges es uno de los hitos fundacionales de la literatura hispanoamericana del siglo XX y, sin ninguna duda, una figura de referencia de la literatura universal. Sus aportes son innumerables, desde lo temático y lo estilístico a la generación de nuevas formas de metaficción pasando por la reelaboración de los géneros literarios tradicionales y las técnicas narrativas. En Borges se desdibujan las fronteras: entre ficción y realidad; entre el yo y el otro; o entre autor y lector, por citar sólo algunas”.