El ciclista Gino Bartali es considerado un héroe en Italia, no por sus proezas en el deporte (igualmente reconocidas), sino por esconder un impensado secreto en su bicicleta que ayudó a salvar muchas vidas durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia de este reconocido personaje comenzó en Toscana, en el seno de una humilde familia que se dedicaba a trabajar en el campo. Allí un pequeño Gino, comenzó a correr gracias a su padre, quien le encontró trabajo en un taller de reparación de bicicletas.

Rápidamente el joven se ganó el cariño del dueño de la tienda, ya que Bartali realizaba un muy buen trabajo, y como muestra de agradecimiento le regaló una bicicleta animándole a que entrenara. Fue el comienzo de una hermosa historia.

Desde ese momento las escarpadas carreteras de la región fueron el entorno natural del italiano, caminos que formarían esas piernas que brillarían en el Tour de Francia, y protagonizarían duelos históricos con Fausto Coppi.

Campeón del Giro de Italia y Tour de Francia

Los años pasaron y en 1936 Bartali se adjudicaría el Giro de Italia, transformándose en toda una celebridad, hasta el punto de ser considerado el corredor del régimen de Benito Mussolini.

El “Duce” (como era apodado el dictador) soñaba con ver a un italiano derrotando a los franceses en el Tour de Francia y el esforzado corredor le daría en el gusto, y en dos ocasiones.

Tras el Giro, en 1937, Bartali vería interrumpida su carrera, sufriendo una dura caída en el descenso del Col de Laffrey, cayendo de un puente. Sus compañeros, asustados por el accidente, se asomaron por el precipicio y lo encontraron en el fondo, afortunadamente con vida.

Allí, y gracias a sus profundas convicciones religiosas, se ganaría el apodo del “monje volador”.

Luego del accidente el italiano comenzó con los entrenamientos y en 1938 ganaría el Tour de Francia, aventajando a su más cercano perseguidor por más de 20 minutos. Cuando la carretera se empinaba, cuando el calor y el polvo sacaban las gargantas Bartali no encontraba rival.

AFP

AFP

Pero la Segunda Guerra Mundial dejaría a nuestro corredor sin los años que pudieron haber aumentado su palmarés, aunque durante ese tiempo nadie se imaginó el papel que Bartali jugaría en la historia.

El secreto de la bicicleta de Bartali

En Italia nunca pensaron que durante la guerra, uno de los símbolos del Partido Nacional Fascista, sería en realidad un personaje clave de una organización clandestina dedicada a salvar la vida de los judíos italianos a los que los alemanes querían enviar a sus cámaras de de gas.

En ese tiempo Gino Bartali continuaba entrenando, recorriendo largas distancias en las carreteras de la Toscana o Umbría. Nadie suponía que en el interior de los fierros de su bicicleta se encontrarían documentos y pasaportes destinados a los judíos que se escondían en algunos de los monasterios italianos.

Pese a estar suspendida cualquier carrera producto de la guerra, el ciclista jamás levantó sospechas de su laborioso y silencioso trabajo, aunque ciertamente era extraño ver a alguien entrenando en medio de ese bélico ambiente.

El ciclista corría con una ropa en la cual se podía leer su nombre lo que le permitía recorrer kilómetros recibiendo saludos de los soldados italianos, para los que era un auténtico ídolo.

Y cuando una patrulla lo detenía la respuesta era sencilla: “Sigo trabajando para estar en forma para las carreras que vengan para cuando la guerra termine”.

Los ejércitos se acostumbraron a ver pasar a Bartali de un lado a otro en su bicicleta, subiendo y bajando montañas, cambiando continuamente de ruta. Era el correo perfecto.

El punto de llegada para el ciclista eran los conventos y monasterios en la cual operaba esta red, dirigida por el conocido antifascista Giogio Nissim, además del apoyo de varios obispos.

Ellos se dedicaban a fabricar pasaportes destinados a salvar la vida de cientos de judíos y Bartali era el encargado de transportarlos jugándose la vida en aquellos viajes.

Durante 1943 y 1944 el corredor de Toscana se dedicó a esa misión sin levantar sospechas. Acabó la guerra y aquellos entrenamientos rindieron sus frutos, porque a sus 32 años el italiano pudo ganar nuevamente el Giro en 1946, y posteriormente se coronaría campeón del Tour de Francia, en 1948, dando una verdadera exhibición.

AFP

AFP

https://youtu.be/irRvBhUA7DA

Días de retiro en Florencia

Tras años de triunfos y alegrías nuestro héroe encubierto dejó la bicicleta y fue a retirarse a su tierra, Florencia.

Durante 50 años el corredor no dijo nada acerca de su trabajo y por décadas quedó sobre él la etiqueta de haber sido el ciclista preferido por los fascistas frente al izquierdista Fausto Coppi, pero a él no le importó en lo más mínimo.

Finalmente y tras un ciclo de éxitos Bartali murió el 2000 y el país despidió emocionado a uno de los ciclistas más grandes de la historia.

El mundo sólo descubrió su verdadera magnitud en 2003 cuando los hijos de Giorgio Nissim encontraron un viejo diario de su padre en el que detallaba la forma en que funcionó la red clandestina dedicada a conseguir documentación para judíos.

En los papeles se detallaban las operaciones y viajes que Bartali debía hacer para transportar los pasaportes que escondía dentro de su bicicleta.Los Nissim contaron lo que su padre escribió y entonces todo comenzó a cobrar sentido, las largas sesiones de entrenamiento en un época en la que costaba ver a un ciclista preocupado de practicar pese a la guerra.

Italia había descubierto a uno de sus grandes héroes, pero eso no era todo, ya que los hijos de Nissim descubrieron otra gran hazaña: 800 judíos evitaron el viaje a algún campo de concentración de los alemanes gracias a las piernas y la determinación de Gino Bartali.

https://youtu.be/CHH59GcSo40