Se dieron la paz en misa, previo a la herencia: Macri y Fernández en el antes y después de Argentina

09 diciembre 2019 | 03:54

“Poner a Argentina de nuevo en pie”. La anterior es una promesa que el electo presidente, Alberto Fernández, se apresuró a hacer con todo el énfasis posible. No es para menos. La patria, que siempre lo demanda a cualquier funcionario que asuma el reto, hoy se lo está exigiendo en la Argentina de la eterna crisis.

Sin embargo, y tal como lo cita la agencia de noticias France-Presse, el camino no es fácil. Un año de recesión, inflación alta y aumento del desempleo, además de la pobreza, son la antesala del recorrido. Son obstáculos fijados como concreto fuerte.

El peronista de centro-izquierda se muestra, no obstante, listo para recibir lo que venga. Asumirá la presidencia mañana pero se cuida de dar detalles sobre su programa. Dice lo que hará, sin revelar exactamente cómo.

¿Cuáles son sus credenciales? Fue jefe de gabinete en el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007). Cristina Kirchner lo tuvo bajo la misma función en 2008. Ahora, ella será su número dos. Al menos, esos nos dice por el momento la lógica gubernamental.

Fernández, de 60 años, habría juntado a las corrientes desunidas del peronismo. Junto a CFK, las hizo volver a un solo cause.

La Agencia France-Presse cita a analistas como Enrique Zuleta, quien considera que Fernández tiene como principal reto tomar las riendas de un gobierno de Coalición.

“Fernández es una persona muy experimentada. Domina los temas internacionales y los de la deuda. Está muy preparado. Es un hombre de gobierno, pero no es un hombre de Estado. Su mayor desafío será administrar esa coalición heterogénea”.

El nuevo presidente argentino quiere llevar la fiesta en paz con un gabinete que recoja todas las tendencias.

“Quise que la unidad se refleje en el gobierno”, dijo Fernández al presentar a su equipo el viernes.

Juan Mabromata / AFP

La paz de Cristo, con el abrazo de dos antagónicos

Ayer, Mauricio Macri y Alberto Fernández participaron de una misa. Fue una ceremonia al aire libre frente a la Basílica de Luján, a 70 km al oeste de Buenos Aires. Centenares de fieles completaron la escena.

La iglesia católica les hizo un llamado que no pasó desapercibido, ni siquiera a nivel internacional: los llamó a unir a Argentina.

“El respeto al otro es la base de la sociedad. Debemos mantener la unidad y la paz. No caer en la tentación de querer destruir al otro”, les decía en su homilía el arzobispo Jorge Scheinig.

Es una exhortación que deja mucho a la interpretación en un país donde la crisis es permanente y la polarización podría profundizarse más, con un cambio de autoridades ideológica y políticamente opuestas, en todos los sentidos.

Macri y Fernández sorprendieron, no solo con su presencia y la instantánea juntos en un momento políticamente correcto, por el respeto a lo religioso.

Se dieron la paz. Simbólico. Ahí estuvieron las cámaras para captarlo todo, sin perder una escena que para el martes comenzará a desvanecerse con el matiz de la política y una nueva administración en la Casa Rosada.

La ausente, Cristina Fernández de Kirchner. El periódico local Perfil, asegura en una de sus redacciones que no se excusó con una sola línea para explicar la ausencia. Nadie sabe a ciencia cierta la real causa como para no presentarse a formar parte de un domingo religiosamente correcto. De esos que cualquier político que se va o que llega, no se pierden para guardar las apariencias.

Agencia France-Presse

La deuda argentina entre los obstáculos de Fernández

Cuando se habla de la deuda externa de un país, por lo general el ciudadano promedio se queda con un término que fonéticamente ya suena complejo.

En la práctica, los gobernantes en turno se llevan la parte más difícil al procesar y barajar las cifras. Las de Argentina son de las más complicadas en ese sentido.

Sin embargo, no hay que ser un experto en finanzas al visualizar que uno de los principales retos que debe enfrentar el presidente Fernández, será renegociar la deuda.

Al Fondo Monetario Internacional le debe regatear o renegociar 44.000 millones de dólares, recibidos solo desde el 2018. Los bonistas están en la lista de los que deben comprender la situación de la nación sudamericana. Al menos, eso intentará hacer el nuevo inquilino de la Casa Rosa, en saldo rojo. El total asciende a más de 315.000 millones de dólares, cerca de 100% del Producto Interno Bruto.

“Con el FMI ya estamos trabajando. Es un trabajo que debe hacerse silenciosamente, pero que los argentinos se queden tranquilos que nos estamos ocupando del tema hace semanas. Hemos abierto un proceso de negociación, estamos satisfechos del modo que evoluciona”, aseguró Fernández.

La tranquilidad con la que lo asegura, se acompaña del hecho de contar con el colaborador del Nobel de Economía Joseph Stiglitz para ayudar en el desafío.

Se trata de Martín Guzmán que considera “imperioso” reperfilar los vencimientos de capital y de intereses.

El imperativo moral de Fernández

Combatir la pobreza para Alberto Fernández, tal como lo ha anunciado, se ha convertido en “un imperativo moral” al que algunos le apuestan a partir de las palabras del mandatario electo.

Ya hay quienes, desde la academia, auguran medidas emergentes como la aprobación de una nueva ley de presupuesto que tendría como objetivo reasignar los fondos para combatir la pobreza.

“No ha habido definiciones” en materia económica, reconoce Héctor Rubini, profesor de la Universidad del Salvador, citado por la Agencia France-Presse.

El profesional considera que la intervención del Estado será clave para promover la industrialización. Por efecto vendría, según sus pronósticos, la recuperación del empleo.

Con un congreso de parte del nuevo mandatario y antes de expirarse el plazo de vencimientos de deuda, el profesor Zuleta dice que éste
“tiene tiempo, tiene el Congreso, tiene ideas. Si juega a fondo puede hacer una gran presidencia”.

Juan MABROMATA / AFP

La herencia de Macri

“No me voy satisfecho con cuánto creció la economía en mi mandato o cuáles fueron los resultados de la lucha contra la inflación y la pobreza”. Fueron las palabras de Mauricio Macri, de las últimas como presidente argentino.

Las cifras cuadran con la especie de mea culpa. La economía cayó este año, también de bajada, un 3,1%.

La inflación se acercó al 55%, la pobreza rozó un 40%, el temido desempleo, en cualquier sociedad, es de un 10,4% y una depreciación monetaria de casi 40%.

Las anteriores, son cifras consideradas peores a las que heredó Cristina Kirchner en el 2015.

¿Lo bueno de Macri en números? El déficit fiscal estaba en casi 5% del PIB y lo bajó a 0,5%.

Otro acierto macro, fue el monto de reservas internacionales de 43.800 millones de dólares, que estaban a 25.500 millones en 2015.

Con esos números luchando con el saldo negativo de su gestión, el presidente saliente dijo: “Nuestra democracia es más fuerte, más sólida, nuestra justicia es más independiente, nuestra prensa es más libre”.

Los meses siguientes, una vez se concrete la asunción de Fernandez, mañana, serán interesantes bajo todo punto de vista en la vecina nación.

ALEJANDRO PAGNI / AFP