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Sexo con una menor y acoso a colegas: el material oculto que incrimina a sargento del Ejército

Sexo con una menor y acoso a colegas: el material oculto que incrimina a sargento del Ejército

Martes 06 abril de 2021 | 06:00

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Jaime Silva (BBCL)

Una investigación por supuesto espionaje destapó un escándalo al interior del seno del Ejército. El cabo segundo, Damián Palacios, decidió sencillamente pasar por encima de la normativa castrense que lo regía, para ingresar a escondidas al puesto de trabajo del sargento Juan Lobos Céspedes. Su actuar terminaría revelando que su compañero de armas mantenía oculto material pornográfico y fotos indebidas de sus colegas. Y no sólo eso. También se le apunta por almacenar -en dos discos duros ingresados de manera irregular a la Contraloría militar- videos de connotación sexual protagonizados por él, junto a quien sería una menor de edad. Pese a todo, el principal damnificado fue el propio denunciante, quien terminó expulsado. El acusado corrió la misma suerte, pero en su licenciamiento nada se menciona respecto del contenido sexual que guardaba en secreto. La historia y los documentos los publica la Unidad de Reportajes de BioBioChile.

La Fiscalía Metropolitana Centro Norte indaga al expulsado sargento del Ejército, Juan Lobos Céspedes, luego de que una investigación militar por supuesto espionaje terminara en escándalo al interior de las filas uniformadas.

Además de documentación sensible para la seguridad nacional, el exuniformado escondía en dos discos duros de su propiedad material pornográfico y fotos de sus colegas tomadas sin su consentimiento.

Pero no sólo eso, fuentes conocedoras de la causa que en paralelo se tramita en la justicia militar desde el 24 de julio, confirmaron que el Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar) realizó pericias a uno de los dispositivos, encontrando material que correspondería a pornografía infantil. En concreto, videos del sargento Lobos Céspedes manteniendo relaciones sexuales con quien correspondería a una menor de edad. Dichos antecedentes fueron remitidos mediante un informe que desde hace meses está en dependencias de la judicatura castrense.

Con todo, el acusado fue expulsado del organismo por razones administrativas y nada se menciona de los hallazgos (ver El pendrive del sargento: Ejército expulsa militar acusado de poner en riesgo la seguridad nacional).

Una noche en el EEB

La historia va así. Ocurrió la madrugada del 22 de julio de 2020 en el remozado Edificio Ejército Bicentenario (EEB). Emplazado frente al Parque O’Higgins, el cuartel de cuatro pisos, con subterráneo y helipuerto se erige como el principal complejo administrativo militar de Chile. Allí funciona la Contraloría castrense (COTRAE) y la oficina del comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez.

Pasadas las 03:00 AM, el cabo segundo, Damián Palacios, ingresó a esta última repartición y -consciente o no de las consecuencias- decidió registrar los discos duros que un colega suyo, el sargento Lobos, mantenía ocultos en su cubículo.

La tarde anterior, en el descanso, vio a su amiga y colega romper en llanto. Ella, Tamara, le confesó que estaba mal, agobiada, que Lobos la acosaba y no la dejaba tranquila hace ya varios años. La situación estaba en conocimiento de los superiores e incluso hubo un sumario interno, pero todo quedó en nada.

Palacios sintió que tenía que hacer algo. Y lo hizo. Caída la noche, el clase que se desempeñaba hasta entonces en el Departamento de Planificación y Control de la COTRAE, pidió a uno de sus superiores de turno que dejara la oficina de la repartición abierta para poder pernoctar allí durante el descanso.

Le señaló que la sala especialmente dispuesta para ese cometido se encontraba ocupada por la Compañía de Guardia de la Jefatura Administrativa y Logística (JAL) del Estado Mayor General del Ejército (EMGE). Había que tomar resguardos por la pandemia y respetar los aforos, argumentó. Su contraparte dio el visto bueno.

Así las cosas, ya bien entrada esa madrugada, se percató que la puerta de la Sección de Control Externo se encontraba abierta. La conversación con su amiga le había quedado dando vueltas en la cabeza, por lo que aprovechó la oportunidad para registrar acuciosamente la estación de trabajo del sargento Lobos. No fue difícil: la llave del cajón del escritorio estaba puesta. Lo abrió, tomó los discos duros que había en su interior y los conectó al primer computador que pilló. Bajó raudo a buscar un pendrive de 16GB que mantenía conectado a la radio de su vehículo para escuchar música. Subió, lo formateó y comenzó a trasvasijar el contenido.

Para su sorpresa, además de documentos y reglamentos institucionales, Palacios encontró pornografía y respaldos de videos sexuales del sargento Lobos, además de fotos sin consentimiento del personal femenino del EBB. Entre ellas, Tamara, su amiga.

Así consta en un informe reservado del Ejército de Chile, firmado por el cabo Palacios y fechado un día después del hallazgo. En el escrito de tres páginas también apunta que dentro de las carpetas de contenido sexual se evidencia al SG2 Lobos Céspedes teniendo relaciones sexuales con una mujer aparentemente menor de edad, algo que más tarde confirmarían los peritajes practicados a los discos duros.

Lea el informe

Las denuncias de acoso

De acuerdo a fuentes conocedoras del episodio y a la denuncia presentada a los superiores de ambos, la situación es la siguiente.

Lobos hostigaba a Tamara desde 2017. Una amiga que tenían en común, también funcionaria del Ejército, fue la excusa para comenzar con los fallidos intentos por conseguir algo más que una relación laboral.

Primero fueron ofrecimientos por acercarla hasta su casa. Luego vinieron constantes mensajes de “buenos días” y frases románticas. Incluso le enviaba memes. Tamara le dejaba el visto.

Por su trabajo, ella en más de alguna ocasión tuvo que resolver requerimientos que personalmente le hacía Lobos. Él aprovechaba esas instancias para llevarle chocolates, algo que a ella poco a poco comenzó a molestarla.

Más tarde confirmaría mediante esa amiga en común que Lobos sentía una atracción y tenía intenciones de conquistarla. Entonces comenzó a evitarlo lo más posible, era difícil. Trabajan en la misma repartición.

Lobos, quien estaba más arriba en el escalafón, continuó con su cometido y buscó cada instancia para acercársele. Ni siquiera el mensaje de texto donde literalmente se le dejó en claro que la situación era molesta e incómoda lo frenó.

A esa altura las intenciones de Lobos ya eran de conocimiento popular en la oficina y la mayoría lo tomaba como algo gracioso, ignorando al parecer lo mal que lo estaba pasando Tamara.

Era octubre de 2018 cuando la situación tomó otros ribetes. Al sargento no le cabía en la cabeza que Tamara tuviera un trato distinto y cortante hacia él, en cambio con el resto del personal se mostraba más amable.

Conversó con el cabo 2º Marchant buscando una respuesta, pero este último le señaló eso era algo que debía hablarlo directamente con ella. Ya no había espacio para diálogo, así que le comunicó a Marchant que la solución sería pasarle un parte a Tamara. Dicho de otro modo, haría un informe dirigido a un superior denunciándola.

Enterada de la amenaza, en voz de Marchant, la funcionaria informó al jefe de Plana Mayor, quien consideró que era necesario dar cuenta al jefe de la sección. Finalmente a fines de 2018 los mandos resolvieron un acuerdo de paz: ambos debían mantener el mínimo contacto posible, apegándose estrictamente a temas laborales.

Poco le importó eso al sargento Lobos, quien en más de una oportunidad merodeó el domicilio de Tamara. Sabía donde vivía porque alguna vez la pasó a dejar. Ella optó por no informar eso para no provocar más revuelo y la situación dejó de repetirse.

Pero el 20 abril del año pasado, Lobos volvió al ataque y pasó nuevamente por fuera de la casa de su colega, pese a que no quedaba en dirección a donde él vivía. Ella, al día siguiente, decidió enfrentarlo e informar lo ocurrido a un superior.

Como era obvio, al principio el sargento negó haber ido hasta el domicilio, aunque más tarde terminaría reconociéndolo. Argumentó que desde siempre pasaba por ahí, era su ruta preferida.

La denuncia ante los superiores motivó también la de una segunda víctima, quien dijo estar sufriendo el mismo tipo de hostigamiento. Enterarse fue una especie de déjà vu para Tamara.

Todos los antecedentes fueron parte de un sumario administrativo que 2 meses más tarde se dio por concluido. Las pruebas conseguidas en la investigación interna no fueron suficientes para acreditar delito o falta alguna.

Lobos terminaría absuelto, pero con una amonestación por infringir los artículos 22 y 23 del Reglamento de Disciplina que regula las relaciones humanas entre miembros de las Fuerzas Armadas. Al mes entrante la bomba explotaría.

Denunciante expulsado

Al día siguiente del hallazgo, lo primero que hizo el cabo Palacios fue dar aviso verbalmente de lo ocurrido al delegado de seguridad de la COTRAE, el sargento primero José González. Éste, a su vez, comentó la situación al oficial delegado de seguridad en la misma repartición, el capitán Álvaro Valenzuela Perroni. Un día después entregaría el informe escrito con su denuncia.

Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba. 11 días después de presentar la acusación con todos los antecedentes, la tarde del 3 de agosto, Palacios tomó conocimiento que había sido expulsado de la institución.

En la resolución, firmada por el coronel Ricardo Gárate Vera, subcontralor del Ejército, se apuntan a “vulneraciones gravísimas” a las disposiciones referentes a la Seguridad Militar y disciplina.

Primero, por abandonar el servicio de guardia aquella madrugada. Segundo, por registrar el lugar de trabajo que no es el propio y conectar dispositivos personales a equipos que almacenan información sensible para la seguridad nacional. Y tercero, por el “actuar deliberado y con ánimo abierto de perjudicar y con ello denigrar a un compañero de armas”. En dicho documento, no hay alusión al contenido sexual encontrado.

Palacios solicitó en varias instancias revertir su licenciamiento. La última opción que le queda está ahora en manos del comandante en jefe, Ricardo Martínez.

Lea la resolución

Procesos paralelos

El 24 de julio el Ejército denunció a Lobos ante el Segundo Juzgado Militar de Santiago. Hasta ahora la Fiscalía Militar no ha citado a declarar a ninguno de los involucrados.

De manera paralela, el 25 de agosto de 2020 Tamara estampó una denuncia ante la Policía de Investigaciones. Desde la Fiscalía Metropolitana Centro Norte, donde por jurisdicción recaló la acusación, confirmaron a este medio la existencia de la causa. Se trata de una investigación en desarrollo a cargo del fiscal Pablo Ramírez.

Desde el Ministerio Público evitaron profundizar por tratarse se una indagatoria todavía desformalizada, aunque indicaron que las diligencias fueron encargadas a la PDI.

Respecto a esta misma denuncia, desde la policía civil ratificaron lo señalado por la Fiscalía y detallaron que la Brigada Investigadora del Cibercrimen ya ha practicado algunos peritajes y tareas investigativas, indicando que no pueden entregar detalles de las mismas.

En tanto, fuentes conocedoras de la causa que en paralelo tramita el Segundo Juzgado Militar de Santiago, confirmaron que el Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar) realizó pericias a uno de los dispositivos. Según apuntan, el material efectivamente correspondería a pornografía infantil. En concreto, videos del sargento Lobos Céspedes manteniendo relaciones sexuales con quien correspondería a una menor de edad.

Consultados, desde el Ejército indicaron que una vez recibido el informe de Damián Palacios, se procedió inmediatamente a estampar la denuncia ante el Segundo Juzgado Militar de Santiago con fecha 24 julio de 2020.

A raíz de ello, con fecha 28 de julio de 2020, el Laboratorio de Criminalística de Carabineros de Chile se constituyó en dependencias institucionales “procediendo a incautar los dispositivos de almacenamiento ingresados sin autorización por el citado SG2°”, añaden.

“En cuanto al diligenciamiento de dicha especies, se hace presente que, atendido la naturaleza privada de las mismas y al hecho de constituir éstas, parte de la evidencia en un procedimiento de carácter jurisdiccional, a la Institución solo le correspondió brindar la respectiva cadena de custodia hasta su debida entrega, sentencian”.

A través de su abogado, este medio intentó comunicarse en reiteradas oportunidades con el acusado, sin embargo, no se obtuvo respuesta.

El nombre de la principal denunciante, Tamara, fue modificado para resguardar su identidad.

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