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Fumando espero: la trastienda a horas que María Luisa Brahm sea la segunda mujer a cargo del TC

Fumando espero: la trastienda a horas que María Luisa Brahm sea la segunda mujer a cargo del TC

Viernes 09 agosto de 2019 | 04:00

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Hoy es el día “D”. Pasadas las 10.00, la actual ministra del Tribunal Constitucional debería asumir la titularidad del organismo. No se prevé que hayan sorpresas y la votación sería 7 a 3, con preferencias transversales. Si consigue la testera, Brahm deberá liderar la modernización de la entidad que ha sido duramente cuestionada en el último tiempo. Sin embargo, en el mundo partidista aseguran que la abogada podría pagar “un costo de legitimidad”. Sucede que Brahm, quien fuera la “orejera” del Presidente como jefa de asesores en su primera administración, podría ser el voto dirimente en proyectos sensibles para la opinión pública cuando lleguen a esa instancia. Entre otros, destacan las reformas a las leyes de las AFP e Isapres; también, el derecho a la eutanasia o el matrimonio igualitario.

Cada vez que la ministra del Tribunal Constitucional (TC), María Luisa Brahm, saca un cigarro de su cajetilla, tiene la costumbre de mirar cuántos quedan en su interior. Algunos dicen que con ese hábito calcula lo que resta del día y si debe comprar otra antes que se acaben.

Es posible que la cantidad de pitillos que encendió ayer aumentara frente la ansiedad de saber si hoy a las 10.00 será elegida como la segunda mujer en la historia del TC en asumir la presidencia.

Y si Brahm enfrenta con la angustia propia de un cambio de estas características, el clima en el TC está enrarecido. Lo está porque siempre ocurre lo mismo en la antesala de una elección, “la previa” al rito de paso, a saber quién ocupará la testera. Así al menos comentan -para dar un tono de normalidad- quienes laboran día a día en Huérfanos 1234, en el edificio diseñado por el arquitecto Ricardo Larraín Bravo y que albergó a la exCasa de Crédito Hipotecario y al exbanco BBVA.

Vea la columna de Tomás Mosciatti

Sin embargo, más allá de la preocupación que de seguro experimenta Brahm –porque nada está decidido mientras no se ejecute la votación– todo indica que la abogada de la Universidad Católica, ex directora del Instituto Libertad, exmiembro del Consejo Nacional de Televisión y antigua “orejera” de Sebastián Piñera, será la elegida.

Quienes conocen la interna y los diálogos que se han desarrollado entre los diez ministros que integran el TC, evidencian la creación de dos grupos alineados en sus respectivas afinidades políticas.

Por esta razón, no son pocos los que advierten que el resultado de la votación debería ser con siete preferencias a favor de Brahm y tres en contrario. Un 7 a 3 en jerga deportiva.

Si los cálculos son acertados, se romperá una tradición de las tres últimas elecciones, en donde la primera antigüedad debería asumir, casi por derecho propio, la cabeza del TC, es decir Gonzalo García.

No obstante, los tácitos diálogos internos entre los ministros más “liberales” o de inclinación centro derecha, indican que la votación tendrá el siguiente resultado: a favor de Brahm estarán, Cristián Letelier (ex UDI), Gonzalo García (ex DC), Domingo Hernández (cercano a la falange), Nelson Pozo (ex PS), María Pía Silva (también ex DC) y el último nominado por Sebastián Piñera, Miguel Ángel Hernández (cercano a RN).

Mientras el saliente presidente del Tribunal Constitucional Iván Aróstica -de rasgos conservadores y vínculos con el mundo militar-, y los ministros Juan José Romero y José Ignacio Vásquez, no estarían por respaldar a Brahm. El desvío es Aróstica, ya que fue designado por el Mandatario el 12 de julio del 2010.

El mundo partidista asegura estar fuera del proceso. Y enfatizan que cualquier acuerdo existente, fue sellado entre los ministros TC sin la interferencia de senadores o diputados. Para algunos, eso sí, la notificación la hizo la propia María Luisa Brahm instalando su nombre en la prensa, demuestra que durante su paso por el Palacio de la Moneda como jefe de asesores en el primer gobierno, rindió sus frutos y aprendió el oficio.

Cero incógnitas

Los habitué del Tribunal Constitucional aseguran que no habrá sorpresas. Sustentan sus dichos en que resulta difícil que otros ministros quieran liderar el desafío de modernizar el organismo, que en el último tiempo ha sido severamente cuestionado.

Con todo, a Brahm se le reconoce por la cautela de sus movimientos y la virtud aristotélica de la prudencia. Por eso, dice una alta fuente consultada por este medio, sus dos años a la cabeza de la entidad serían “totalmente compatibles con los anuncios hechos por la Moneda para la modernización del Tribunal Constitucional”.

Si mañana, pasadas las 10.00 am, Brahm se corona con el primer puesto, para algunos podría llegar a convertirse en un problema político. Y esto porque al contar con “las espaldas” del Palacio de Gobierno para delinear el proyecto comprometido para transformar el TC, la oposición en el Congreso analizará con lupa las actuaciones que tenga Brahm.

Los parlamentarios opositores no se han quedado al margen respecto de los alcances de la votación al interior del organismo. La mayoría advierte que Brahm ganará hoy, pero aseguran que pagará “un costo de legitimidad”.

Sucede que Brahm podría ser el voto dirimente en proyectos sensibles para la opinión pública cuando lleguen a esa instancia. Entre otros, destacan las reformas a las leyes de las AFP e Isapres; también, el derecho a la eutanasia o el matrimonio igualitario.

Independiente de lo anterior, la “casi” futura presidente del TC, deberá descongelar las relaciones con la Corte Suprema. Para nadie es un misterio que Iván Aróstica se había convertido en la “bestia negra” para el Poder Judicial.

Varios supremos comentaron a Radio Bío Bío que el exacerbado personalismo de este último, su desmedido criterio pro militar, mellaron las confianzas. Pero sobre todo, Aróstica se convirtió en el hombre que intentó mellar el trabajo de la ministra Rommy Rutherford, quien sustancia la investigación que tiene al Ejército contra la pared, donde hay dos excomandantes en jefe procesados por malversación de caudales públicos que superan los 8 mil millones de pesos. Nadie tiene que decirlo, pero Rutherford, para los supremos, es “la niña de sus ojos”.

Carácter complejo

Antiguos colaboradores del primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera -y que trabajaron cerca de su oficina en el segundo piso de palacio -, afirman que “en esa época a María Luisa Brahm no la quería nadie”.

Más allá del humo de sus cigarrillos, relatan que tenía un carácter complejo, ya que hasta junio del 2012 contaba -y lo sabía- con el respaldo del Jefe de Estado. Eso la validaba para discutir abiertamente con el entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet. Azar o coincidencia, desde marzo de 2018 este último ocupa el mismo cargo que ella fungió en la administración anterior.

Sabido es que durante los últimos meses de ese mandato, Brahm no lo pasó bien en La Moneda. La razón es simple: la rivalidad con buena parte del equipo del Presidente Piñera generó tensiones. Sin embargo, quienes la defienden aseguran que siempre se mantuvo al margen de los comentarios o “cahuines” permanentes.

A mayor abundamiento, varios de los colaboradores históricos, e incluso familiares del actual Mandatario, prefirieron no referirse a María Luisa Brahm: “no tenemos nada bueno que decir de ella”.

Agua y aceite

María Luisa Brahm tuvo una mujer que la precedió: Marisol Peña. Las diferencias entre ambas son evidentes. La primera está más ligada al ala liberal, al centro político de la derecha, mientras que la última a una profunda raigambre conservadora.

Brahm estudió derecho en la Universidad Católica e ingresó por la puerta ancha. Peña lo hizo “por el lado” en la misma casa de estudios por sus estrechos vínculos con la dictadura militar, ya que contaba con estudios de la misma disciplina, pero en Guatemala. De hecho trabajó en la Comandancia en Jefe del Ejército muy cerca de Pinochet en la década noventa.

Brahm integró la Comisión Asesora Presidencial en materias de probidad y transparencia pública, mientras que Peña fue la autora intelectual de un cuestionado episodio cuando dejó de ser titular de la entidad en septiembre de 2014. Sucede que 24 horas antes de traspasar el báculo a Carlos Carmona, la actual secretaria general de la PUC intentó manipular la votación de sus pares para que su jefa de gabinete recibiera una indemnización que bordeaba los 15 millones de pesos, sin que cumpliera los requisitos para ello.

El hecho generó animadversión en varios ministros del TC. En particular de Carmona, quien logró que la funcionaria presentara su renuncia sin recibir el beneficio.

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