En plena época de campaña electoral y con un gobierno progresista cuyo apoyo rodea el 30%, la izquierda chilena ha entrado en un proceso de introspección. Entre balances y autocríticas, las voces del sector intentan definir qué tipo de liderazgo debe encargar el futuro político del sector.
A semanas de las elecciones presidenciales y parlamentarias, Carlos Cuadrado Prats –militante del Partido Por la Democracia (PPD)– alza la voz en el debate con su candidatura como diputado por el Distrito 9, buscando llevar el legado de su trabajo como alcalde de Huechuraba al Congreso, representando “una izquierda más de resultados que de eslogan”.
En conversación con Radio Bío Bío, el exjefe comunal analizó el momento que vive la izquierda chilena y el desgaste del progresismo tras el estallido social y los fallidos procesos constitucionales, indicando que lo que hoy falta en su sector es volver a ofrecer certezas, como lo hicieron —a su juicio— los gobiernos de Ricardo Lagos y el primero de Michelle Bachelet.
En esta entrevista, Cuadrado aborda su visión del progresismo, evalúa el gobierno de Gabriel Boric y proyecta su rol en el Parlamento, con una candidatura en la que se enfrentará dentro del mismo distrito al actual presidente de la UDI, Guillermo Ramírez Diez. Entre balances y propuestas, Cuadrado busca instalar el mensaje de la necesidad de una izquierda que recupere la credibilidad perdida.
La izquierda de hoy
Mirando el momento que vive el progresismo, ¿qué tipo de izquierda cree usted que debería encarnar el futuro político del país? ¿Algo más similar a Lagos, a la concertación, una renovación progresista más cercana al Frente Amplio?
Yo creo que lo que hay que devolverle a la izquierda es la confianza de la gente en ella. Y para que sea posible, se necesita que el discurso vaya siempre unido a los resultados. Una izquierda más de resultados que de eslogan.
Por lo tanto yo creo que hay que retomar la figura de Ricardo Lagos como un hombre de izquierda que es capaz de tener resultados concretos de crecimiento, con igualdad, de reforma del Estado, de buscar acuerdos más que de ruptura.
El perfil de lo que fue el gobierno de Lagos –el primer gobierno de izquierda después de Allende– hizo que estuviera mucho más centrado y aterrizado que lo que habitualmente había sido de Allende. Y la continuidad que le dio la presidenta Bachelet hizo que la izquierda recobrara la confianza de la sociedad.
Porque se decía algo y se cumplía, porque se avanzaba en el desarrollo, pero con justicia y además Lagos fue el único que, con la confianza que la gente le dio a él, pudo traspasar el mando a una persona de su propia ideología.
¿Cree que los partidos tradicionales de izquierda y centro izquierda se desdibujaron después del estallido social? Pensando que talvez no supieron entrar en el debate, o defender los logros de Aylwin, Frei o del mismo Lagos.
Y destacaron mucho los logros del presidente Piñera cuando falleció. Entonces se desdibujaron de distintas formas, nunca se entendió que tomar minorías identitarias no hacían el total de la sociedad. Empezaron a tomar a los animalistas, los ciclistas, los veganos, los verdes, etc, y la suma de todas esas minorías no te hacen el todo.
Entonces se perdió el discurso de sociedad completa hacia algo mejor, que fue lo que siempre la izquierda hizo con mayoría. Da la impresión que entre los mismos grupos empezaron a disputar el protagonismo más que avanzar hacia adelante. Entonces al final no das la idea de que vamos todos juntos avanzando.
Yo creo que ahí nos mareamos mucho.
La candidata presidencial de la izquierda –Jeanette Jara– ha destacado en su discurso como logro que la izquierda, a diferencia de la derecha, haya logrado llevar una candidata única. Sin embargo, paralelamente vemos la paradoja de este quiebre, ¿qué visión tiene usted?
Yo creo que la derecha tiene sus divisiones internas, y aunque nosotros podemos tener una unidad, cuando la derecha tiene un objetivo a cumplir es mucho más disciplinada que nosotros. Entonces da la impresión que la división de la derecha es más unida que la unión formal de nosotros.
Entonces lo que dice Jeanette es claro, en la primaria salió un solo candidato, está bien. Pero también uno tiene que poner en duda la validez de las primarias en un contexto de voto obligatorio, porque en un contexto de voto obligatorio las primarias en realidad son una primera vuelta. Entonces creo que hay que hacer una transición del discurso de lo que son las primarias o la unidad en un contexto de voto voluntario o voto obligatorio.
¿Cuánto daño político cree que el fallido proceso constitucional de 2021/2022 le provocó al sector?
Mucho. Porque, reitero, los gobiernos de Lagos y Bachelet en su primer periodo fueron gobiernos que terminaron con una alta valoración ciudadana, y Lagos fue el único presidente que ha traspasado la banda presidencial de izquierda a izquierda. Y eso fue en función de que supieron hacer una serie de trabajos, de ver Chile en su totalidad, de generar desarrollo económico y social, tener resultados en función de lo que planteaban. Por lo tanto se transformaron en gente confiable, era la izquierda confiable.
Cuando se perdió el tema constitucional, la divagación intelectual generó miedo, distancia, alejamiento, generó el resultado final que se obtuvo. Y a diferencia de generar un reconocimiento del daño que causó, se persistió en un segundo proceso con cultura similar, pero contraria, y eso terminó de convencer a la gente de que era un sector menos confiable.
Y la confianza es muy importante. Se demora en construirse lo que tarda en crecer una palmera, pero se pierde con la rapidez con la que cae el coco. Y cuando le pones La Gotita al coco y lo tratas de pegar de vuelta, no sirve.
Entonces yo creo que hay que ser mucho más cuidadosos en la relación que establecen los partidos y los sectores con los ciudadanos, porque los retrocesos son violentos y son fuertes. Yo creo que el proceso constitucional fue muy dañino para la imagen proyectada de lo que somos nosotros.
Desde su mirada, ¿qué es lo que ocurrió con el sector durante el gobierno del presidente Gabriel Boric?
En el gobierno del presidente Boric existió mucho de esas 2 almas que existen en la izquierda: esa alma más racional, más realizadora, más templada, de Lagos, de Bachelet, y una izquierda más discursiva, moralista que representa al Frente Amplio y al presidente.
Me da la impresión, por los cambios iniciales que hubo, que se dieron cuenta –yo creo que el que más se dio cuenta fue el presidente– que el discurso no bastaba para gobernar, y había que hacerlo más seriamente. Y ahí entraron todos los antiguos a apoyar.
Pero creo que faltó la capacidad de hacer que los equipos funcionasen bajo la línea directiva del presidente, sino que el presidente tenía un discurso mientras los actores intermedios estaban unos para acá, otros para allá. Entonces al final el presidente quedó dando una línea de acción que creo no se vio reflejada en los resultados, por estas divisiones que existían al interior.
Y es una lastima. Porque el presidente tuvo la valentía de modificar discursos que estaban muy asentados y que representaban muy fuertemente a quienes votaron por él. Muy pocos políticos lo hacen. Y yo creo que los acompañantes no tuvieron la altura para seguir esa directriz presidencial.
Recientemente el jefe de campaña de Evelyn Matthei utilizó el término “atorrantes” para referirse al gobierno actual. ¿Qué opinión tienes sobre esos discursos?
Yo creo que es parte de la insolencia verbal y de la prepotencia social de la derecha. No hace mucho tiempo hicieron una editorial en la que hablaban de parásitos, y ahora aparecen los atorrantes.
Uno puede pedir respeto, y uno puede hacerse respetar, que son cosas distintas. Y creo que la derecha ha sido insolente pero que la respuesta de la izquierda no ha sido acorde a la agresión recibida. Yo esperaría una mayor respuesta.
Solo recordar que Cristo puso la otra mejilla, pero también Cristo echó a los mercaderes del templo. Y eso es lo que a veces falta cuando uno se siente agredido.
Congreso y candidatura
Pasando a su candidatura como diputado. Si figuras como José Antonio Kast o Johannes Kaiser llegan a La Moneda, ¿usted estaría dispuesto a negociar con ellos en materia legislativa? Pareciera que en los últimos años tanto Piñera como Boric han tenido dificultades para encontrar interlocutores válidos en el Congreso.
Si no tienes interlocutores es muy difícil. Tú ves que en el centro y en la izquierda al interior del Parlamento no hay una palabra empeñada. Puedes ver tantos diputados que se comprometen a votar de determinada manera, y después esos votos no están.
Si tú eres de derecha, yo soy de izquierda, y eres presidente y comprometemos una votación, pero quienes dependen de mí no aceptan el acuerdo, lógicamente resulta muy difícil estructurar alianzas. Se hace muy difícil cuando no tienes partidos que actúen como partidos, cuando quienes lideran no te pueden comprometer un resultado real.
Antes, si yo era presidente del PPD y te decía: “Tienes mis 12 votos”. Lo más probable iba a ser que tenías los 12 votos. Hoy ni siquiera llegan a votar.
Entonces hay que exigirle a los partidos que actúen como partidos, que sean más responsables. Porque eso hace que las urgencias que tiene la gente se vean también postergadas, y esa postergación observada por la gente hace que desconfíen, que la gente no vote, y que los parlamentarios tengan que reponer el voto obligatorio.
En la posición de diputado, ¿cómo se enfrentaría a la situación de que se esté votando algo y tenga que decidir entre serle fiel a su partido, o serle fiel a la gente? Cuando no está de acuerdo con la mirada de su partido.
Yo creo que lo que ha pasado es que la gente se enoja porque uno vota de una forma u otra. Cuando fui alcalde, tomé decisiones contrarias a la voluntad de la mayoría de la gente, pero yo explicaba la razón de por qué estábamos yendo en contra de su voluntad.
Por lo tanto, creo que es muy importante que cuando se vota en una posición divergente, la autoridad explique el motivo. Porque igual voy a votar en contra de lo que tú quieres, pero vas a tener la claridad de por qué lo hice. Se mantiene el respeto hacia la decisión que tomaste.
La gente ha sido muy postergada y traicionada, y las votaciones son morales. Lo que hay que buscar siempre es que la posición del partido desde dentro sea acorde con la decisión que uno moralmente debiera tomar, por eso estás al interior de una colectividad que te representa.
Según hemos visto en las encuestas, existe la posibilidad real de que la derecha obtenga la mayoría en el Congreso, ¿se siente también esa sensación en la calle?
Sí. Se siente en la calle de la primera vuelta. Pero uno puede suponer que en una segunda vuelta con factores distintos y un discurso ya estructurado, esto puede variar.
Si me preguntas si en la calle se siente eso, sí, pero también ha aparecido mucha más gente en los puerta a puerta que vota por Jara, eso antes estaba más silenciado, entonces se ha ido igualando.
Existe la percepción de que muchos parlamentarios hoy se han volcado hacia el populismo, hacia el titular, la exposición en redes sociales, que mientras están en la discusión están pensando en el extracto del video que van a publicar. ¿Comparte esta crítica?
Sí. Totalmente. Yo creo que hay que devolverle la densidad a la política, hay que devolverle a la gente lo que se le robó, que es la confianza en sus autoridades y la posibilidad de sentir orgullo por ellos.
Cuando uno ve los resultados de las encuestas respecto a la valoración de la gente con las autoridades, es una nota bien puesta. En general los diputados no están haciendo lo que la gente espera de ellos, y muchas veces los acuerdos entre ellos son con displicencia respecto a la gente.
Cuando aparecen algunos escándalos, cuando hay privilegios que el común de los ciudadanos no tienen, es ofensivo hacia la gente y merecen ser cuestionados.
El problema de Chile es que la gente los critica, pero los vuelve a elegir. El que vota por un ladrón no tiene derecho a quejarse de la delincuencia, el que vota por un corrupto no tiene derecho a quejarse de la corrupción. Hay muchos ejemplos en esta elección de parlamentarios que fueron desaforados, o que están en el proceso y van de candidatos.
Yo creo que la gente tiene que hacer un esfuerzo mayor en la selección de quienes elijen para que no se decepcionen de nuevo, y que los partidos tienen el deber de darle a la gente personajes más o menos ejemplares.
En el distrito 9 le va a tocar competir de cara con Guillermo Ramírez, quien al estilo de Pablo Longueira decidió disputar en una zona fuera del sector oriente, donde la derecha tiene voto seguro. ¿Cómo interpretas este movimiento político?
Primero. Yo creo que hay un cálculo electoral a 4 años de plazo, que si esto le resulta lo más probable es que sea candidato al Senado por Santiago. El distrito del que actualmente es diputado es curiosamente colindante. Sería absurdo ir lejos a ser diputado en la zona sur, habiendo sido diputado por el distrito norte.
Segundo. Creo que es una apuesta muy osada de parte de un presidente de partido. Si llegase a perder, sería una derrota muy emblemática de la UDI.
Tercero. Creo que es difícil abandonar el territorio donde ser diputado resulta fácil en términos de relación con los ciudadanos y llegar a un territorio donde las necesidades son muy distintas al sector de donde viene él como diputado.
Y cuarto. Creo que es una apuesta válida, en cuando la UDI había abandonado los territorios populares, y al estilo de Longueira da la impresión que quisiera hacer una UDI 2.0 o 3.0. Pero la realidad de Chile es muy distinta, entonces no sé si una golondrina hace verano, porque resulta casi anecdótico lo que está haciendo, no parece una política institucional de la UDI sino que más una apuesta personal a ir a competir al territorio de Jadue.
Seguridad
Hablemos de uno de los temas que actualmente le preocupa más a la ciudadanía, la seguridad. Desde su perspectiva, ¿tiene la izquierda una deuda histórica en la lucha contra la delincuencia? ¿Cree que su sector reaccionó tarde?
Sí. Yo creo que reaccionó tarde, que durante muchos años se dejó que la derecha asumiera el tema de la seguridad a plenitud.
A diferencia de mi sector, yo como alcalde tomé el tema con fuerza y con decisión, porque ideológicamente si soy autoridad y estoy gobernando un territorio, quiero que esa gente que decidió vivir voluntariamente ahí tenga las condiciones de vida que les permita ser felices. Y esa lógica que debiera tener cualquier persona de izquierda: que no haya nada que atente contra la vida o integridad física de los seres humanos que uno represente y que defiende.
Creo que efectivamente hubo una forma de abordar el tema de seguridad que hizo que nos apuntan con el dedo diciendo la izquierda tiene temores, no se mete, no sabe. Pero eso fue producto de la dejación nuestra, no de los resultados que la derecha tiene. Es más, da la impresión que la derecha se ha transformado en un mercader del miedo, más que en un sector que ha resuelto eficazmente el tema de la delincuencia donde tienen alcaldes de su sector.
En caso de llegar al Congreso, ¿cuál sería su posición legislativa en torno a temas de seguridad? ¿Hay cosas de la fórmula que aplicó en Huechuraba que repetiría?
Yo tengo mucha voluntad de ver temas de seguridad en el Congreso porque tuvimos resultados objetivos.
Por un lado está la parte preventiva que hicimos a través de la educación, la cultura y el deporte, transformándolos en un instrumento de contención social que permitiera que mientras los papás no están, nosotros como municipio nos hiciéramos cargo de los niños.
Por otro lado, el tema de la educación. Está el diagnóstico que los jóvenes que más faltan a clase, son los que más probablemente se van a meter en temas delictuales. Entonces empezamos a llevar a los niños de la casa al colegio y del colegio a la casa para asegurarse que estén. También invertimos mucho en los colegios para que sean lugares ricos donde estar. Por ejemplo, en Huechuraba todos los colegios públicos tienen aire acondicionado.
También hay que fortalecer el trabajo que hacen los municipios con la Fiscalía, con Carabineros, la PDI, etc. La colaboración con Carabineros se hizo muy fuertemente bajo el mandato de Germán Codina, cuando se crearon los patrullajes mixtos, y firmaron un convenio muy fuerte con la fiscalía que nos permitió reventar todas las casas que había que reventar una vez que se tenía información.
Yo creo que si logramos crear una bancada municipal por la seguridad al interior del Congreso, va a haber muchos parlamentarios que van a descubrir cosas que no conocían.
Yo me siento muy orgulloso de lo que hice, pero decepcionado de no haber podido transformar esa política local de seguridad en una política pública de carácter nacional.
En este gobierno, hemos visto un fenómeno en que los movimientos sociales se han mantenido pasivos, la gente no ha salido de forma masiva a la calle, a diferencia de lo que ocurrió con Piñera e incluso Bachelet. ¿Cómo interpreta esta ausencia?
Primero, yo creo que hay contradicciones en la sociedad actual. Me tocó como alcalde que la gente exigía y quería participación social, y uno abría la participación, y los que llegaban eran muy poquitos.
Segundo, creo que hay un factor de cansancio social. Recuerdas tú las marchas que se hacían contra las AFP, las que se hicieron durante el Estallido Social. Pero en las marchas que no tienen resultados concretos, uno deja de participar, porque uno piensa que ese ya no es el camino adecuado para encontrar los cambios que se requieren.
Tercero, yo creo que existe un cariño consciente o inconsciente hacia el presidente más joven de Chile, que ha hecho que también las personas tengan una relación más permisiva de lo que fue con Piñera. Y también por la calidez que ha demostrado él hacia la sociedad, a diferencia de la displicencia que el gobierno de Piñera demostró en momentos importantes.
Yo tengo la preocupación de que cuando hay mucho tiempo sin ninguna señal de algo es que se puede estar gestando algo por debajo, y que el pueblo ya no va a ser lo permisivo que han sido con un nuevo presidente.
¿Usted cree que si la derecha llega a La Moneda bajo un liderazgo como el de Kast, haya un nuevo ciclo de movilizaciones?
A mí no me gusta imaginar situaciones presentadas de esa forma. Como cuando uno escucha a la derecha diciendo que si gana Jara van a pasar todas estas cosas, tampoco creo que vayan a pasar si gana José Antonio Kast.
Sí creo que la izquierda siempre ha sido más callejera, más de actuar en el territorio, de manifestarse. La derecha siempre ha sido más contenida. Por lo tanto me da la impresión que bajo un gobierno de Kast lógicamente la forma de expresión de la izquierda sería más bien en la calle, pero eso no quiere decir que haya una predisposición a que si gana Kast las cosas se vayan a activar de forma orquestada.
Huechuraba
Miremos Huechuraba actual. ¿Cómo evalúa los primeros meses de la gestión del actual alcalde de Huechuraba, Maximiliano Luksic?
Lo que pasa cuando los alcaldes no fueron concejales previamente, es que hay un proceso de conocimiento, de adaptación, de analizar lo que uno quería hacer en función de la realidad.
Por eso yo siempre he planteado que para ser candidato a alcalde en una comuna, debiera establecerse como requisito previo haber sido concejal en la comuna donde uno quiere ser candidato, porque eso te agiliza en los resultados.
Habiendo sido concejal en la comuna sabes cómo se estructuran los presupuestos, cuales son las calles, cuáles son los dirigentes. Entonces llegas con los proyectos listos para empezar a trabajar.
Ciertamente nosotros dejamos mucho material a desarrollar en proyectos, y me gustaría ver nuevos proyectos desarrollándose en el territorio. La administración actual lleva poco tiempo, pero en el tiempo similar nosotros ya habíamos empezado a producir cosas que eran visibles y útiles a la gente.
Respecto a Maximiliano. Tengo toda la esperanza de que le vaya bien, porque trabaja para la gente que yo representaba. Creo que no conocían el territorio directamente cuando llegaron, y que se han encontrado como sorpresa con todo lo que es el funcionamiento de la municipalidad. Pero voy a poder opinar cuando vea algo más concreto, porque creo que todavía están en un proceso de aprendizaje.
¿Existe un mea culpa dentro del progresismo local de no haber logrado un candidato único para la elección municipal pasada?
Yo creo que es complicado para el progresismo y para la derecha también, el hecho de que no se respeten los acuerdos existentes entre los partidos. Maximiliano ganó con un 38%, y los dos candidatos que fueron con el propio sector sumando, le ganaban. En otras comunas tú ves que la derecha dividida permitió que nosotros ganáramos.
Entonces creo que hay una cosa más estructural que no le puedes asignar a las personas, porque todos tienen derecho a ser candidatos y quieren serlo. Pero creo que tal vez se ha impuesto mucho el personalismo en lugar de visualizar el proyecto colectivo.
En el caso de Huechuraba, podríamos decir que 12 años de trabajo arduo se tiraron por la borda porque no se dio continuidad a un proyecto que fue exitosísimo, y todo se resume en la voluntad individual de competir a como dé lugar sin visualizar el interés general de los ciudadanos.