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Pablo Longueira: "Estamos viviendo un callampeo de partidos políticos y no es sano para la democracia"

Sábado 24 febrero de 2024 | 06:01

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Agencia UNO

En conversación con BioBioChile, Pablo Longueira se lanza contra el sistema político y el multipartidismo. "Hay más candidatos presidenciales que partidos. Hay mucho desorden", advierte. De paso, también aborda su fallida carrera presidencial en 2013, la cual abandonó por un cuadro de depresión. Ya retirado de la política, se confiesa aliviado de haber abandonado la primera línea: "Me generaba mucho estrés, no soy bueno para dar entrevistas, no me gusta mucho la figuración pública, aunque mucha gente considerará muy raro mi comentario".

Pablo Longueira no necesita presentación. Si bien hoy ya no milita en la UDI, forjó su carrera política como uno de los “coroneles” del gremialismo y marcó época como uno de los principales herederos del legado de Jaime Guzmán.

En medio de unas vacaciones interrumpidas por el funeral del expresidente Sebastián Piñera y a más de 10 años de haber anunciado su retiro de la política, analiza el nuevo escenario de la derecha chilena. Una vez más en medio de una tragedia que hizo perder al sector a uno de sus referentes. Igual que en 1991, cuando fue asesinado el fundador de la UDI.

“Estamos viviendo un callampeo de partidos políticos y no es sano para la democracia”

—Tras su muerte, los críticos dijeron que se buscó santificar a Piñera ¿Es válido santificar a Piñera, su gobierno, su legado?

Mira, me parece injusta esa expresión, porque creo que nadie pretendió eso. Nadie lo pretende. Creo que aquí surgió un reconocimiento que nunca se había podido expresar a una persona que se entregó por completo a ser un muy buen Presidente. Hay como personas que salen del partido dos minutos antes para que reciban el reconocimiento y a algunos deportistas los sacan antes para que reciban una ovación. Yo creo que se fue en un minuto en que la gente quiso retribuirle la seriedad y el profesionalismo de sus dos gobiernos. Y creo que se manifestaron en una gestión extraordinaria, creo que Chile tuvo el privilegio de contar con él en momentos muy complejos, el primero principalmente por la situación del terremoto y el tsunami, y el segundo por la pandemia y el estallido social. Y creo que son episodios difíciles, complejos, donde se muestra todo el talento de un estadista y creo que él los exhibió y la ciudadanía los percibió.

—¿Los gestos del presidente Boric en el funeral ayudan a mejorar el clima político?

Yo creo que sí. Yo creo que los gestos y los actos de los políticos que requieren coraje siempre contribuyen a un entendimiento o a mayores acuerdos. Creo que él tuvo el coraje en una ocasión como esa de reconocer que se excedieron y que fueron injustas muchas de las querellas y las críticas que hicieron durante su gobierno. Y eso le significó a él críticas en su mundo propio. Pero creo que le hacen bien y es sano que exista ese reconocimiento, porque creo que el presidente Piñera lamentablemente contó con la peor oposición que hemos tenido después del retorno a la democracia.

—¿Permiten estos gestos abrir el diálogo para llegar a acuerdos en reformas clave?

Me da la impresión que es ser muy optimista el creer que va a permear. No estoy tan optimista, porque creo que el país atraviesa por una crisis política más profunda, que mientras no se aborde me parece muy difícil legitimar acuerdos y que tengan la solidez de estar respaldados por estructuras políticas potentes. Hoy día estamos viviendo un multipartidismo, un callampeo de partidos políticos y eso no es sano para la democracia. O sea, que hoy día Chile tenga 23 partidos políticos en el parlamento es una desproporción, no corresponde a la realidad nuestra. Eso es una mala estructura política, por lo tanto creo que el principal acuerdo que se debe llegar para solucionar otros acuerdos es precisamente perfeccionar nuestra estructura política. Mientras exista esta situación es muy difícil hacer un buen gobierno y también hacer una buena oposición. Creo que este es el problema principal que aborda el país y ojalá haya liderazgo político para enfrentarlo.

—Usted menciona que el actual gobierno, en su momento, fue “la peor oposición (a Piñera) que ha tenido el país desde el retorno a la democracia”. Desde que ellos llegaron a La Moneda, las palabras hacia el expresidente fueron más amables ¿Le parece un cambio genuino?

Yo creo que del Presidente sí. Yo creo que el Presidente ha ido teniendo una evolución propia de alguien que ejerce la primera magistratura. Algo dijo él, sobre que “es distinto estar sentado en el sillón de O’Higgins”, y ahí hizo ese mea culpa. Me da la impresión que él no ha tenido la capacidad para permear hacia abajo de su coalición esa mirada diferente que él tiene hoy desde cuando asumió. Yo creo que él efectivamente ha cambiado, pero no se observa que su coalición también haya evolucionado como él. Yo creo que un gran desafío que tiene él es lograr permear a su coalición, a sus partidos, a sus líderes, para que de alguna forma le den sustento al cambio que él ha tenido desde que asumió, porque obviamente que lo ha tenido. Yo diría que hoy día lo que uno observa en el mundo de la coalición de gobierno son dos tendencias muy claras. Una, llamémosle más institucional, que obviamente está liderada por el Presidente, donde es diferente estar a cargo del Estado de un país y ser gobierno; y otra que permanece, que es esa fracción de la coalición de gobierno que mantiene una soberbia moral. Veo ahí un conflicto entre ellos importante.

—Tal vez es una comparación más anecdótica, pero en terreno pasamos de las chaquetas rojas de Piñera a las chaquetas azules de Boric ¿Representan el mismo espíritu?

Mire, no. Yo creo que las camisetas rojas marcaron una época donde hubo que reconstruir el país durante varios años con mucha dedicación, en mucho territorio. Me parece una imitación pobre si eso es lo que buscan. Creo que esas chaquetas marcaron una etapa donde se trabajaba 27-7. No es el ritmo que observa uno en el gobierno. Fue parte de un impulso que le puso Piñera de hacer las cosas bien, hacerlas rápido, con sentido de oportunidad y enfrentar el drama que estábamos viviendo al asumir el gobierno, que fue el efecto de este hecho de la naturaleza. Entonces, no me parecen comparables ambas situaciones.

“Alguien se pelea con el vecino y aparece otro candidato presidencial. No tiene lógica”.

—Desde la propia derecha, Carlos Larraín dijo que al piñerismo le ve “poco futuro”, que “representa una postura transaccional” ¿Va a trascender el piñerismo sin Piñera?

Yo creo que el piñerismo solo trasciende si se organiza. Me da la impresión, por lo que percibí esos días del funeral, que existe la voluntad de estructurarse, organizarse y de mantener el legado. Por lo tanto, creo que el piñerismo se mantiene en la medida que haya voluntad de aquellos que lo representan más genuinamente, de organizarnos todos aquellos que fuimos los colaboradores. Creo que lo debieran hacer, en primer lugar. Y en segundo lugar, creo que es muy importante para la centroderecha que se estructure un cuerpo transversal, colegiado, en torno a aquellos que trabajaron en los gobiernos del presidente Piñera, sus ministros, sus secretarios; en las regiones, los intendentes, gobernadores, los seremis, en fin. Ahí está la reserva de la derecha chilena de las últimas décadas. Entonces, si no se estructura esto, creo que la centroderecha o la derecha chilena podría pulverizarse en estructuras partidistas tan poco representativas como ya les señalé antes. Entonces, creo además que sería políticamente muy potente para la derecha hacerlo, porque creo que al frente no hay capacidad, no existen los equipos políticos y técnicos para estructurar algo de esa envergadura. Por lo tanto, ojalá se asuma ese desafío. Yo lo considero fundamental para la derecha.

En Chile de alguna forma hubo dos fenómenos políticos importantes. Uno lo construyó Ricardo Lagos, que de alguna forma fue un líder bastante decisivo para unir a la DC con la Unidad Popular, llamémosle. La Concertación. Y creo que Piñera de alguna forma en el mundo de la centroderecha unió los partidarios del gobierno militar con una derecha más liberal que no estaba comprometida, incluso algunos que habían votado por el NO el año 88. Entonces se crearon de alguna forma dos grandes conglomerados porque hubo capacidad de unirse, de formar coalición. Esto por cierto también hay que recordar que estábamos en el contexto del sistema binominal, que ayudaba y favorecía mucho a que existieran conglomerados. Parte del problema que tenemos hoy día es que tenemos un multipartidismo, mire usted la cantidad de candidatos presidenciales que hay a la derecha, o sea, aquí alguien se pelea con el vecino y aparece otro candidato presidencial. Esto no tiene ninguna lógica desde el punto de vista político.

—Entonces la gran pregunta es ¿Quién puede llenar ese vacío?

Es que las ausencias de personas con un liderazgo tan fuerte nunca lo llena una persona. Eso me parece a mí un error, creer que una persona suple a otra. Es un colectivo el que suple. Cuando asesinaron a Jaime Guzmán, nosotros esa noche nos fuimos todos a la casa de Jovino Novoa y cada uno nos repartimos aquellas cosas que queríamos suplir de Jaime Guzmán y que estimábamos que era muy importante conservarlas para conservar su legado político. Y nos repartimos las pegas. No es que uno dijera, mira: “Yo voy a reemplazar a Jaime”. No, eso es colectivo. En el caso de Piñera ocurre exactamente lo mismo. Y si eso no se hace, bueno, no se conserva el legado.

—¿Si no se llena el vacío con un solo nombre, qué liderazgos se perfilan para tomar las riendas de la derecha?

Si a mí me dijeran así por orden, yo lo primero que haría es organizar y estructurar todos los colaboradores de Piñera. Y coordinado obviamente con los partidos políticos. Posteriormente a eso, creo que es muy importante tener una buena convocatoria para la elección municipal. Las elecciones presidenciales en Chile han estado siempre muy vinculadas al éxito que se tiene en la municipal que vamos a tener este año. Y eso tiene que estar liderado por aquellas personas que obviamente aparecen hoy mejor en las encuestas presidenciales, como el caso de Evelyn Matthei, Rodolfo Carter y todos aquellos que se quieran sumar.

Y posteriormente, convocar a una primaria amplia. Yo creo que el gran desafío de la centroderecha es lograr un nuevo acuerdo, conglomerado, como quieran llamarlo, hasta Amarillos y Demócratas. Yo creo que ahí hay un eje político que ha tenido coincidencias políticas en el proceso constitucional, que es muy importante que participemos juntos y eventualmente gobernemos juntos el día de mañana. Pero lo más importante es la unidad. Porque si no se van a perder alcaldías y se va a generar una sensación de derrota política que puede tener impacto en la presidencial.

“Yo no tendría primaria con los Republicanos. Invitaría a Amarillos y Demócratas”

—Y para lograr esa unidad ¿debería hacerse una primaria conjunta de la derecha, incluyendo a Republicanos?

No, yo no tendría primaria con los Republicanos. Creo que si dependiera de mí, yo tendría una primaria de Chile Vamos, invitaría a Amarillos y Demócratas, y que José Antonio Kast, como lo ha anunciado, vaya a la primera vuelta presidencial, y que se repita el escenario que se repitió hace dos años. Y todos estos candidatos que han aparecido o que pretenden ser candidatos, que ellos decidan dónde participan, pero yo no invitaría a ninguno de ellos a participar en una primaria. Creo que la centroderecha tiene que conservar un perfil de una derecha inclusiva, una derecha que gobierna para una mayoría y que tiene un proyecto político para una mayoría, y no estas candidaturas que representan posiciones muy extremas, que en mi caso tampoco me representan.

—Por ejemplo, Johannes Kaiser recientemente anunció su precandidatura ¿Usted no lo consideraría a él?

No, no, no lo invitaría a participar en una de Chile Vamos. Si él quiere ser candidato presidencial, él tiene todo el legítimo derecho a hacerlo, pero creo que está muy alejado al proyecto que tiene que liderar Chile vamos.

—Y entre los liderazgos de Chile Vamos ¿A usted le parece que Matthei es la carta más indicada?

No me parece adecuado adelantar candidaturas en este minuto. Obviamente que ella hoy día aparece con la mejor opción. Creo que lo importante es que la candidata surja de una primaria amplia, participativa, donde puedan participar ojalá la Ximena Rincón, Felipe Harboe, Rodolfo Carter, Evelyn Matthei, que haya una gran primaria robusta, de centro, de centroderecha, que permita que el candidato que surja ahí sea un abanderado que tenga proyección presidencial y pueda triunfar en la segunda vuelta.

—En este contexto ¿Está padeciendo la derecha la misma situación que la Concertación en su momento, cuando se le metió el Frente Amplio por la izquierda? ¿Se está metiendo ahora Republicanos por la derecha?

Yo creo que, sin lugar a dudas, es un fenómeno político equivalente. La Concertación para mí comenzó a desaparecer el día que el Partido Socialista no apoyó la candidatura de Ricardo Lagos. Y cuando un conglomerado político le da la espalda a su líder natural… Bueno, al poco tiempo, ni siquiera los partidarios lo apoyaron, de ahí emergió una generación que dijo que los 30 años eran los peores 30 años del país. Entonces ellos mismos le fabricaron el camino al Frente Amplio, que los sustituyeron y los reemplazaron, hicieron desaparecer en pocos años a un conglomerado tan exitoso como la Concertación. En el caso de la derecha puede ocurrir exactamente lo mismo. Por eso le doy mucha importancia a organizar esa estructura de los gobiernos de Piñera, porque si eso no se estructura lo más probable es que también pase un fenómeno muy parecido al que vivió la Concertación.

—Una vez que se concretó la extinción de los coroneles en la UDI, que poco a poco se retiraron de la primera línea política ¿Eso significó un debilitamiento del partido?

Es medio pretencioso que yo le responda a eso, pero… lo que ocurre es que los partidos tienen que tener la capacidad de irse adecuando a los cambios de los tiempos. Nosotros somos frutos de un momento, de una coyuntura. Cada uno tiene que saber enfrentar el momento histórico que vive. Creo que la UDI en general y los partidos no han sabido adecuar a la centroderecha en los cambios que hemos tenido que enfrentar. Hoy día no se está enfrentando a una Concertación, no se enfrenta a una izquierda democrática, a una socialdemocracia. Hoy día hay una estructura partidista muy distinta. Hay problemas que se han ido instalando en el país completamente distinto a aquellos que tuvimos que enfrentar nosotros.

Hoy día la evolución política es muy rápida. Hay una influencia en las redes sociales que antes no existía. Yo creo que todo eso no se ha sabido adecuar en forma oportuna. Se ha perdido mucha identidad en los partidos. Hay poco liderazgo, hay conducciones porque hay cargos. Los partidos políticos, hay varios que están transitando ahí como 30 años con un timbre y una estampilla que no llegan ni al 5%. Hoy día está todo demasiado atomizado, hay una crisis que hace muy difícil llegar a esos acuerdos. También muchos se preguntan por qué aparecen candidatos presidenciales de la noche a la mañana. Hay más candidatos presidenciales que partidos. Hay mucho desorden. A nosotros nos tocó vivir en una época en que había mucho liderazgo, había más respeto a los acuerdos. Hoy día nadie llega a acuerdos. Ni siquiera los partidos respetan a los que llegan a acuerdos. Es complicado.

Pablo Longueira: “La política me generaba mucho estrés, no me gusta la figuración pública”

—Respecto a su historia política personal, ya se cumplieron 10 años desde que anunció su retiro de la política ¿Tiene planes de volver a la vida pública?

No, no. La verdad es que yo tomé la decisión de retirarme de la política el 2008, en diciembre. Escribí una carta a la directiva, porque había pretendido alejarme de la política varias veces antes. Y esa decisión, de esa carta, finalmente tampoco se cumplió porque en ella señalaba que no volvería a ser candidato a senador, que tampoco sería candidato presidencial y termine siéndolo algunos meses después. Pero finalmente mi retiro es precisamente parte de lo que hablamos. En la política, si no hay capacidad, si tú no abres espacio, no hay cambios generacionales y se generan esas rupturas partidistas. No veo un escenario que justifique volver a la primera línea. Espero colaborar si efectivamente se estructura lo que hemos estado hablando de una estructura, un colegiado de ex ministros, colaboradores. Por cierto que colaboraré en todo aquello que se estime necesario, pero no en la primera línea.

—A fines de 2013, en un tiempo en que poco se hablaba de salud mental, usted se retiró de la carrera presidencial por un cuadro de depresión ¿Cómo enfrentó aquella época?

Hoy día puedo reconocer que no me sorprendió lo que me pasó. Porque yo siempre evité una candidatura presidencial porque siempre intuí que para ser exitoso en un desafío presidencial hay que tener ambición presidencial, querer ser presidente y estar dispuesto a enfrentar una campaña presidencial. Yo no tuve nunca eso… traté de tenerla también, nunca tuve ese interés, esa energía que me imagino que tienen todos aquellos que la buscan. Y enfrenté un desafío presidencial que, además lo tomé después de llevar ocho meses la primaria, y tuve que tratar de revertir un resultado en dos meses. Hice un esfuerzo físico, psíquico, de locos, 60 días no descansé sábado y domingo, no paré recorriendo Chile. Y, bueno, me vino esta descompensación química que se traduce en una depresión y eso me llevó a estar seis meses enfrentándola y saliendo de ella.

Fue muy complejo porque imagínese la angustia de saber que uno era candidato presidencial y no podía hacerlo y, bueno, al final el remedio es pasar 40 días muy aislados. Al final hay que seguir las recomendaciones del doctor y salir de una situación compleja que nunca había vivido. Tampoco uno sabe cómo enfrentarla. Afortunadamente en el caso mío, aunque fue largo para unos, seis meses, para otros ha sido mucho más largo. Hay otros que la tienen toda la vida. Afortunadamente en mi caso lo logré revertir en seis meses y volver a las actividades normales.

—Hoy se habla bastante más abiertamente del tema en Chile y el mundo ¿Le parece apropiado el enfoque de Boric al respecto, exhibiendo esas dificultades públicamente y dándole importancia al cuidado de la salud mental?

Sí, me parece muy valioso que lo haga. Yo recuerdo que la primera vez que yo participé en un programa fue con don Francisco y abordamos el tema muy francamente. Fue impresionante la cantidad de gente que me escribía para agradecerme que lo reconociera. Hay mucha gente que siente una debilidad en reconocerlo. Hay mucha gente que tiene consecuencias de reconocerlo en el mundo laboral, en distintos lugares. Entonces, el que una figura pública que estuvo en un desafío presidencial lo haya reconocido, a mí me impactó la cantidad de gente que me agradecía y me expresaba sus experiencias. Yo valoro que el Presidente lo haga, porque los presidentes no tienen por qué ser superman ni ser perfectos. Todos tenemos nuestras debilidades. Me parece también un mínimo de transparencia. Creo que es parte de la transparencia que tienen que tener los servidores públicos de reconocer sus debilidades en materia de salud.

—Hasta 2020, se dijo que estuvo en un retiro en el sur por largo tiempo ¿Dónde estuvo? ¿Qué hizo en ese tiempo?

Yo estaba dedicado a unos emprendimientos familiares, algunos vinculados aquí en el sur, en Villarrica. Mi señora es paisajista y muy buena, la mejor de Chile, como digo yo, no porque sea mi señora, y nos fuimos involucrando en su trabajo y al recorrer distintos viveros me fui dando cuenta que no había maquinaria para transportar árboles de gran tamaño. Y busqué y obtuve la representación para Chile de una maquinaria que tiene unas espadas que se clavan, se levantan los árboles y los podemos trasladar y salvarlos. Y he estado muy dedicado a eso los últimos seis años.

—Me imagino que a un ritmo menos arrollador que el de estar en la contingencia y en la primera línea política todo el tiempo.

Sí, reconozco que no con la intensidad, no con la angustia, con las preocupaciones. Es distinto, diferente, a mí me generaba mucho estrés, no soy bueno para dar entrevistas, no me gusta mucho la figuración pública, aunque mucha gente considerará muy raro mi comentario, pero así fue siempre. Y mantengo esa intensidad sin tener esa preocupación de estar diariamente dedicado a los temas y a resolverlos con la inmediatez que requiere la política. Pero soy intenso para trabajar, así que no he parado a hacerlo.

Pablo Longueira: “Me da pena, antes había una discusión intelectual. Hoy hay una mediocridad tremenda”

—¿Qué reflexiones le dejó ese periodo fuera del ajetreo habitual de la política?

Mira, tengo como sentimiento de… de repente me da pena porque nosotros fuimos parte de un periodo donde había mucha mirada país de las cosas, aunque pensáramos distinto, de buscar dónde nos encontrábamos, de priorizar país, había una discusión intelectual muy potente. No la veo hoy día, no la veo. Se vive en trinchera, y esto finalmente se traduce en lo que está viviendo el país, que hay una mediocridad instalada, hay una frivolidad instalada tremenda. Entonces muchas veces me da pena porque, bueno, ya hoy día va a ser el país de mis nietos, entonces, antes uno se dedicó al servicio público con mucha abnegación, y veo con mucha preocupación también que hoy día a todos los sectores políticos les cuesta cada vez más reclutar gente preparada, gente proba, gente que quiera ir a servir. Cuesta convocar porque hay mal ambiente político, y yo creo muy importante volver a recuperar una amistad cívica que busca acuerdos, un entendimiento en cómo sacamos el país adelante.

Estamos enfrentando problemas de inseguridad, de narcotráfico, de una profundidad muy preocupante, y uno no ve qué se está haciendo para que no lleguemos (a la situación de otros países). Si no hacemos nada hoy vamos a llegar a un escenario similar. Si no revertimos el escenario que estamos viviendo hoy día, que ya es un escenario complejo, que no era parte de la delincuencia chilena, el día de mañana la complejidad para resolverlo es muy compleja, y muchas veces esas situaciones hacen emerger a líderes populistas, a líderes autoritarios. Entonces creo que es muy importante retomar ese espíritu de entendimiento, de darle legitimidad a los acuerdos. Echo de menos esa voluntad, esa disposición a pensar en Chile primero y no en ventajas partidistas, personales, pequeñas.

—Históricamente se ha bromeado mucho con que usted hablaba con Jaime Guzmán, pero usted explicó en su momento que en realidad era un sueño. Si pudiera volver a hablar con él ¿Qué reflexión le pediría? ¿Qué le preguntaría?

Precisemos bien esto, porque si no van a decir que volví a hablar con él, pues… (Ríe). Yo creo que la centroderecha ha tenido tres personas muy excepcionales, que le han dado identidad a una centroderecha chilena que prácticamente no existía hasta antes del 73. El primero fue Miguel Kast, que a los 36 años se fue con un cáncer a los huesos. Se fue, su muerte dejó un legado y supieron todos sus amigos conservarlo en el tiempo. Posteriormente vino lo de Jaime y también su partida, la forma… Todas estas partidas tienen algo de dramático, porque también con su muerte inesperada, se van en un minuto en que su muerte también impacta, en que sus seguidores continuamos su legado. Y ahora volvimos a vivir la tercera muerte de una persona excepcional, como era Sebastián Piñera, y el legado, depende de sus colaboradores y las personas más cercanas a él para que lo estructuren.

En el caso de Jaime, yo creo que Jaime hoy día destacaría el estilo, marcaría más que los valores, los principios, lo que hay que defender, creo que hoy día se volcaría en darle sentido al servicio público, en el estilo de hacer política. Para él la coherencia era algo esencial para difundir ideas. Yo creo que iría más por esa línea de retomar una ética pública que está muy perdida. Un sentido profundo, para él el servicio público era el mayor trabajo que podía hacer, tomar, abrazar a una persona, y creo que eso hay que volver a recuperarlo porque sin esa coherencia no se siembra. Y él sembró siendo una persona muy coherente y eso es lo que yo rescataría si hoy día tuviera la oportunidad de conversar con él.

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