Cuando Johan Tomas Wiklund llegó a Chile, en junio de 2022, su popularidad —simplemente— explotó. Autodenominado como el “embajador tuitero”, el representante de Suecia en Chile, se volcó a redes sociales para comunicar su trabajo. Su tono cercano y amable le dio resultados inmediatos: su primer saludo en lo que hoy es X no sólo se empinó por sobre los 30 mil likes y sumó más de 24 mil seguidores, sino también lo elevó a numerosas portadas de prensa.
Sin embargo, detrás de su rostro cordial, se esconden acusaciones de maltrato laboral de parte de trabajadores que prestan o prestaron servicios en la casa diplomática. Al menos dos ya ingresaron demandas laborales en las que apuntan directamente contra el embajador y su esposa, Mónica, como los responsables de los hostigamientos y persecuciones.
Según denunció una de las trabajadoras, el matrimonio sueco incluso llegó a encerrarla en un cuarto contra su voluntad, en medio de lo que serían “delirios paranoicos” de parte de la cónyuge de Wiklund.
La culpa “de los trabajadores”
—No quiero volver a verte nunca más.
Juan Zamora Mena (63) llegó a trabajar a la Embajada de Suecia en Chile en 1994. Según contó en una demanda laboral ingresada el 8 de mayo pasado, se desempeñó como jardinero sin mayores sobresaltos hasta mediados de 2022. Todo cambió de golpe con la llegada de Wiklund como nuevo jefe de la delegación escandinava.
Y es que su arribo causó expectación entre los empleados del edificio de calle Apoquindo. Al presentarse en la casona, el matrimonio solicitó que los llamaran por su nombre de pila. A los trabajadores les dio la idea de que iban a ser jefes cercanos, amigables y relajados. Pero, según el libelo, los problemas comenzaron al poco andar. El primero de ellos, se originó porque Zamora y una compañera de trabajo ocupaban un refrigerador que se encontraba en el salón de eventos de la construcción.
—Nosotros pagamos impuestos y ustedes no —dice Juan que le dijo Mónica Wiklund para prohibirle el uso del aparato. Sólo ella y su cónyuge podían hacerlo, les advirtió.
De ahí en más la situación escaló: el trabajador asegura que la mujer del embajador lo acusó en varias ocasiones de ser “ladrón”, “chismoso” y de formar parte de una supuesta conspiración en contra suya.
De acuerdo a la denuncia, en una oportunidad Mónica lo esperó fuera de la ducha para encararlo y para mostrarle fotos de mujeres que —según ella— eran parte de esa red que buscaba perjudicarla. La denuncia estipula que lo trató de “cínico, de traidor y de mentiroso”.
“Cada vez que se intentó levantar estos temas con el embajador, él hacía caso omiso de lo que acontecía en su ausencia, encargándose de culpar a los trabajadores por las situaciones vividas con su cónyuge”, reza el libelo.
“Conspiración en la embajada”
La supuesta conspiración contra Mónica Wiklund está contenida en una segunda demanda contra el embajador. Yusmary Prada Ramos llegó en agosto de 2024 a prestar servicios como asesora de hogar para el diplomático. Arribó justo cuando la guerra ya se encontraba desatada a otros empleados de la residencia. Varios renunciaron y otros debieron empezar a rotar para cubrir los cargos faltantes.
En su caso, sostiene Yusmary, los hostigamientos comenzaron luego de que a Mónica se le perdiera un bolso con sus tarjetas bancarias, llaves del auto y papeles personales.
—Dijo que iba a mandarnos presos —recuerda la denunciante en su demanda.
Al día, sin embargo, todo quedó en nada: el bolso había aparecido debajo de la cama, porque “el perrito lo había llevado ahí”.
En enero de 2025, la situación empeoró. Tras retornar de un viaje a Suecia, Mónica —dice Yusmary— volvió cambiada: “Se notaba en un constante estado de paranoia”, versa el libelo.
Esto se reflejó —añade la demanda— en que los Wiklund prohibieron la entrada a su residencia de cualquier trabajador de la embajada. Mónica comenzó con ataques de pánico, porque —según ella— personal de la misión diplomática la había amenazado de muerte en reiteradas oportunidades tras descubrir una red de robos al interior de la delegación.
—Me pidió que, si a ella le llegaba a pasar algo, “hiciera todo el escándalo posible” y acusara a esas personas del crimen que habían cometido —cuenta la trabajadora.
Un mes después, en febrero, todo volvió a agravarse: Mónica empezó a acusarla a ella de formar parte de la conspiración. Según desclasifica Yusmary, la acusó de ingresar personal de la embajada a la residencia, con el propósito de “espiarlos” y “dañar los equipos de la residencial”.
El objetivo de los supuestos conspiradores era variado: cortar el agua caliente de la casa, romper las bombas de agua de la piscina, instalar cámaras y hasta cortar un cable del ascensor.
La paranoia —dice la trabajadora— comenzó a asustarla. Pidió una reunión con el embajador para que le presentara pruebas de las acusaciones que su pareja hacía en contra suya. Si alguien entraba a la embajada, debía quedar registro de todo: fecha, hora, número de placa, identificación…
“Su respuesta fue que seguro que había entendido mal, que ellos no pensaban mal de su trabajo (…) Wiklund pidió disculpas y aseguró que era parte del estrés”, sostiene la demanda.
El panorama —de acuerdo al libelo— estuvo lejos de mejorar después de esa reunión:
—Dime cuánto te están pagando y yo te pago el doble, traidora. No te vamos a recomendar con tu próximo embajador —dice Yusmary que le dijo Mónica.
Consultada por BBCL Investiga, desde la Cancillería explican que las embajadas y representaciones diplomáticas extranjeras en Chile “no gozan de inmunidad de jurisdicción respecto de demandas laborales”.
“Estas son conocidas por la justicia, y ello es compatible con lo que señala el derecho internacional e interno de nuestro país”, detallan.
“Te traen dinero en efectivo”
Según recuerda la trabajadora, “el peor día de su vida” ocurrió el 14 de marzo de 2025, cuando Mónica y el embajador la “encerraron en un cuarto en contra de su voluntad”. Allí, relata, fue acusada de presentar información falsa a los técnicos de mantención que trabajan en la residencia.
—¿A quién estás dejando entrar sin autorización? ¿Por qué contrataste un hacker para bajar toda la información de nuestra internet? —la interrogaron, según el libelo—. No podía hablar, solo llorar y llorar sin entender porque ellos me acusaban de tantas cosas sin pruebas.
Según dice, estuvo en ese cuarto por más de dos horas. Allí —acota— se vio obligada a entregarle su celular a Mónica para que revisara su celular y sus cuentas bancarias.
—No sirve de nada porque ellos te pagan cuando te metes aquí en nuestra ausencia y te traen dinero en efectivo —dice Yusmary que le dijo Mónica.
Según la demanda, la trabajadora “terminó de convencerse que Mónica Wiklund sufría de algún tipo de alteración, trastornos mentales, que no han sido tratados (…) porque pasaba de actuar normal a gritar, alterarse, insultarla para después calmarse”.
En marzo de 2025, los maltratos volvieron a escalar: Yusmary dice que estaba en su horario de colación cuando fue llamada por Mónica.
—Maldita desgraciada, lárgate a limpiar mi casa. Muerta de hambre, para eso te pago. Si no quieres trabajar, lárgate de aquí —le habría gritado la esposa del embajador con él presente.
Acto seguido, reza la demanda, Mónica se abalanzó en contra de Yusmary para agredirla
físicamente, mientras que el embajador logró evitar que se concretara el ataque.
“Pasados 10 minutos recibió una llamada del demandado diciéndole que tomara la tarde libre y que volviera mañana a conversar de un aumento salarial”, cierra el documento judicial.
La licencia
Para ese entonces, Juan Zamora ya estaba con licencia médica. Cansado de los malos tratos, había recibido atención de la Asociación Chilena de Seguridad, donde comprobaron que padecía una enfermedad laboral que se “relaciona de manera directa a la hostilidad de su jefatura”. En marzo de este año, mientras iba a retirar ropa del trabajo para lavarla, Wiklund lo abordó:
—No quiero volver a verte nunca más —dice Juan Zamora que le dijo el embajador.
El trabajador entendió que estaba desvinculado, algo que aún no ha sido aclarado, al no existir una carta de despido formal.
Yusmary corrió una suerte similar. En los controles médicos le detectaron trastornos de adaptación y episodio depresivo grave. La epicrisis revela que estuvo internada dos días en la ACHS. Más tarde fue trasladada a la clínica del Carmen San Juan de Dios para un mejor tratamiento. Allí estuvo otras dos semanas.
“En la actualidad la ACHS le ha emitido otra licencia médica, con la finalidad de que siga el proceso de recuperación que va ser largo, por la consecuencia de todo el maltrato que ha sufrido en manos de la conyugue Mónica con el beneplácito o autorización del demandado”, cierra el libelo de la trabajadora.
Juan Zamora pide más de $100 millones por daño moral. Yusmary otros 200.
La Embajada de Suecia no estuvo disponible para atender las consultas de esta Unidad de Investigación. A través de un correo, indicaron que el embajador “está al tanto de las denuncias/acusaciones y las toma muy en serio”.
“Velamos siempre por un buen ambiente laboral. No podemos hacer comentarios sobre casos legales en curso“, acotaron.
Fuentes de BBCL Investiga sostienen que Wiklund oficializaría su salida del cargo en los próximos días, aunque sin establecerse aún las razones.