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Marisela Escobedo, la madre e ícono de la lucha contra la impunidad femicida que murió tres veces

08 marzo 2021 | 08:00

“Le he perdido el miedo a todo”, dijo Marisela Escobedo frente a una cámara, a la que se dirigía para exigir a las autoridades mexicanas que hagan justicia por el asesinato de su hija.

A Marisela se le vio caminando por las calles de Chihuahua con el rostro de su hija en el pecho. Reiteradas veces declaró ante la prensa exigiendo la justicia que el Estado no le estaba proporcionando. Día a día exigía que lo que le sucedió a ella, no volviera a ocurrir nunca. Ante esto, todo un país supo su historia y la transformó en un símbolo.

“Le he perdido el miedo a la muerte”, dice, “que es lo peor que me podría pasar”.

Y lo peor pasó.

La familia de Marisela aseguraba que su muerte era inminente. “No me vi en shock en ese momento porque lo presentía”, dijo uno de sus cinco hijos. Asimismo, su hermana, declaró que “sabía que eso iba a pasar”.

El pasado 17 de diciembre se cumplieron 10 años de la muerte de Marisela Escobedo Ortiz. Un disparo en la cabeza frente al Palacio de Gobierno en Chihuahua le quitó la vida que, dicen, ya había perdido dos veces antes.

La primera muerte

La primera vez que Marisela perdió la vida fue cuando asesinaron a su hija, Rubí, de 16 años, en agosto de 2008 en Ciudad Juárez, México. El autor del crimen fue la entonces pareja de la joven, Sergio Rafael Barraza.

La familia de Rubí nunca estuvo de acuerdo con la relación que mantenía con Barraza, quien era 8 años mayor que ella. Siempre les llamó la atención que, mientras pasaba el tiempo, menos contacto tenían con la joven.

En 2007 Rubí quedó embarazada y Marisela les habilitó, a ella y a su pareja, un departamento para que vivieran juntos.

Un día que la joven no contestaba llamadas ni mensajes de su familia, sintieron que algo extraño estaba pasando. Al llegar al departamento donde vivían, sólo estaba Sergio Barraza con la pequeña de 1 año. El hombre dijo que Rubí se había ido con otro “vato”.

Tras días de búsqueda, se enteraron que Barraza la había asesinado, quemándola en un tarro de basura para luego enterrar lo que quedó de ella en un tiradero de restos porcinos, según explica un reportaje de BBC News.


Rubí fue considerada como una de “las muertas de Juárez”. La expresión hace referencia a la gran cantidad de mujeres asesinadas por hombres en la localidad mexicana del estado de Chihuahua.

Generalmente, las víctimas eran niñas o mujeres jóvenes entre 15 y 25 años que, además, suelen ser violadas y torturadas previo al asesinato.

En 1993 se registró el primer caso con la muerte de Alma Chavira Farel, quien fue abusada sexualmente y estrangulada. No hay rastro de ese hecho en los archivos de los investigadores, ningún expediente con su historia.

En 2008, el año que mataron a Rubí, hubo 89 femicidios – o feminicidios como se le conoce en México – en Ciudad Juárez. En 2010, el año que mataron a Marisela, hubo 303. Para 2012, la cifra aumentaba a más de 700 jóvenes asesinadas al año.

Según las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México (Sesnsp), en 2015 se registraron 411 delitos tipificados como femicidios. En 2016 aumentaron a 605, en 2017 a 742, en 2018 alcanzaron los 893, en 2019 incrementaron de forma alarmante a 940 y, hasta noviembre de 2020, oficialmente fueron 860.

Los datos corresponden únicamente a los delitos que legalmente se tipificaron como femicidios, sin embargo se asegura que la muerte de mujeres es inmensamente mayor en México.

Desde el día en que Rubí murió, Escobedo se dispuso a encontrar al asesino y llevarlo tras las rejas, con tal de obtener la justicia que las autoridades mexicanas no le estaban brindando.

En 2009, Marisela encontró a Barraza en el estado de Zacatecas y logró que lo encarcelaran, luego que él mismo se declarara culpable por la tortura y asesinato de Rubí.

Su segunda muerte

En abril de 2010 se enjuició a Barraza por el asesinato de Rubí Frayre. Durante la semana del juicio, Marisela caminaba todos los días por las calles de Chihuahua con una foto de su hija, presionando para que se hiciera justicia.

El 26 de abril, la Fiscalía de Chihuahua liberó a Barraza porque “no se podía comprobar el delito”, a pesar que horas antes, en el mismo juicio, el hombre había confesado el crimen, incluso pidiéndole disculpas a la madre de Rubí.

Para Marisela, la impunidad del asesino de su hija, significó una segunda muerte.

“Quisiera que el feminicidio de Rubí sea el último en el país”, repetía constantemente Escobedo, quien se convirtió en el símbolo de la lucha contra la impunidad en México, motivada por la sentencia absolutoria de quien mató a su hija.


Escobedo se encargó de liderar una serie de protestas en contra de la impunidad de los femicidas, exigiendo sobre todo, la recaptura del asesino de su hija.

Uno de los eventos más recordados fue cuando caminó desnuda por las calles de Ciudad Juárez, teniendo, pegada a su cuerpo, fotos de Barraza y de Rubí. Frente a la despreocupación y silencio de las autoridades, Escobedo estaba dispuesta a todo para llamar su atención.


Otra de sus caminatas la hizo pintada de payaso. “Fue un teatro. Los payasos fuimos nosotros y los que se rieron fueron ellos”, dijo.

El 8 de diciembre de 2010 inició un plantón frente al palacio de Gobierno de Chihuahua. Dormía fuera de la sede con letreros y pancartas que denunciaban la impunidad en el caso de su hija.

El fin de Marisela

La noche del 16 de diciembre, Marisela estaba instalada frente al edificio gubernamental cuando un hombre descendió de un auto, le gritó, la golpeó y la persiguió para finalmente arrebatarle la vida con un disparo en la cabeza y luego huir en el vehículo que lo estaba esperando.


Escobedo estaba amenazada de muerte por el grupo de crimen organizado “Los Zetas”, al que pertenecía el asesino de su hija.

Su asesinato, que fue grabado por cámaras de seguridad del lugar, desató una nueva ola de protestas en todo México.

“Marisela vive, vive; la lucha sigue y sigue”, gritaban grandes grupos de personas que ahora demandaban justicia no sólo por Rubí, si no que también por su madre.

El gobierno de Chihuahua, ante la presión de la población, aseguró haber encontrado al asesino de Marisela y lo encarceló. José Enrique Jiménez Zavala, apodado El Wicked, perteneciente a la banda de narcotraficantes “Los Zetas”, confesó el crimen.

Sin embargo, la familia de Escobedo no aceptó que él fuera el culpable. Insistían que Jiménez había sido torturado para asumir la culpa por el asesinato de Marisela, y que el verdadero culpable era Andy Barraza, el hermano de Sergio Rafael, asesino de Rubí.

Andy, encarcelado por robo agravado, jamás ha sido citado a declarar por su vínculo en el asesinato de Marisela.

En noviembre de 2012, Sergio Rafael Barraza murió en un tiroteo en Zacatecas. Ese día se cerró el caso de Rubí y el de Marisela, ambos con impunidad.


En 2019 se presentó una demanda contra el Estado Mexicano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para determinar su responsabilidad en el caso de Marisela y de Rubí.

A pesar que ambos casos se habían dado por cerrados, la Fiscalía de Chihuahua recientemente informó que se reabriría el caso de Marisela para “profundizar en algunas líneas investigativas”, según publicó Infobae.

Con el objetivo de rendirle homenaje, el pasado 14 de octubre, Netflix estrenó un documental llamado “Las tres muertes de Marisela Escobedo”.

Como lo describe Vogue México, a través de testimonios e historias, la pieza cinematográfica recrea la violencia contra la mujer que se vivía en aquel momento con las “muertas de Juárez”, pero no deja de plasmar la problemática realidad actual sobre los femicidios en México y la impunidad de los culpables.

Cada día, 10 mujeres son asesinadas en México y el 97% de los femicidios quedan impunes. Muchos dicen que en ese país, “nacer mujer es una sentencia de muerte”.