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En un contexto donde la salud mental se ha convertido en una preocupación central para los chilenos, el consumo de antidepresivos ha experimentado un incremento notable. Chile se posiciona como el quinto país de la OCDE con mayor aumento en el uso de estos medicamentos entre 2015 y 2022. Este fenómeno ha sido atribuido a diversos factores, entre ellos, la denominada “tiranía de la felicidad”
El concepto de “tiranía de la felicidad” se refiere a la presión cultural que impulsa la idea de que la felicidad es el único estado emocional válido. En esta ocasión, Loreto Álvarez conversa con Jaime Silva, doctor en psicobiología y director del Instituto de Bienestar Socioemocional de la Universidad del Desarrollo, explicó que esta tendencia cultural fomenta que la felicidad sea vista como la única aspiración legítima.
Según Silva, esta tendencia favorece más el control de las emociones que la comprensión del mundo emocional. “Cuando tú miras los países donde se intenta que las personas crean que la felicidad es el único estado posible, justamente son los países que más reportan depresión, ansiedad o dificultad en el tema de la salud mental”, reflexionó.
Con respecto al impacto de las redes sociales en la percepción emocional, el doctor destacó que en plataformas como Instagram o Facebook, se presenta una sucesión de momentos felices, lo que puede generar una desconexión con la realidad emocional de las personas. “Nos lleva a no mirarnos, a perder de vista que la mayor parte de las experiencias emocionales que tenemos en el día a día no necesariamente son placenteras”, advirtió.
Esta desconexión puede dificultar el crecimiento personal y hacer que las personas sean menos resilientes frente a las adversidades. “Confundir eso con problemas de salud mental o trastornos es algo que nos dificulta crecer y, problemáticamente, nos hace menos resilientes”, añadió Silva.
Durante la entrevista se aborda la importancia de reconocer y comprender las emociones, donde enfatizó la relevancia de ser conscientes del mundo emocional propio. “El motor del autoconocimiento es el mundo emocional”, afirmó. Al abrir este mundo, las personas no solo aprenden sobre lo que sienten, sino también sobre quiénes son y cómo se relacionan con los demás. “Las emociones nos dicen algo de nuestra historia, si tú no escuchas ese mensaje, pierdes mucha información”, reflexionó.
En este sentido, Silva destacó la importancia de educar a las nuevas generaciones en la comprensión y expresión de sus emociones. “Si yo a las niñas y niños en su educación les enseño que tienen que no tener sus emociones, estoy perdiendo todo el mensaje”, concluyó.
En conclusión, la creciente medicalización de las emociones y la presión por alcanzar una felicidad constante son fenómenos que requieren una reflexión profunda. Es esencial promover una cultura que valore la comprensión y expresión de todas las emociones, no solo las positivas, para fomentar una salud mental integral y resiliente.