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Chile era una colonia pobre que vivía en constante guerra con los mapuches. Sin embargo, había ocasiones en que se organizaban celebraciones con fastuosa pompa y gasto. Una de ellas ocurrió el 3 de noviembre de 1789, cuando en Santiago se proclamó y juró lealtad al nuevo rey de España, Carlos IV.
El monarca anterior, Carlos III, había muerto en diciembre de 1788, pero la noticia llegó a Chile recién en abril del año siguiente. Aunque el nuevo rey ya había asumido, la ceremonia oficial se realizó en la capital casi un año después.
¡Viva el rey!
Durante tres días, los retratos del rey y la reina se exhibieron en el Palacio del Presidente y en el Ayuntamiento, custodiados por tropas. A las cinco de la tarde, el presidente salió portando el estandarte real, acompañado por las principales autoridades y vecinos.
En la Plaza de Armas, el escribano leyó la real cédula que anunciaba la llegada al trono de Carlos IV. Cuatro caciques indígenas, traídos desde el sur, fueron obligados a jurar obediencia al monarca. Luego, el capitán general alzó el estandarte y exclamó tres veces: “España y las Indias por el señor don Carlos IV, que Dios guarde”, a lo que la multitud respondió con un “¡Viva el rey!”.
Las campanas de las 26 iglesias de Santiago repicaron mientras se disparaban salvas desde el cerro Santa Lucía. Se repartieron medallas conmemorativas, incluso a los caciques, y el estandarte fue llevado por las calles Ahumada y la Cañada.
La marcha reunió a más de 300 caballeros e indígenas, finamente vestidos y montados en caballos adornados. Por la noche, el palacio se iluminó y se ofreció un banquete, seguido de tres días de festejos que llenaron de luces la ciudad y los cerros cercanos.
En este video, Nibaldo Mosciatti relata el día en que Chile juró lealtad al rey de España, Carlos IV.