La Ley Lafkenche, soberanía y Zalaquett

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Pocas distinciones son más lamentables que aquella que divide a los chilenos entre indígenas y no indígenas. Sin embargo, una de las conclusiones más claras del proceso constituyente que hemos vivido los últimos años es que la gran mayoría de los ciudadanos no estamos dispuestos a tolerar este tipo de diferenciaciones entre chilenos. No obstante, la verdad es que esta calificación tiene actualmente efectos jurídicos concretos en nuestro ordenamiento. Uno de los casos más emblemáticos de lo descrito es el de la Ley Lafkenche, la que data del 2008 sin grandes discusiones políticas ni ciudadanas al respecto y pese a los tremendos efectos que produce su aplicación práctica, como la conflictividad entre chilenos, la fragmentación de Chile y otros problemas vinculados a la seguridad.

La verdad es que llegó el momento político para abrir el debate y revisar esta mala ley, porque no hay mal que dure 100 años y, por supuesto, no hay tonto que lo aguante. Si la plurinacionalidad y la fragmentación de Chile fue rechazada contundentemente hace más de un año, no hay razones para mantener intacta una ley que, hasta cierto punto, constituye una manifestación concreta de aquello, que pone en peligro la seguridad, la soberanía nacional y la igualdad ante la ley de todos los chilenos.

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Pocas distinciones son más lamentables que aquella que divide a los chilenos entre indígenas y no indígenas. Sin embargo, una de las conclusiones más claras del proceso constituyente que hemos vivido los últimos años es que la gran mayoría de los ciudadanos no estamos dispuestos a tolerar este tipo de diferenciaciones entre chilenos. No obstante, la verdad es que esta calificación tiene actualmente efectos jurídicos concretos en nuestro ordenamiento. Uno de los casos más emblemáticos de lo descrito es el de la Ley Lafkenche, la que data del 2008 sin grandes discusiones políticas ni ciudadanas al respecto y pese a los tremendos efectos que produce su aplicación práctica, como la conflictividad entre chilenos, la fragmentación de Chile y otros problemas vinculados a la seguridad.

La verdad es que llegó el momento político para abrir el debate y revisar esta mala ley, porque no hay mal que dure 100 años y, por supuesto, no hay tonto que lo aguante. Si la plurinacionalidad y la fragmentación de Chile fue rechazada contundentemente hace más de un año, no hay razones para mantener intacta una ley que, hasta cierto punto, constituye una manifestación concreta de aquello, que pone en peligro la seguridad, la soberanía nacional y la igualdad ante la ley de todos los chilenos.