Niall Ferguson, La guerra del mundo

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La guerra del mundo debe leerse con atención, y ciertamente vale la pena tomarse el tiempo que requieren sus páginas. Es una obra para aprender sucesos e interpretaciones de los mismos, donde el detalle no debe consumir el problema, sino que debe integrarse en las coordenadas más amplias de la historia global, desde Siberia a Cuba, desde Washington a Japón, desde Inglaterra a China y tantos otros focos de desarrollo histórico. La obra tiene la particularidad de incorporar, cuestión que se agradece, no sólo las fuentes históricas tradicionales, sino que una exquisita y bien escogida lista de obras literarias que permiten tanto describir historias como avanzar analogías, explicar a través de la ficción como interpretar el mundo. Así, la vida de los soldados en la Primera Guerra Mundial cobra vida real en las obras y personajes de Barbusse, Remarque, Lussu o Manning; el totalitarismo se puede observar a través de Orwell; así como la creación de Tolkien ilustra momentos dramáticos en los que Mordor debe ser enfrentado por los hombres corrientes llamados de manera imprevista –pero decidida– al combate y la gloria.

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La guerra del mundo debe leerse con atención, y ciertamente vale la pena tomarse el tiempo que requieren sus páginas. Es una obra para aprender sucesos e interpretaciones de los mismos, donde el detalle no debe consumir el problema, sino que debe integrarse en las coordenadas más amplias de la historia global, desde Siberia a Cuba, desde Washington a Japón, desde Inglaterra a China y tantos otros focos de desarrollo histórico. La obra tiene la particularidad de incorporar, cuestión que se agradece, no sólo las fuentes históricas tradicionales, sino que una exquisita y bien escogida lista de obras literarias que permiten tanto describir historias como avanzar analogías, explicar a través de la ficción como interpretar el mundo. Así, la vida de los soldados en la Primera Guerra Mundial cobra vida real en las obras y personajes de Barbusse, Remarque, Lussu o Manning; el totalitarismo se puede observar a través de Orwell; así como la creación de Tolkien ilustra momentos dramáticos en los que Mordor debe ser enfrentado por los hombres corrientes llamados de manera imprevista –pero decidida– al combate y la gloria.