Comenzando con sus inicios y su primer acercamiento al marxismo-leninismo, se remonta a su época universitaria: “Yo tuve una formación muy católica, cuando llego a la universidad, Católica por supuesto, la generación anterior a la mía, emigró y dió espacios para nuevos liderazgos. Y por nuestra formación, llegamos al compromiso, por mero sentir que era la desigualdad social, pobreza, pero no teníamos una explicación ‘científica’ de por qué sucedía. Y es ahí donde nos llega este marxismo-leninismo desde Europa que daba una respuesta, hoy creo que no es así”.
Respecto al gobierno de la Unidad Popular y las complicaciones que enfrentaron, Óscar repasa los problemas del programa: “Llegamos con tres tercios a la elección, eso a la larga fue parte del fracaso. No era un programa de mayoría, esa fue una de las razones que enajenó el apoyo de la clase media a la UP. Era un programa ideológico y no electoral”.
Para el ex subsecretario de Economía, el gobierno tuvo dificultades desde un comienzo: “Antes que asumiera Allende, se optó por desestabilizarlo. Los americanos (estadounidenses) estaban sensibles aún por Cuba. Y para nosotros no había límites para la posibilidad de actuar. Sin embargo, incluso los tres grandes referentes del comunismo (Cuba, China y la Unión Soviética) tenían reparos con el modelo chileno”.
Respecto al Golpe de Estado, Óscar cierra con la siguiente reflexión: “Es la derrota más grande de la izquierda en Chile y América Latina”.
En torno a la figura de Salvador Allende, quien fuera secretario general del MAPU, narra el lado más democratico del ex presidente: “El decía que era marxista, pero era un demócrata. Se confunde a Allende con la UP. El que perdura es el que no tiene que ver con la Unidad Popular”.
Incluso, hace un paralelismo en cómo se ve la figura del ex mandatario en el mundo: “Allende es sinónimo de democracia, Pinochet de golpista, dictador, violador de derechos humanos y corrupción”.