“El fútbol debería acordar que no se pueden jugar torneos en países que apoyen activamente el terrorismo”. La frase es atribuida a Reinhard Grindel, presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) y fue señalada ayer lunes, una vez que se conociera la decisión de Arabia Saudita de romper relaciones diplomáticas con Qatar, la que fue seguida por otras naciones de Medio Oriente.

El anuncio, justificado bajo la acusación de socavar “la seguridad y la estabilidad de la región y su incapacidad para cumplir con los compromisos y acuerdos internacionales”, no solo repercute en términos políticos, sino también suma otra sombra más a la realización en suelo qatarí de la Copa Mundial de 2022, que ha sido cuestionada desde que se tomó la decisión de otorgarle el derecho de organizar el evento.

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El 2 de diciembre de 2010, el Comité Ejecutivo de FIFA decidió que Rusia y Qatar alberguen los mundiales de 2018 y 2022, en una determinación que levantó polémica. Pese a que el en ese momento presidente de la organización, Joseph Blatter, aseguró que la decisión no tenía que ver con el dinero qatarí y solo venía a saldar una deuda con el mundo árabe.

Pese a las palabras de Blatter, las investigaciones iniciadas a partir del otorgamiento del Mundial a Qatar por sobre Estados Unidos fueron profundizando las dudas y terminaron abriendo una brecha judicial que afectó a Blatter y marcó el camino de su salida de FIFA.

Ese fue el inicio de las críticas, a las que se sumaron temas de logística como el clima y las fechas en que se desarrollará, fijadas del 21 de noviembre al 18 de diciembre. También hay otras de mayor calibre, como las denuncias sobre las condiciones laborales de los obreros que participan de la construcción de los estadios, varios de los cuales han perdido la vida.

Pero, a juicio de los expertos, este nuevo escenario diplomático pone en serio riesgo la realización del evento. El experto en la región del Golfo Pérsico del Instituto Baker de Houston, Kristian Ulrichsen, señaló a la agencia de noticias AFP que el anuncio saudí “es un gran aumento de la presión sobre Qatar”, ya que “uno de sus mayores argumentos (para organizar la Copa del Mundo) era que Qatar es uno de los países más estables de Oriente Medio“.

Por eso, las palabras del presidente del fútbol alemán parecen marcar lo que viene para el comité organizador del Mundial. De hecho, ya dejó en claro que sostendrá reuniones sobre el tema con la UEFA e incluso el gobierno alemán, en busca de una “solución política”. La sede de Qatar para 2022 nuevamente está en duda.