Tras los magros pasos de David Moyes y Louis Van Gaal, los dirigentes del Manchester United apostaron por José Mourinho como líder de un equipo que aún no superaba el adiós del mítico Sir Alex Ferguson.

La confirmación de la llegada del portugués agitó a una hinchada acostumbrada a ganar, pero que en los últimos años ha tenido que convivir con una extraña sensación de frustración. Ahora tendrían a un multicampeón en el banquillo, a un tipo que ha tenido éxito en todos lados y al que le dieron un amplio presupuesto para que armara un plantel a su gusto. Era el primer paso en la vuelta al estrellato, pensaron muchos en Inglaterra.

Todo partió bien. El triunfo en la Community Shield ante el sorprendente Leicister y los primeros partidos de la Premier auguraban una buena temporada.

Pero no. El United era un equipo espeso, sin contundencia en ninguna de las dos áreas y con nulas respuestas individuales. De sus primeros 17 partidos, ganó nueve, empató tres y perdió cinco, incluyendo algunos tropiezos resonantes ante el Burnley (0-0), el Chelsea (0-4), el Stoke (1-1), el Watford (1-3) y el Manchester City (1-2).

El colofón a su mal comienzo fue la caída ante el Fenerbahce en la Europa League. Una vez consumada la derrota en suelo turco, Mourinho apuntó los cañones hacia su plantilla. “Creo que ellos se merecieron ganar. El fútbol no es sólo calidad, también es esfuerzo y compromiso. Se trata de jugar al límite y darlo todo”, dijo el ex del Real Madrid. Los dichos molestaron a sus dirigidos, pero al mismo tiempo fueron el acicate para salir de su lúgubre momento.

Archivo | Agence France-Presse
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A partir de ahí ‘Los Diablos Rojos’ han encadenado una racha de 13 partidos invictos en todas las competiciones. Sus últimos seis partidos en Premier League se cuentan por victorias, resultados que lo han puesto en la batalla para las clasificaciones europeas. Los de Mourinho están a dos puntos del Arsenal, el quinto y clasificado a Europa League, y a tres del Manchester City, la última escuadra en sacar boleto para la próxima Champions.

El United no es aún ese equipo implacable y seguro que pretende el estratega luso, pero da buenas señales. Clave para el éxito ha sido encontrar un mediocampo equilibrado. Michael Carrick ha vuelto a ser el soldado silencioso que recupera balones y entrega con pulcritud; el español Ander Herrera dirige a la tropa sin hacerle el quite a la marca y Paul Pogba, el fichaje más caro de la historia, de a poco va entendiendo que no tiene que driblearlos a todos ni buscar la portería rival con desespero.

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La solidez en medioterreno ha encontrado respaldo en la contundencia de Zlatan Ibrahimovic, un finalizador de lujo que lleva anotados 17 goles en 27 partidos en su primera temporada en Manchester y que cada día se entiende mejor con Juan Mata y Henrikh Mkhitaryan.

Para continuar trepando en la Premier y pelear la Europa League -que lo tiene en dieciseisavos de final- Mourinho prepara ofertas por dos estrellas del Atlético de Madrid: Antoine Griezmann y Saúl Ñíguez. La operación por ambos ascendería a 170 millones de euros. El portugués también está interesado en su compatriora Pepe, al que ya tuvo en el Real Madrid. Mourinho quiere volver a la cima, el único lugar que a él le parece digno.