William Henry “Fatty” Faulker fue uno de los primeros personajes que el mundo del fútbol vio nacer. Era un arquero, pero su legado no hay que buscarlo en sus tapadas, su seguridad o ágiles reflejos. Faulker se hizo célebre en Inglaterra a finales del siglo XIX gracias a su tamaño.

Era inmenso, “es como si se colocase un oso frente al arco” decían. Medía casi dos metros y se calcula que en los últimos años de su carrera su peso estuvo bordeando los 150 kilos, algo totalmente fuera de lo común si se compara con los arqueros en la actualidad.

Pero pese a sus grandes dimensiones Faulker supo triunfar en el mundo del fútbol aunque es cierto que los cientos de aficionados que acudían al estadio se acercaban a ver al portero como quien va al circo a mirar a la principal atracción.

Aún así con todas esas “complicaciones” que significaba tener ese peso el meta llegó a levantar dos veces la Copa Inglesa con el Sheffield United y fue además campeón de la Liga. Incluso llegó a vestir la camiseta de la selección de Inglaterra, mucho más de lo que podría esperarse de un físico como el de Faulke.

Su tardío inicio en el fútbol profesional

Al arquero lo descubrieron para el fútbol profesional a los 22 años, cuando alternaba el cricket con la portería del Blackwell en un torneo local. Los veedores del Shefield, como antes lo habían hecho otros, se acercaron al campo intrigados por los rumores que se escuchaban sobre él.

Era un tiempo en donde los arqueros presentaban enormes deficiencias en cuanto a capacidades pero a los directivos del Shefield le gustó lo que vieron. Era muy grande (se calcula que en ese entonces pesaba cerca de 120 kilos), pero también se movía con rapidez y precisión.

Lo ficharon el mismo día, en los vestuarios, donde Faulke, al que se apodaba “Fatty” (gordito), firmó su primer contrato profesional. En la portería del Shefield estuvo diez años y se convirtió en toda una celebridad en el tiempo en que los “blades” eran uno de los grandes protagonistas del campeonato inglés.

Faulke formó parte del conjunto que alcanzó dos Copas de Inglaterra y una Liga, además de un subcampeonato en cada uno de los torneos. Y Fatty, el “oso”, el “gigante de Blackwell” estuvo en todos los grandes partidos de aquella época.

Lo que ocurría era que el público que acudía a los partidos festejaba más que sus atajadas las anécdotas que generaba un cuerpo que a medida que pasaban los años seguía creciendo y llegó a alcanzar los 150 kilos en sus últimas temporadas en el club.

El portero era una total atracción para los aficionados, antes de los partidos se le solían acercar los recoge pelotas para que los cogiese por su brazo y los subiese a lo alto del travesaño mientras el público aplaudía con entusiasmo.

En una ocasión, aburrido porque su equipo dominaba con autoridad, no se le ocurrió otra cosa que tratar de colgarse del larguero y sucedió lo evidente: que se partió en dos y el partido tardó una hora en reanudarse.

Su particular temperamento

También se ganó cierta fama de polémico a raíz de lo sucedido en la final de Copa de 1902 ante el Southampton. Estaba indignado con el árbitro por el gol recibido (el partido de ida finalizó 1-1) y acabó siguiendo al juez sin su camiseta por los vestuarios hasta el punto de que le hicieron falta cuatro personas para reducirlo mientras el atemorizado referí se refugiaba en el cuarto de limpieza.

Pero la historia terminó bien, ya que en el encuentro de vuelta el Shefield se impuso por 2-1 y el árbitro continuó vivo. No era la primera vez que Faulke protagonizaba un altercado por culpa de su carácter duro y sus protestas, las cuales se habían hecho célebres en su etapa en la portería de Bramall Lane (estadio del Shefield).

De hecho, los periódicos de la época aseguran que eso fue lo que acabó con su carrera internacional. Jugó un único partido, un 4-0 ante Gales en 1897. Pero a la Federación Inglesa no le gustaba su temperamento ni el hecho de que la visita de la selección pudiese convertirse en una especie de espectáculo circense por culpa del arquero.

Es por eso que no volvió a ser llamado pese a que los cuatro años siguientes fueron trascendentales para el Shefield con los dos títulos de Copa, una final, una Liga y los dos subcampeonatos.

Con más de treinta años y un físico cada vez más incompatible con el deporte Faulke se marchó a defender la portería del Chelsea durante una temporada, elenco que se encontraba en la segunda división, ante de cerrar su su carrera en el Bradford.

A los 42 años murió repentinamente. Los últimos años de su vida no habían sido demasiado propicios para él. Había tenido problemas matrimoniales, perdió los negocios que había montado en Shefield y se ganaba la vida sirviendo de atracción de feria en la húmeda y fría Blackpool donde pasaba horas vestido de arquero a la espera de que el público le disparase un penal.

Se supone que así contrajo una neumonía que acabó con su vida. Otra versión dice que que una cirrosis la que lo mató. Eso sí, nadie ha vuelto a disputarle el título del jugador más “grande” de la historia en llegar al fútbol profesional.

Breve aparición del mítico portero