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El nuevo libro de Ramón Díaz Eterovic, de 344 páginas, se deja leer rápido siguiendo los pasos del ya famoso detective privado que va realizando detrás de pistas e intuiciones.
Díaz Eterovic se ha creado una merecida fama -con su saga del detective- al punto de ser considerado el mejor escritor chileno del género policial.
La música de la soledad debiera reforzar su prestigio, con una historia profundamente enraizada en Santiago (en su centro histórico en particular) y en la contingencia del país en la que no faltan ingredientes, desde la gran minería, conflictos ambientales, ex–uniformados y ex–agentes de seguridad de la dictadura, amadas y amantes, entre otros.
La mirada que entrega Díaz Eterovic (Heredia) es profunda, melancólica, un tanto depresiva, desencantada, sensible y emotiva, distante a muchos libros del género policial.
Un punto negro. Aunque sean menores, es difícil aceptar que un escritor como Díaz Eterovic y una editorial como LOM se permitan editar un libro con algunos errores como palabras de más, de tildes y equivocarse con el apellido de uno de los nombres que asume Heredia (¿Vicente Reyes o Vicente Araya?) en el relato…
