Don Celino Villanueva: 121 años. Don Nicanor Parra: 103 años. Ya no podemos preguntarles cuál es el secreto para alcanzar el siglo de vida, pero sí podemos empezar a ver qué estamos haciendo para no alcanzarlo.

Por ejemplo, hace poco recibimos la confirmación de que el alcohol puede acortar nuestra vida. Un estudio de la Universidad de Cambridge concluyó que beber entre cinco y diez tragos por semana acortaría la vida en unos seis meses, y que más de 18 reducen la expectativa de vida en cinco años.

Y qué decir de la falta de sueño. El psiquiatra Colin Espie, académico de la Universidad de Oxford, es enfático: no dormir lo suficiente equivale a un ataque sostenido a la habilidad de funcionar del cerebro.

Los desórdenes en el sueño, y con mayor razón su privación, pueden conducir a problemas de salud físico y mental, y hay pruebas suficientes de esto, asegura Espie. La peor parte podrían llevársela quienes sostenidamente duermen muy poco. “Si alguien hace esto por un periodo suficientemente largo, su expectativa de vida será significativamente más corta”, asevera el experto.

El mensaje para los que disfrutan de la vida bohemia es claro. Pero quienes se van temprano a la cama y prefieren las bebidas isotónicas tampoco están a salvo. Hay cosas que hacemos a diario sin siquiera pensar en que quizás estamos acortando nuestra vida.

Y no tendríamos por qué pensarlo, pues no hablamos de clásicos como el sedentarismo, o el sobrepeso y la obesidad (que según la FAO cobran más víctimas que el narcotráfico), sino de actividades mucho más inocentes y que revisamos a continuación.


Estar soltero:

Según un estudio de la Universidad de Harvard, los períodos de soltería prolongados podrían reducir costarnos hasta una década de existencia. En comunidades con una diferencia alta entre el número de hombres y el de mujeres, la expectativa de vida de los miembros del género en desventaja es mucho más corta.

Por otra parte, el matrimonio, para bien o para mal, parece ser una buena manera de asegurarse algunos años extra. Un estudio al respecto concluyó que quienes nunca se casan tienen un 32% más de posibilidades de perder la vida.

Sentarse frente al televisor:

No es por la calidad de los programas (aunque ver la última temporada de The Walking Dead no ayuda mucho), sino por la falta de actividad asociada. Según reportó el New York Times, un estudio de la Universidad de Queensland, Australia, estableció las horas que se pasan frente al televisor como un potente indicador de sedentarismo y riesgos a la salud.

La investigación lleva las cosas un poco más lejos y entrega cifras claras: por cada hora de televisión que una persona de 25 años consume sentada, su expectativa de vida se reduce en 21,8 minutos. En comparación, con cada cigarrillo fumado dejamos ir 11 minutos.

Así, quien en promedio pasa seis horas diarias sentado frente al televisor tendría una esperanza de vida de casi cinco años menos que quien no lo hace. El profesor Lenner Veerman, quien lideró el estudio, además precisó que en este caso el ejercicio no contrarresta el daño de la TV; si alguien se ejercita regularmente, pero también se sienta cada día frente al aparato, su expectativa de vida será tan baja como la de quien no realiza actividades físicas.

Es decir, lo mejor sería evitar la televisión, sobre todo si lo que están dando es la última temporada de The Walking Dead.

Pixabay (CCO)
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Llevarse mal con los compañeros de trabajo:

Un estudio de la Universidad de Tel Aviv determinó que uno de los factores que aportan a la longevidad es tener una red de soporte social dentro del ámbito laboral. Los investigadores siguieron a 802 sujetos durante 20 años, confirmando que entre quienes carecían del sentimiento de reafirmación de los pares el riesgo de muerte aumenta en 2,4 veces. Además, se descubrió que la reafirmación y las relaciones con los jefes no influyen en la expectativa de vida.

Desde la perspectiva de las jefaturas, el estudio también llegó a una conclusión interesante: el control y la autoridad no influyen en el aumento del riesgo de muerte en los hombres, pero sí en las mujeres.

La falta de sexo:

O, para ser precisos, la falta de orgasmos. Hasta 50% más de mortalidad presentaron los sujetos con baja frecuencia orgásmica en un estudio que siguió a 918 hombres durante 10 años. Incluso cuando se consideran factores como la edad, el tabaquismo o la clase social, los resultados siguen siendo favorables para quienes presentan una mayor frecuencia.

Los investigadores explicitan así la conclusión fundamental del estudio: la actividad sexual parece tener un efecto de protección en la salud masculina.

Los tacos:

El largo viaje entre el trabajo y la casa no solo es incómodo y agotador, sino que también dañino para la salud. Los trayectos de alrededor de una hora tienen el esperable efecto de aumentar el estrés y causar perjuicios similares a los del sedentarismo.

El mismo estudio especifica que los efectos negativos tienen una doble fuente, pues además el tiempo que se pasa viajando de la casa al trabajo y viceversa se deja de invertir en actividades que aportan a nuestra salud. Confirmando estos resultado, un grupo de investigadores suecos establecieron vínculos entre este tipo de trayectos y problemas como obesidad, insomnio y tasas más altas de divorcio.

Se trata de un problema que se vive a diario, sobre todo en las urbes de mayor extensión, como Santiago, en donde, según un informe del CEP, el tiempo promedio de esta clase de traslados es de 50 minutos, reduciéndose la cifra a 30 minutos en el resto del país.

Pixabay (CCO)
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El miedo a la muerte:

En un tautológico y paradojal giro de los hechos, pensar demasiado en cómo evitar la muerte podría tener un efecto contraproducente. Un estudio norteamericano de 2012 desarrollado en enfermos de cáncer llegó a la conclusión de que se percibió una menor esperanza de vida en pacientes afectados por ansiedad ante la muerte.

El miedo intenso a la muerte, llamado tanatofobia, puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares entre tres y cinco veces, un dato que salió a la luz en medio de investigaciones que indagaron en los temores post 11 de septiembre y sus consecuencias en la población. El efecto es más pronunciado en personas que se acercan al límite de lo que socialmente se considera la tercera edad.

Después de repasar esta lista, vale la pena hacerse algunas preguntas: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Cuántos años he perdido viendo las 14 temporadas de Grey’s Anatomy? ¿Cuántas cosas de esta lista habrán hecho don Celio y don Nicanor?