Ante tantas tragedias en el mundo, lo peor que se puede hacer es evadir hablar de los sentimientos con los más pequeños. De igual forma, es bueno compartir las sensaciones con los hijos.

Aunque muchos lo nieguen, muchas veces los niños se enteran de mucho más de lo que los adultos sospechan. Y es que mucho está pasando en el mundo y no todo es color de rosa. Sin embargo, ignorar la crisis y evitar hablar con ellos sobre los temas que remecen al planeta no es buena opción. Entonces ¿Cómo explicar a los niños todo lo que ocurre?

Los pequeños no solo tienen acceso a imágenes y videos de la guerra en Ucrania, sino que llevan mascarillas desde hace dos años y perciben las preocupaciones, los miedos y las tensiones de sus padres, incluso si estos ni siquiera hablan de sus sentimientos.

“Los niños quieren estar protegidos”, dice el psicólogo Felix Peter. Trabaja en escuelas con niños y jóvenes. Y es portavoz de la iniciativa Psicólogos por el Futuro.

La importancia de tomar sus sentimientos en serio

Los más pequeños expresan sus sentimientos de formas muy diferentes. Por un lado, esto tiene que ver con su edad. Cuando son aún más pequeños, a menudo no son tan buenos para expresar sus sentimientos con palabras y tienden a tener síntomas físicos como dolor de estómago o de cabeza, dice Katharina van Bronswijk, psicóloga, psicoterapeuta y portavoz de Psychologists for Future junto con Felix Peter.

Un niño que llora necesita consuelo primero. Luego, preguntas como “¿En qué estás pensando?” o “¿Cómo fue tu día hoy?”, pueden ayudar a los más pequeños a poner en palabras su experiencia interior.

“Pero la forma en que les hablamos a los niños sobre las crisis también depende del desarrollo cognitivo y emocional del niño”, precisa van Bronswijk. “Tan pronto como un niño hace preguntas sobre eventos mundiales, deben ser respondidas”, dice la psicóloga.

“A menudo se dice que hay que quitarles el miedo a los niños. Pero nosotros decimos, más bien, que hay que hablar de los miedos”, explica Felix Peter.

Según el psicólogo, una frase como “No tienes que tener miedo” equivaldría a una prohibición de sentir. En cambio, un “Puedo entenderte, también me asusta” es una reacción mucho mejor, que hace que el niño se sienta tomado en serio, agrega Katharina van Bronswijk.

Adultos honestos

Otro hecho importante es que los adultos no deben tener miedo de sus propios miedos, ni de mostrárselo a sus hijos.

Al contrario: “Los niños se benefician cuando los adultos son auténticos”, continúa van Bronswijk. Sin embargo, como adultos, somos responsables de autorregular nuestras emociones. Bajo ninguna circunstancia los niños deben tener la impresión de que ellos son los responsables de hacer que mamá y papá se sientan mejor, advierten los dos psicólogos.

Los padres deben estar bien informados cuando hablen con sus hijos sobre la guerra o la crisis climática. Está bien no tener lista una respuesta súper fundamentada para la pregunta de cada niño. Aquí, también, los padres pueden ser honestos e investigar un poco antes de responder a la pregunta.

Miedos, preocupaciones, ignorancia: todo está bien. Eso sí, los adultos deben tener claros sus sentimientos antes de hablar de ellos con los niños. Solo así, los más pequeños pueden aprender algo muy valioso: las emociones de todo tipo están permitidas y hablar de ellas puede ayudar a lidiar con ellas.

¿Cómo hablarle a mi hijo?

La respuesta de Felix Peter suena asombrosamente simple: “Las preguntas del niño determinan el nivel de la conversación”. Los adultos deben guiarse por las preguntas del niño y desarrollarlas. “Pero, por favor, no los atiborren de información ni les den conferencias”, aconseja.

Se necesita tiempo y espacio para tener una conversación como esta. Las crisis existenciales difícilmente pueden abordarse adecuadamente a las carreras. Incluso los niños pueden entender que no es un buen momento para una larga sesión de preguntas y respuestas cuando los padres van camino al trabajo. Eso sí: ¡Lo pospuesto no debe cancelarse!

Para los adultos que no están seguros de cómo aclararle la guerra u otros temas complejos a los niños, los psicólogos recomiendan libros o materiales audiovisuales especialmente diseñados para ellos.

América Latina, por ejemplo, puede utilizar sus propias series y programas de referencia, como el internacionalmente conocido Plaza Sésamo.

“En cualquier caso, los padres no deberían dejar que los niños vean videos de guerra”, advierte van Bronswijk. “Es difícil de soportar, incluso para los adultos”, insiste.

Dos niñoss prendiendo velas en pos de la paz en Ucrania.
DW

Ser un modelo a seguir en la crisis

Ya sea la crisis climática, el coronavirus, la violencia o la guerra en Ucrania o en otros lugares más o menos lejanos del mundo, muchos adultos también luchan con su impotencia frente a la multitud de dramas locales y mundiales.

Y también deben tener en mente este consejo: hablar sobre las emociones puede ser de gran ayuda. Y se pueden utilizar como incentivo para unirse a un grupo político, recaudar fondos o acudir a una manifestación.

Los padres también podrían hacer muchas de estas cosas con sus hijos y así fortalecer la su sensación de poder reaccionar en situaciones difíciles por sí mismos, dice van Bronswijk.

Por cierto, también hay niños que se ven menos afectados por las crisis de este mundo. En tal caso, subraya Felix Peter, eso también está bien: “Los niños no tienen que estar tan tristes como los adultos. No podemos imponerles sentimientos”.