Hace unos días la justicia ordenó al Registro Civil reconocer los derechos de dos mujeres sobre su hijo. Un fallo histórico a favor no sólo de las parejas lesbianas, sino que fue considerado, además, un triunfo para el derecho a la maternidad de todas las mujeres chilenas.

Hace muchos años que las parejas femeninas recurren a técnicas de fertilización con espermios donados para tener hijos a travpes de la inseminación intrauterina; sin embargo, cada vez son más las que se inclinan por el método de reproducción asistida R.O.PA. (recepción de ovocitos de la pareja) para lograr este objetivo, y que les permite a ambas participar activamente del tratamiento y vivir la maternidad de una manera más compartida.

El doctor Ricardo Pommer, director de la Unidad de Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, explica que, aunque recién ahora el método R.O.PA. se conoce por la mayor visibilización de la diversidad sexual, hace muchos años que se realiza en Chile.

Consiste en fertilizar los ovocitos de una de las mujeres con espermatozoides de un donante a elección de ellas, para una vez obtenido el embrión, transferirlo al útero de la otra mujer de la pareja.

“Se trata de tecnología de alta complejidad porque implica sacar los huevitos de una de las mujeres, fecundarlos en el laboratorio, hacer un embrión y transferirlo a su pareja. El procedimiento dura lo mismo que una fertilización in vitro: 10 días de espera para estimular el ovario, y al quinto día de extraídos los ovocitos, se transfiere un embrión al útero de la receptora. Dentro de 10 y 12 días se sabe si hay embarazo o no”, señala el especialista.

Lo interesante es que en Chile, la Ley indica que madre es quien da a luz o pare al hijo, sin embargo, los niños que nacen con este método R.O.PA., tienen el ADN de la pareja de quien lo parió. Otra razón más para que ambas mujeres sean reconocidas legalmente como madres.

“Es hermoso que dos mujeres que se encuentran en la vida y se enamoran, puedan trascender con un hijo a través de su pareja, al igual como ocurre con las relaciones heterosexuales”, indicó el profesional.

“Antiguamente, muchas de mis pacientes que se sometían a una inseminación, decían que eran primas o amigas para no ser discriminadas, lo que, por fortuna, ha ido cambiando. Y eso es porque estamos hablando más sobre diversidad sexual y experimentando una transformación social y de paradigmas con respecto al tema”, sostuvo Pommer.