Un impuesto lanzado en 2017 por la ciudad estadounidense de Filadelfia (Estados Unidos) sobre las bebidas azucaradas y las edulcoradas ha reducido sus ventas en un 38%, según uno de los primeros estudios para evaluar los efectos de estos nuevos tributos.

Entre 2016 y 2017, las ventas promedio se redujeron a la mitad en volumen, según este estudio realizado en base de datos de cajas de comercios, y publicado el martes en el Diario de la Academia Estadounidense de Medicina (Jama por su siglas en inglés).

Desde el 1 de enero de 2017, Filadelfia cobra un impuesto de 1,5 centavos por onza líquida, alrededor de 50 centavos por litro, en todos los refrescos dulces o bebidas “light”. Las tiendas pasaron el impuesto en su totalidad o en parte al consumidor; lo cual como resultado llevó a que en Filadelfia la botella mediana aumentara su precio en 24 centavos en los supermercados y en más de 50 centavos en las tiendas.

Los consumidores intentaron compensar el alza de precios yendo a comprar a las tiendas fronterizas de Filadelfia, donde se registró un aumento de las ventas. Teniendo en cuenta este efecto, la caída en las ventas se estima en un 38% de un año para otro.

Para asegurarse de que la caída se debe efectivamente al impuesto, los investigadores compararon cifras de Filadelfia con Baltimore, sin impuestos especiales: allí, las ventas se mantuvieron estables.

Los números confirman una de las bases teóricas de la economía: si el precio de un producto aumenta, la gente compra menos.

Los economistas “pueden estar tranquilos sobre su teoría”, asegura jocosamente a la AFP Christina Roberto, profesora de políticas de salud en la Universidad de Pensilvania.

“Gravar las bebidas azucaradas es una de las estrategias más efectivas para reducir el consumo, y creo que esta política de salud pública es obvia”, declaró al ser consultada sobre el asunto.

Los pediatras desarrollan hoy día una campaña activa por estos impuestos para luchar contra la alta obesidad en los niños, sin mencionar la caries o la diabetes.