Feroz carnívoro implacable e intimidante con sus seis metros de extensión de la cola a la cabeza, “Gualicho”, el último dinosaurio descubierto en Argentina, abre un nuevo linaje en su especie, dijeron este miércoles sus investigadores al presentarlo en Buenos Aires.

Se trata de un terópodo de manos con dos dedos, algo inusual para lo que se ha descubierto hasta ahora en el continente, que lo ubica como un hallazgo de enorme significado mundial, según explicó en rueda de prensa Sebastián Apesteguía, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y parte de la Fundación Azara.

“Es un linaje completamente diferente. Nos quedamos helados al descubrirlo, ya que, para nosotros, fue como tener un enorme elefante debajo de la alfombra”, explicó Apesteguía durante la presentación en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina.

AFP
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Una particularidad de “Gualicho” es que su único antecedente es el del terópodo africano Deltadromaeus, descubierto en Kem Kem, Niger, del que, sin embargo, jamás hallaron los huesos de los brazos, donde se detectaría la singularidad.

El trabajo sobre “Gualicho”, que fue publicado en la prestigiosa revista científica Plos One, lleva la firma de Apesteguía junto a Rubén Juárez Valieri, que se especializa en dinosaurios carnívoros y ornitisquios en la Secretaría de Cultura de Río Negro.

“Le pusimos el nombre Gualicho para honrar a la antigua diosa watsiltsüm de los indígenas tehuelches del norte (argentino), que es considerada como la dueña de los animales y del viento. Además, por las enormes dificultades que sorteamos para poder recobrar el esqueleto hallado”, comentó Apesteguía.

El dinosaurio maldito

“Gualicho” es una palabra que en Argentina significa una suerte de embrujo, aquello que quedó emparentado con la investigación, en la que el equipo sufrió el vuelco de una camioneta y la negación de diversos permisos de excavación, lo que demoró años el trabajo.

Los obstáculos burocráticos y otros de ‘mala fortuna’ llevaron incluso a que la investigación quedara por un tiempo en manos de otro grupo de paleontólogos.

El desarrollo del descubrimiento comenzó en el año 2000, cuando el equipo de Apesteguía halló huesos de dinosaurios y troncos petrificados en un campo cercano a la zona de Villa El Chocón, en Neuquén, aunque del lado de la provincia de Río Negro, en plena Patagonia.

En 2007, luego de juntar los recursos y asociarse con profesionales extranjeros, Apesteguía emprendió la expedición junto a Peter Makovicky, científico del Field Museum de Chicago, Estados Unidos.

Algunas semanas después, la jefa de técnicos del Field Museum, la japonesa Akiko Shinya, encontró el esqueleto casi completo de un dinosaurio carnívoro al que hoy se conoce como Gualicho Shinyae, también en homenaje a esa profesional.

“Hoy por hoy, la paleontología genera recursos y turismo. Los dinosaurios son el mayor atractivo para conectar con las nuevas generaciones”, manifestó Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

La mayor parte de los restos fósiles de “Gualicho” quedaron anclados en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales, de General Roca, Río Negro, mientras que algunos de ellos están preservados en el Museo Provincial Carlos Ameghino de la ciudad de Cipolletti, en la misma provincia.

El sur argentino -fronterizo con Chile- alberga uno de los mayores yacimientos de fósiles de dinosaurios.

El último hallazgo que causó sorpresa entre la comunidad científica se anunció en enero: restos de un saurópodo gigante del Cretácico, el Notocolossus, cuyo húmero mide 1,76 metros, en una especie de la familia de los titanosaurios también desconocidos hasta el presente.