La tranquilidad del entorno y sus aguas cristalinas ofrecen un panorama idílico como para disfrutar de unos días de descanso.

Nos referimos a la Beacon Island, una isla australiana que a pesar de su innegable belleza, esconde un trágico secreto que recién hace un par de años comenzó a salir a la luz.

Todo comenzó luego que un equipo de arqueólogos descubriera en esta zona diversos esqueletos humanos, lo que le ha valido el apodo de Isla del Horror.

¿Pero qué fue lo que pasó? Tal como narró el programa 60 Minutes Australia, estos restos sería el resultado del asesinato en masa más grande que se tenga registro en el país oceánico.

Todo habría comenzado en octubre de 1628, cuando el buque de carga Batavia zarpó desde Países Bajos rumbo a Yakarta, Indonesia, con más de 300 personas a bordo.

Por alguna razón que hasta ahora no está del todo clara, la embarcación desvió su ruta hacia el sur, chocando con unos arrecifes ubicados a pocos kilómetros de la costa australiana.

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Pero lo que ocurrió entonces es lo que los expertos siguen investigando. Según se cree, el comandante (Francisco Pelsaert) y capitán (Ariaen Jacobsz) del barco se llevaban pésimamente mal.

En medio de esta tensa relación, Jacobsz ideó un plan junto a un sujeto identificado como Jeronimus Cornelisz para quitar el control a Pelsaert del barco, y así quedarse con el suculento botín que transportaba, entre los que se encontraban costosas pinturas y cargas de plata.

No obstante, poco antes de hacerse del botín, el 4 de junio de 1629 el barco chocó con el arrecife.

De acuerdo a la edición australiana del medio The Huffington Post, cerca de 100 personas murieron ahogadas, mientras que las 200 restantes lograron llegar a duras penas a Houtman Abrolhos, un archipiélago inhabitado cuyas islas no ofrecían ni alimento, vegetación o agua.

Es en medio de este asolador panorama que Pelsaert y Jacobsz zarparon en un bote en busca de ayuda, con la esperanza de llegar a su destino inicial, el que estaba situado a miles de kilómetros.

Por su parte, los investigadores piensan que Cornelisz -un boticario holandés- distribuyó el poco alimento que tenían y organizó refugios en Beacon Island para mantenerse a salvo mientras aguardaban por un poco probable rescate.

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Pero a pesar de sus supuestas buenas intenciones, lo que realmente tramaba el psicópata y sus sicarios era el de asesinar a todos.

De hecho, Cornelisz no dudó en mandar a ejecutar primero a los más fuertes, e incluso ordenó el asesinato de niños y mujeres, aún cuando se sabe que algunas jóvenes fueron tratadas como esclavas sexuales.

Fue en medio de esta matanza que un grupo de sobrevivientes, liderado por Wiebbe Hayes, descubrió que sí había alimento en una isla cercana, lo que los llevó a construir un pequeño fuerte, cuyas ruinas aún existen.

Dos meses después del hundimiento del barco Batavia, Cornelisz junto a su séquito trataron de eliminar al bando de Hayes, momento en que pasó lo impensado.

Desde lo lejos divisaron la llegada de un barco de rescate comandado nada menos que por Pelsaert y Jacobs.

Y aunque cada uno de los dos bancos trató de alcanzar antes a la embarcación para establecer su versión de los hechos, fueron los hombres de Hayes los que lograron imponer su verdad.

Fue así como menos de 100 pasajeros que había zarpado originalmente en el Batavia arribaron finalmente a Jakarta.

Por su parte, Cornelisz y sus compañeros fueron ahorcados luego de comprobarse los numerosos asesinatos que llevaron a cabo en el archipiélago.

De acuerdo a un artículo del periódico español ABC, en febrero de 2015 arqueólogos de la Universidad de Australia encontraron una tumba relacionada con el sangriento naufragio. Posteriormente se hallaron hasta 12 esqueletos.