Es una hoja con 365 cuadrados, uno para cada día del año. La idea se llama #yearinpixels o en español “un año en píxeles” y te ayudará a saber cómo te está yendo.

Según recoge la sección de entretenimiento del periódico español El País, Verne, funciona simplemente coloreando cada cuadrado al final del día con un color diferente según como éste ha estado: bien, regular o mal.

La psicóloga Sally Issa Ismail vio la idea en Instagram, red social donde esta práctica es más popular. Y le gustó lo suficiente como para probarla al arrancar el año.

“Muchas veces vas con el piloto automático y no eres consciente. Y otras veces crees que has tenido un mal día, pero al reflexionar sobre tu jornada te das cuenta de que solo ha sido un momento puntual”, explica.

Asimismo, reflexiona que a menudo no somos conscientes de todas las emociones que sentimos a lo largo del día, pero que incluso las negativas pueden aportarnos algo: “Si el día ha ido mal, por ejemplo, esto puede ayudar a pensar en cómo podría haber ido mejor”.

Del mismo modo, su colega Amaya Terrón coincide en esta idea: “Si el objetivo es evaluar nuestro estado de ánimo, esta herramienta nos hace tomar conciencia de dónde estamos y hacia dónde queremos dirigirnos y para eso sí es bastante adecuada”.

Otras utilidades

Pero “un año en píxeles” no solo es usado para calificar cómo fue un día, también se usan emociones y colores diferentes para saber si se sintieron enojados o cansados, por ejemplo.

En ese sentido, Terrón recomienda usar la misma gama de colores, pero degradada, si queremos evaluar una misma escala en un continuo (por ejemplo: alegre-triste). “Si son más de dos aspectos cualitativamente distintos podemos utilizar otros colores, gamas y jugar con más aspectos. Depende como siempre del uso que se pretenda”.

La especialista relata que le recuerda a una herramienta que se usa en terapia, los autorregistros, que consiste en puntuar o explicar las experiencias diarias. Pero en ese caso, para ella, es un método muy útil que permite acercarse al día día de los pacientes, a través de un sistema no intrusivo.

“El objetivo es describir la frecuencia en la que aparecen ciertos comportamientos, conductas, sentimientos o situaciones, escribiendo y puntuando los pensamientos, actos y emociones para así poder entenderlos, definirlos y analizarlos”, indica.

Pero así como tiene beneficios, esta técnica también tiene sus riesgos. Según Terrón si vemos algo que no nos gusta, es posible que nos quedemos “anclados en esa idea sin movernos de ahí”, en lugar de intentar modificarlo.

Asimismo, ir puntuando día a día tiene también el inconveniente de que no nos permite ver cómo el tiempo puede cambiar nuestra “interpretación de las cosas que han ocurrido”.

Por ejemplo, es posible que al cabo de unos meses veamos que ese despido acabó siendo positivo porque nos permitió encontrar un trabajo mejor, pero lo importante es que no se haga trampa y cumpla el objetivo para el que se inició.