Este viernes marca el comienzo de las festividades patrias, pues Chile celebra los 207 años desde que se fundó la Primera Junta Nacional de Gobierno, el primer paso hacia la independencia, lograda en 1818.
En nuestro país estas fiestas se viven de una forma bastante particular: las celebraciones están, generalmente, dirigidas hacia el consumo de alcohol. Irónicamente, a casi ocho años del 27F, tragos como el Terremoto son bebestibles obligados.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud determinó que, en 2010, la cantidad de alcohol puro que se ingería en promedio en el planeta era de unos 13,5 gramos al día. No obstante, un informe del Senda, evidenció que en Chile, a 2016, el consumo promedio de alcohol puro al día era de 55 gramos.
Esto es una situación bastante compleja para las autoridades, quienes buscan erradicar el consumo de este brebaje tan dañino para la salud de los seres vivos.
Y a pesar de que tomar una cerveza o una piscola junto a los amigos puede resultar un tanto entretenido, el llamado siempre es a beber con moderación.
Esto, puesto que existen varias situaciones que podrían poner en peligro la vida. Más allá de los típicos llamados a no manejar automóviles estando ebrio, hay otros problemas. Uno de ellos es el alcoholismo.
De acuerdo al sitio web de la Biblioteca Nacional de Estados Unidos, el alcoholismo se manifiesta con “ansia: una fuerte necesidad de beber; pérdida de control: incapacidad para dejar de beber una vez que se comenzó”.
Además, existe “dependencia física: síntomas de abstinencia, tales como nauseas, sudoración o temblores; y la necesidad de beber cantidades de alcohol cada vez mayores para poder sentir el mismo efecto”.
Posible solución
Son muchos quienes, tras un día cansador, sienten el impulso de beber alcohol. Aunque ésto podría controlarse mediante un fármaco que también sirve para quienes consumen otro tipo de drogas, consideradas “duras”.
Se trata de la Naltrexona, una droga que ya se utiliza en Estados Unidos para apoyar a quienes consumían estupefacientes ilegales.
Investigadores de la Universidad de Adelaida, de Australia, probaron esta droga unida a TLR4, un receptor cerebral previamente ligado al consumo excesivo de alcohol, en ratones.
Según consigno el portal británico Daily Mail, los resultados evidenciaron que tras consumirla se detiene la sensación de placer tras beber.
Los expertos, además, se encontraron con una nueva realidad: bloquea el TLR4 y disminuyen las motivaciones para beber de los ratones que no dependían del alcohol.
“Hoy más que nunca hay una necesidad de entender los mecanismos biológicos que impulsan nuestra necesidad de beber alcohol”, dijo Jon Jacobsen, científico a cargo del estudio.
Por otro lado, explicó que el reloj interno del cuerpo también afecta la necesidad de beber alcohol. Esta necesidad se presentaría fuertemente durante las noches, momento en que el cerebro produce más endorfinas al consumir este tipo de droga.