Hoy, muchos de los veganos y vegetarianos promueven sus prácticas con el resto de sus círculos y con sus mejores intenciones. A veces, llegan incluso a ser insistentes. “No deberías comer carnes porque producen cáncer”. “Te vas a sentir más limpio y así no dañas al planeta”.

Han logrado generar movilizaciones en todo el mundo con el fin de promover una vida sin carnes y solo vegetales, pero la pregunta siempre ha quedado en el tintero: ¿es cierto que comer carnes hace mal?

Una primera respuesta, y muy debatida en su tiempo, fue la que dio la Organización Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) en 2015. Seǵun el organismo, existía una relación entre las carnes rojas y la aparición de tumores colorrectales en el humano.

Pero luego aclaró: “una porción de 50 gramos de carne procesada consumida cada día aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%”. Además, agregaba que la aparición de otras enfermedades como diabetes dependían más de la manipulación de las carnes, más que de su naturaleza.

Entonces, ¿es mala o no? ¿Podría ser que la carne acorte nuestros años de vida?

Estudios hay muchos. La Universidad de Loma Linda revisó la alimentación de casi 100.000 estadounidenses por 5 años y concluyeron que las personas que no comían carnes eran menos propensas a morir por cualquier causa. Otro estudio específico afirmó que “los datos muestran que un estilo de vida con bajo consumo de carnes lleva a un mayor longevidad“.

Sin embargo, el resto de estudios dice lo contrario. Una investigación de la Universidad de Oxford, publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, no distingue ninguna diferencia en longevidad entre quienes comen o no carnes. 60.000 personas fueron sujeto de estudio durante 20 años. Por último, otra investigación dice que el consumo moderado de carne ayuda a que todos los grupos tengan la misma esperanza de vida.

De esta forma, esta pregunta todavía es una interrogante que no tiene respuesta segura. Los resultados, en investigaciones similares, han arrojado conclusiones opuestas, lo que indica que todavía falta un poco más de ciencia para poder resolver esta gran duda.