Más de alguna vez hemos escuchado la frase de que las personas con ojos claros son más sensibles a la luz solar. Tanto así que ya es prácticamente una creencia popular, a la que a menudo se recurre como chiste para reírse de aquellos que presumen tener ojos de color azul, verde o similares.

Aunque muchas veces seamos nosotros mismos los que repitamos una y otra vez esa aseveración, lo cierto es que muy pocos entienden a qué se refiere o si verdaderamente es así, y por eso es importante develar qué nivel de exactitud tiene esta afirmación.

De acuerdo al médico oftalmólogo español, Rubén Pascual, quien maneja la web especializada Ocularis.es, sí existe un aspecto en el que los ojos claros son realmente más sensibles a la luz intensa, y eso es lo que se conoce como fotofobia.

Esto es una especie de regla que se cumple medianamente bien, según el especialista, puesto que también hay excepciones en la práctica. Podemos encontrarnos con personas con iris bastante oscuros y que apenan toleran la luz abundante y a otras con iris más pálidos que no tienen ningún problema con la intensidad de la luz.

Pero, ¿cuál es la causa? Pascual señala que el problema no está en el iris, sino que está en la retina y, específicamente, en el epitelio pigmentario. Su función, en términos metabólicos, consiste en “alimentar” a los fotorreceptores, que son las células sensibles a la luz y que transforman las imágenes en impulsos nerviosos.

No obstante, esta parte de la retina también cumple otra función. Para explicarlo, es necesario señalar que se llama “pigmentario” debido a que cuenta con pigmento, y el pigmento es una molécula con amplia capacidad de absorber luz.

maryaben (cc) | flickr
maryaben (cc) | flickr

Cuando la luz llega a un objeto sólido, pueden ocurrir, en términos simples, tres cosas: que lo atraviese (objetos transparentes); que rebote y se refleje en otra dirección (objetos brillantes y claros); y que se absorba (objetos oscuros).

En este contexto, la retina es prácticamente transparente, a excepción del epitelio pigmentario, por lo que bastan unos pocos rayos de luz para estimular los receptores. ¿Y el resto de la luz? Atraviesa la retina y llega a las capas más profundas del ojo, las que debido a su grosor, provocan que algunos rayos de luz reboten y otros se absorban.

Aquí es cuando surge un problema, pues el hecho de que la luz se refleje en nuestro ojo, una esfera donde los rayos entran sólo por un lugar, es que lo hará en sus paredes internas, provocando una saturación de iluminación. Esto porque ahora los receptores no sólo se estimularían por la luz directa del exterior, sino que también por la indirecta (la que se reflejaría en otros sitios del ojo).

¿El resultado? Una iluminación difusa excesiva y que afectaría la función del ojo.

Cabe señalar que el globo ocular tiene que ser prácticamente una cámara oscura, al igual que ocurre en una cámara fotográfica. La luz entra directa por un sitio y produce una imagen nítida.

Es en este problema que el epitelio pigmentario cumple otra función, y es que tal como su nombre lo dice, sus células contienen abundante pigmento para así absorber la luz y evitar que rebote en el interior. Este pigmento no es más que melanina, la misma que está presente en la piel y en el iris de nuestros ojos. Sin embargo, no todos tenemos la misma cantidad de pigmento.

Lo mismo ocurre con el color de nuestra piel o el del iris, y esto es porque nuestra genética dictamina la cantidad de pigmento que tendrá el epitelio, y esa dotación, generalmente, funciona de forma global en todo el ojo. Esto quiere decir que si tenemos mucho pigmento en el iris (ojos café oscuro), lo más probable es que tengamos mucho pigmento en la retina. Por lo que los ojos claros, al tener poco pigmento en el iris, también tendrán poco en el epitelio.

En resumen, podemos decir que “con mucho pigmento, la luz que entra es bien absorbida y el ojo se mantiene como una cámara relativamente oscura”. Con poco pigmento, la luz no es bien absorbida y, por ende, hay más luz que se refleja dentro del ojo, provocando que los receptores se saturen más.

Entonces, los ojos con iris claro son más sensibles a la luz, porque generalmente se acompañan de poco pigmento en el fondo del ojo.