La justicia alemana emitirá el jueves su veredicto en el caso del enfermero Niels Högel, acusado de asesinar a un centenar de pacientes.

Estos son los principales elementos del caso de Högel, que ya está cumpliendo cadena perpetua por la muerte de otros seis pacientes.

El acusado

Niels Högel nació el 30 de diciembre de 1976 en Wilhelmshaven y se convirtió en enfermero, como su padre, a los 19 años. A finales de 1999 empezó a trabajar en el hospital de Oldenburgo y a principios de 2003 en el de la ciudad vecina de Delmenhorst.

Estaba considerado como una persona simpática y calificada.
Sus colegas afirmaron sin embargo más tarde que se sentían “turbados” por la frecuencia de los fallecimientos cuando él estaba de servicio.

Entre 2000 y 2005 inyectó una sobredosis de medicamentos a decenas de pacientes. Según explicó, quería destacar entre sus colegas por sus habilidades en reanimación. “Era la única manera de integrarse en el equipo”, afirmó. Pero la mayoría de sus víctimas murieron.

Los expertos psiquiátricos indicaron que Högel padece un profundo problema de narcisismo. Durante el juicio, explicó que sufría por el estrés de su oficio y por la falta de personal en los hospitales. También habló del fin de una relación sentimental que fue “traumática”.

“Este oficio no estaba hecho para mí. Tendría que haberlo reconocido”, dijo Högel, que tiene un hijo adolescente.

Las víctimas

Las víctimas, de entre 34 y 96 años, eran elegidas al azar y podrían ser en realidad unas 200. El portavoz de las víctimas, Christian Marbach, habla incluso de 300. Sin embargo, hasta ahora han sido exhumadas sólo 130 cuerpos.

Pero es imposible establecer un balance exacto de víctimas porque muchos pacientes fueron incinerados. Los científicos tampoco pudieron aportar pruebas concluyentes de su implicación.

Niels Högel reconoció primero 30 asesinatos en Delmenhorst en 2015, pero negó haber matado en Oldenburgo, lo que era mentira. Cuando le preguntaron por qué mintió dijo que tenía “vergüenza” por la “dimensión” de sus actos.

Sin embargo negar no le sirvió porque la autopsia de los cuerpos de los pacientes de Oldenburgo demuestra con casi toda certeza que él los mató.

Durante el juicio, tras reconocer su responsabilidad global por las 100 muertes, dijo finalmente estar seguro de haber “manipulado” a 43 pacientes, no acordarse de otros 52 y negó ser responsables en cinco casos, creando confusión y frustración entre las familias de las víctimas.

El acusado junto a sus compañeros
El acusado junto a sus compañeros

La responsabilidad de los hospitales

El juicio también tuvo que esclarecer cómo fue posible que Niels Högel matara a tanta gente durante cinco años sin ser detenido, más aún teniendo en cuenta que el número de fallecimientos y el elevado uso de productos para el corazón no pasaron desapercibidos.

El hospital de Oldenburgo le despidió en 2002 argumentado “pérdida de confianza” aunque le dio una carta de recomendación elogiosa.

Högel afirma que no sabe exactamente por qué le despidieron y estaba convencido de que le habían descubierto y creía que la policía le iba a detener. Pero no pasó nada.

“Sin los errores de ciertas personas en Oldenburgo (…) la serie de asesinatos de Niels Högel se habría podido detener”
, denunció Christian Marbach, cuyo abuelo fue víctima del enfermero en Delmenhorst.

Varios colegas y superiores jerárquicos de Oldenburgo, que declararon durante el juicio, negaron sin embargo las sospechas o dijeron que no se acordaban. Esta “amnesia colectiva” exasperó al juez, que acusó a 10 personas de perjurio y falso testimonio.

Además, los responsables de los dos hospitales tendrán que dar explicaciones en un juicio distinto, en el que Högel será testigo.