A mediados del siglo XIX la vida de la estadounidense Olive Ann Oatman cambió para siempre, tras ser raptada por una tribu indígena y ser sometida a las más duras vejaciones.

La historia de su viaje por Norteamérica en búsqueda del “sueño americano” y la horripilante masacre de su familia marcaron para siempre a la menor, quien a sus cortos 13 años comenzó su travesía por el infierno en vida.

Su increíble experiencia, sumada a su gran lucha por la supervivencia, la convirtieron en una de las oradoras más célebres de la nación norteamericana y en una muestra de que el amor de un hermano es lo más fuerte.

Sin embargo, el tatuaje que marcó su rostro fue la prueba indeleble de todo el horror que había superado.

Olive Oatman | Arizona Highways

De Misuri al río Gila

Olive Ann Oatman nació el 7 de septiembre de 1837 en la ciudad de LaHarpe, Illinois. Creció en el seno de una familia centrada en la religión mormona compuesta por Mary Ann y Royce Oatman, además de sus seis hermanos, con quienes era muy unida.

Royce era dueño de una tienda y llevaba una buena vida en el pueblo de Independence, en Misuri. Sin embargo, motivado por los designios divinos de su pastor, James C. Brewster, quien creía que el lugar sagrado para los mormones se encontraba en California, decidió emprender un viaje el 9 de agosto de 1850 a través del desierto junto a cerca de 80 seguidores.

De acuerdo a la historia escrita años después por el San Francisco Chronicle, citada por el diario El Tiempo, a pocos meses de comenzar el peregrinaje las familias comenzaron a tener discusiones y en 1851 los Oatman debieron continuar el trayecto solos.

El viaje lo realizaron con caballos y carruajes de carga, en los cuales llevaban sus pertenencias y víveres para sobrevivir en el camino. Pese a ello, con el paso de las semanas el recorrido se hizo cada vez más arduo para la familia y sus animales.

Eligieron la ruta del río Gila, caracterizado por un terreno extremo, con pocos lugares para descansar del sol.

Olive Oatman | The Daily Courier

La masacre familiar

Llegaron a destino, al río Gila, el 18 de marzo de 1851 pero no pudieron cruzarlo porque los animales se vieron atrapados en una pequeña isla, debido al caudal del agua.

Desesperados, sólo dos días después del imprevisto la familia se quedó casi sin comida para continuar la travesía. Fue en ese momento en que un numeroso grupo de nativos que atravesaba la zona se topó con los Oatman.

De acuerdo a las crónicas de la época, se trató de una tribu yavapai-apache que vestía pieles de lobo.

Al llegar al campamento de los Oatman, el patriarca mantuvo una conversación con ellos, al tiempo en que los indígenas les pedían tabaco y alimentos. Ante la negativa de Royce, quien quiso mantener para su familia lo poco y nada que les quedaba de comida, los nativos perdieron la paciencia y atacaron duramente a la familia.

La mujer tatuada | El Comercio

De los nueve integrantes del clan Oatman, sólo tres sobrevivieron: Olive y su hermana pequeña Mary Ann, de 8 años, quienes fueron raptadas; además de Lorenzo, quien pudo escapar del lugar tras fingir su muerte.

En declaraciones posteriores, el propio Lorenzo explicó que “Los indígenas saltaban por los aires, gritando y venían hacia nosotros blandiendo sus garrotes de guerra, con los que nos golpeaban”.

Vi a mi padre luchar, sangrar y gemir de la forma más lamentable. Vi a Lorenzo con la cara contra el suelo y la cabeza llena de sangre, mientras de sus orejas también escurría el líquido. Vi a mi madre, con mi hermano más pequeño abrazado, ambos tiesos, como si la muerte ya los hubiera alcanzado. Luego, vi a Mary Ann, mi hermana menor, cubriéndose la cara con las manos. El resto estaba inmóvil, muriéndose o muertos. Un escalofrío congelado me invadió, mis pensamientos comenzaron a tambalearse y me hundí en la tierra”, contó por su parte Olive, años después de lo ocurrido.

El sitio de la masacre de la familia Oatman | Wikimedia Commons

Los meses posteriores

Tras la masacre, el joven Lorenzo logró caminar hasta una ciudad cercana y pedir auxilio para su familia. No obstante, al llegar al lugar de los hechos las autoridades se encontraron con una cruenta escena: los restos de sus cuatro hermanos y padres esparcidos por la zona.

Por su parte, las hermanas Oatman fueron secuestradas y obligadas a vivir en las más terribles condiciones. En una primera instancia, caminaron más de 400 kilómetros en un viaje que se extendió por tres días y en el que fueron golpeadas y mal alimentadas por sus captores.

Al llegar al campamento de la tribu yavapai-apache, las niñas fueron tratadas como una especie de esclavas, constantemente maltratadas y obligadas a acarrear leña, cuidar el fuego, recolectar semillas y realizar múltiples tareas contra su voluntad.

Además, durante el año que estuvieron cautivas, pasaron largos períodos de hambruna debido a que el alimento era escaso y ellas no recibían lo suficiente.

Olive Oatman | La Mente es Maravillosa

La vida con los mojaves

Sin embargo, la peor parte de su cautiverio llegaría a su fin en marzo de 1852, cuando ambas hermanas fueron vendidas a la comunidad indígena de los mojaves, quienes vivían a unos 480 kilómetros del lugar de la otra tribu.

Las jóvenes fueron llevadas a la aldea emplazada en cercanías del río Colorado y vivieron en cierta paz, debido a que los integrantes de la tribu las trataron con más gentileza y respeto.

Incluso, al poco tiempo de haber llegado fueron tatuadas en sus rostros, tal como las demás mujeres de la tribu; un gesto de reconocimiento e integración entre sus “pares”. Además, durante los cuatro años que Olive vivió con los nativos, estos se dirigían a ella y su hermana con la palabra ‘ahwe’, que significa ‘extraño’ y no esclavo o cautivo.

Olive Oatman | True West Magazine

Sobre el tatuaje, Olive comentó en una de sus charlas que “Nos arrancaron la piel en filas pequeñas y regulares de la barbilla con un palo muy afilado hasta que empezamos a sangrar abundantemente. Luego echaron los mismos palos en el jugo de cierta hierba que crecía en las orillas del río, y después en el polvo de una piedra azul que se encontraba en el lecho de un arroyo. Este polvo fue pinchado en las partes de la cara que estaban laceradas”.

Pese a que los mojaves vivían en los alrededores de un valle fértil, hubo un período en que enfrentaron escasez de lluvias, lo que obligó a las menores a sobrevivir comiendo semillas de la planta de mezquite. Por esta razón, Mary Ann se debilitó hasta el punto de morir.

De acuerdo a lo comentado por Olive, ella pudo acompañar a su hermana hasta su último aliento. Los mojaves la apoyaron e incluso entonaron canciones religiosas mientras vivía su duelo.

Grupo de mojaves en 1871 | Wikimedia Commons

El rescate de Olive

Al tiempo en que sus hermanas luchaban por sus vidas, Lorenzo comenzó una búsqueda exhaustiva de Olive y Mary Ann.

Tras años sin tener noticias de las menores, el joven pensó en quitarse la vida. No obstante, en febrero de 1856 autoridades de las fuerzas armadas enviaron a un emisario que logró rastrear a Olive hasta la aldea de los mojave.

Los nativos no tuvieron otra opción más que entregar a la joven. De lo contrario, serían atacados por una tropa del ejército estadounidense.

Fue así como, después de unas negociaciones, se acordó trasladar a la joven de entonces 19 años hasta el fuerte Yuma. La chica, quien llegó vestida con ropas indígenas, lloró desconsoladamente al ser entregada al Ejército de los Estados Unidos, según consignó el medio El Comercio.

Pese a todo, investigaciones del Museo de Historia de las Mujeres de Estados Unidos presumen que Olive llegó a adaptarse de una buena manera a la vida con los mojaves. Incluso, afirmaron que casi olvidó su idioma natal, el inglés.

Olive Oatman | FineArt America

La historia de Olive para el mundo

En 1857, un año después de su liberación, la adolescente quiso compartir su historia con otras personas. Se acercó al reverendo Royal B. Stratton, quien escribió la experiencia de Olive y su familia en el libro La vida entre los indios: el cautiverio de las chicas Oatman.

En 1858, los hermanos y el reverendo se mudaron a Nueva York y comenzaron a dar conferencias en universidades y otros centros, en las que Olive contaba su asombrosa historia y mostraba su tatuaje ante las miradas atónitas del público.

En 1865, a sus 28 años, contrajo matrimonio con el ganadero John B. Fairchild y años después adoptaron a una niña, a quien bautizaron Mary Elizabeth en honor al nombre de sus propias madres.

Murió el 20 de marzo de 1903, a los 65 años de edad, producto de un ataque cardíaco. Pero su historia se mantuvo por décadas y perdura hasta el día de hoy en el inconsciente de la nación norteamericana, que en la actualidad aún se estremece con el infierno que vivió y sobrevivió la “mujer tatuada”.

Portada del Libro | Wikimedia Commons