A nadie le gusta encerrarse en casa, pero es más que necesario en días de pandemia.

No obstante, pasar 25 años de tu vida en cuarentena es una cantidad de tiempo impensada, algo casi descabellado, aunque ocurrió en la vida real.

Mary Mallon nació en Irlanda, en 1869, y emigró a Estados Unidos entre 1883 y 1884 en busca de mejores oportunidades. Spoiler: no lo logró y su historia tiene un desarrollo y desenlace terribles.

Aquello porque la mujer terminó siendo conocida como “María la tifosa” ya que fue la primera paciente asintomática de la fiebre tifoidea en ser identificada en Estados Unidos.

De acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina de ese país, nunca supo -ni se le explicó- lo que significaba ser asintomática, por ende no entendía la necesidad de estar aislada de la población.

Por ello mismo cuando le sugirieron sacarle la vesícula se opuso y cuando pudo demandar al Departamento de Salud lo hizo, aunque sin éxito.

Todo partió en 1906, cuando la mujer comenzó a trabajar como cocinera en la casa de veraneo de Charles Henry Warren, un acaudalado banquero neoyorquino.

De acuerdo a los registros, entre el 27 de agosto y el 3 de septiembre de ese año, 6 de las 11 personas que estaban en la residencia se enfermaron de fiebre tifoidea, lo que en primera instancia se ligó al consumo de almejas y a la ingesta de agua contaminada.

Así, la familia Warren contrató a George Sober como “ingeniero sanitario” para resolver el misterio, quien descartó que el problema de salud se haya desencadenado por la ingesta de mariscos, ya que ninguno de los afectados los comió, por lo cual tornó su lupa a la cocinera.

A partir de marzo de 1907, Sober comenzó a pedirle a Mallon que le entregara muestras de sangre, orina y excremento y le comunicó que había concluido que estaba transmitiendo la enfermedad sin mostrar síntomas.

Pero Mallon se negó a las peticiones de Sober, quien finalmente ató cabos de otra manera: antes de los Warren, Mallon había trabajado para ocho familias de las cuales siete registraron casos de la enfermedad.

Finalmente, Sober acuñó el apoyo del Departamento de Salud y la policía de Nueva York, acción con la cual Mallon entregó muestras de sus desechos y sangre, lo que confirmó lo que Sober había teorizado.

Con ello, el hombre se transformó en el primer investigador estadounidense en publicar en una revista (Journal of the American Medical Association) acerca de un paciente asintomático, el 15 de junio de 1907.

Vida tras el diagnóstico

La vida de Mallon tras el diagnóstico fue dura y triste: considerando dos periodos acumuló 25 años de una solitaria cuarentena, tiempo en el cual el apodo “María la tifosa” se hizo conocido y su imagen se asoció completamente a la enfermedad.

¿Vida amorosa? Claro que no. ¿Amigos? Mucho menos, de hecho murió en completa soledad y el único consuelo para su extraordinaria situación fue la religión.

Entre el inicio de su aislamiento a 1909, año de la demanda, Mallon completó 163 tests de los cuales 120 salieron positivos a la enfermedad y en 1910 un nuevo comisionado prometió liberarla y encontrarle trabajo como asesora del hogar, pero no como cocinera.

La paciente dejó la isla de North Brother, pero no cumplió con el compromiso y regresó a las cocinas con un apellido diferente y gracias a empleadores que no conocían de su condición.

Incluso se desempeñó en una unidad de maternidad, donde contagió a al menos 25 personas, incluyendo médicos, enfermeros y otros miembros del equipo, donde al dos murieron.

Con ello, Mallon fue puesta nuevamente en cuarentena hasta la Navidad de 1932, cuando fue encontrada en el piso de la cabaña donde cumplía aislamiento sanitario: había sufrido una apoplejía.

Tras ello fue derivada hasta el Hospital de Riverside, donde pasó 6 años hospitalizada y donde finalmente murió en noviembre de 1938, sola.