Un estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Plymouth (Inglaterra) reveló conclusiones poco alentadoras sobre las denominadas bolsas biodegradables. En concreto, los realizadores comprobaron que luego de haberlas desechado por tres años en el medio ambiente, estas no se habían desarticulado de una forma notoria.

La investigación fue publicada en la revista Enviromental Science and Technology y consistió en dejar por tres años el mismo número de bolsas de este tipo en el mar, enterradas en tierra y al aire libre.

Desafortunadamente, los resultados no fueron los más alentadores en esta materia, ya que los investigadores comprobaron que estas bolsas sufrieron una descomposición mínima y, además, notaron que aún mantenían sus características iniciales.

Imogen Napper, directora del estudio, indicó que los resultados que encontraron no fueron los más satisfactorios, añadiendo que la promesa de “degradarse más rápido que otra normal”, no se estaría cumpliendo del todo.

“Nuestros resultados muestran que no se puede confiar en que las bolsas entreguen, en todos los entornos, un deterioro sustancial tras un período de tres años”, aseveró.

Richard C. Thompson, otro de los ingenieros en residuos encargados del estudio, indicó a la National Geografic que en ninguno de los ambientes las bolsas lograron una reducción aceptable.

“Me sorprendió que después de tres años, todavía pudieras llevar tu compra a casa en estas bolsas. No tienen la misma fuerza que cuando eran nuevas, pero no se han degradado de una forma significativa”, afirmó.

Por lo pronto, Thompson estima que esta investigación debe dar pie para comenzar a repensar qué materiales se utilizan para la creación de bolsas biodegradables.

“El estudio no debe interpretarse como un argumento contra el desarrollo de productos biodegradables o compostables. El estudio aboga por repensar qué productos funcionan mejor como biodegradables. Tenemos que vincular estos productos a los usos apropiados”, concluyó.

El invento de emprendedores chilenos

Con un ligero cambio en la fórmula del plástico, que permite sustituir el petróleo por la caliza, un grupo de emprendedores chilenos ha logrado fabricar bolsas plásticas y de tela reutilizables solubles en agua y que no contaminan.

Roberto Astete y Cristian Olivares, los dos artífices de este producto, empezaron con experimentos para fabricar detergente biodegradable, pero al final hallaron la fórmula química a base de PVA (alcohol de polivinilo, soluble en el agua) y que reemplaza a los derivados del petróleo, los causantes de la indestructibilidad de los plásticos que se han integrado en la cadena alimenticia de los animales que pueblan los océanos y deterioran el medio ambiente.

AFP
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“Nuestro producto deriva de una caliza que no daña el medio ambiente”, aseguró Astete, director general de la empresa SoluBag, que espera comercializar sus productos a partir de octubre en Chile, uno de los primeros países de América Latina en prohibir el uso de las bolsas plásticas convencionales por los comercios.

“Esto es como hacer pan”,
agrega. “Para hacer pan se necesita harina y otros componentes. Nuestra harina es el alcohol de polivinilo y otros componentes, aprobados por la FDA (la agencia estadounidense para la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos, aparatos médicos, productos biológicos y derivados sanguíneos), que nos ha permitido una materia prima para hacer distintos productos”, aseguraron.

Ante la prensa, los dos muestran la solubilidad inmediata de sus bolsas plásticas en agua fría o de las bolsas de tela reutilizables en agua caliente. “Lo que queda en el agua es carbono”, asegura Astete, lo que las pruebas médicas realizadas han demostrado que “no tiene ningún efecto en el cuerpo humano”.

Y para demostrar que el agua turbia que queda es “inocua” y sigue siendo potable, se bebe unos cuantos vasos de agua.

En un mundo en el que en 2014 se fabricaron 311 millones de toneladas de plástico y para el 2050 si no se cambia el rumbo se fabricarán 1.124 millones de toneladas, Astete y Olivares esperan dar al cliente el “empoderamiento de ayudar a descontaminar el medio ambiente” porque “la gran ventaja es que el usuario decide cuándo destruirla”, asegura.

La iniciativa ha ganado el premio SingularityU Chile Summit 2018 como emprendimiento catalizador de cambio, lo que les ha valido una pasantía para los inventores en Sillicon Valley a partir de septiembre.