Egipto sorprende año a año a sus turistas con su cultura y las bellezas arquitectónicas de la ciudad de El Cairo, no obstante, existe un lado oculto y poco glamoroso, que no se muestra a menudo en los videos promocionales del país. Se trata de Manshiyat Naser, que es conocida en el mundo como la “Ciudad de la Basura”.

En estricto rigor, es un barrio que se ubica en la periferia de la capital egipcia, el cual basa su economía y subsistencia en la acumulación de basura: sí, los residuos de los hogares.

Según el reportaje del periódico estadounidense The New Yorker, esta ciudad alberga a 262 mil habitantes en total, los cuales viven entre calles que están llenas de desechos y donde las ratas se pasean sin sentir miedo hacia los humanos.

Sus habitantes son claros al decir que en ese lugar no existe el agua potable, sistemas de alcantarillado o redes de electricidad que estén certificadas por el gobierno respectivo.

Los mismos ciudadanos de El Cairo llaman a este lugar como el patio trasero de su ciudad, pero lo cierto es que su importancia es clave para esa área urbana, ya que son sus vecinos los que hacen el trabajo más desagradable, apilar los desechos del resto en sus propias casas.

Wikimedia Commons
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El citado medio agrega que los habitantes de Manshiyat Naser son conocidos como “Zabbaleen”. Ellos van casa por casa pidiendo recoger los desechos domésticos, reciben propinas a cambio de recolectarlos y luego los apilan para venderlos.

Claro que su negocio más importante es entregarlo a empresas que lo recolecten o quienes puedan reciclar la basura de una forma efectiva.

Los desechos naturales, por lo general, son dados como comida a ovejas y burros que ellos tienen como mano de obra para salir en busca de más mercancía durante las tardes.

Es por eso que resulta frecuente ver cientos de carretas llenas de basura tiradas por animales en las calles, las cuales lucen sucias durante todo del día.

No obstante, la labor de estos trabajadores es clave para el funcionamiento de la metrópolis, ya que ellos logran recoger cerca del 40% de los residuos que se genera en la capital (aproximadamente 16.000 toneladas diarias).

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Asimismo cumplen una labor importante a la hora de conservar el ecosistema, ya que ellos logran reciclar cerca del 60% de la basura que recogen casa por casa.

El diario español El País logró conversar con algunas de las personas que trabajan en este oficio, destacando su organización a la hora de dividir el trabajo diario.

De esta forma, los más jóvenes son los encargados de acarrear la basura desde las casas de origen hasta los carretones, donde la envuelven en bolsas. Luego sacan esos paquetes de desechos y los acumulan en los patios interiores de sus casas.

Lamentablemente, el sueldo de estas personas no supera los 150 euros al mes (unos 110 mil pesos al mes), lo que se considera como un 50% inferior al sueldo mínimo del país.

Por otro lado, están los hombres adultos que trabajan en los hornos que están distribuidos en los barrios de la ciudad. Allí la basura es sometida a procesos de degradación para luego ser reutilizada. Ellos tienen un sueldo mensual de 185 euros (138 mil pesos).

“A pesar de que me levanto cada día a las cinco de la madrugada y mi jornada es de unas 12 horas, apenas me da para vivir y para mantener a mis cuatro hermanos pequeños. Los otros siete ya están casados y son autosuficientes”, señaló un trabajador llamado Camille al citado medio.

Un barrio que es ignorado

Anteriormente señalamos que Manshiyat Naser es considerado como el patio trasero de El Cairo y la afirmación no deja de tener validez, más aún si se piensa en los esfuerzos que ha hecho el gobierno por acabar con los “Zabbaleen”.

De acuerdo al detalle que entrega el diario estadounidense The New York Times, son tres las empresas que ha contratado el estado egipcio para hacerse cargo del retiro de la basura en la capital.

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Aquellos contratos fueron realizados en 2009 por un valor de 40 millones de euros, los cuales fueron financiados con dineros públicos. El gobierno explicó que su medida se debió a que deseaban imitar sistemas de recolección occidentales.

No obstante, aquella táctica no ha hecho que los trabajadores de la basura desaparezcan de las calles, es más, se dice que las personas los prefieren por un motivo de comodidad.

Esto se explica porque las empresas de limpieza no habrían distribuido bien sus botes recolectores en las calles, por lo que deben caminar varias cuadras para llegar a ellos. Por su parte, los Zabbaleen realizan el trabajo de ingresar a los hogares y sacar los desechos con sus propias manos.

Pero todo esto no ha hecho que la calidad de vida de este conjunto urbano mejore, ya que sus habitantes deben convivir con bacterias que afectan la salud de los niños y las personas de mayor edad. La población también está expuesta a enfermedades respiratorias, debido a la polución que hay en el ambiente.

Sin ir más lejos, en 2009 el presidente Hosni Mubarak mandó matar a todos los cerdos que existían en el país, ya que no quería que la población estuviera expuesta al brote de Gripe A que azotaba África en ese entonces.

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Aquello fue un golpe profundo para los habitantes de Manshiyat Naser, ya que los cerdos eran muy importantes para mantener la cadena de reciclaje, porque se comían los residuos orgánicos. Desde ese momento, esa basura se empezó a acumular en calles y patios, lo que hizo que el aire se volviera irrespirable.

Según NYT, no existen escuelas básicas ni jardines infantiles en la zona antes mencionada, por lo que muchos niños deben acudir a establecimientos en el centro de El Cairo, donde acusan que han sufrido de discriminación por su origen.

“Para nosotras, las mujeres, la falta de agua es una pesadilla. ¿Cómo pueden mis hijos librarse de las burlas de sus compañeros de clase por su condición de zabalín si no van limpios a la escuela?”, describe una habitante llamada Mariana a El País.

Por lo pronto, se sabe que los contratos con las empresas oficiales que recogen la basura vencerán en 2020. Podría ser esta la posibilidad para que los habitantes de este lugar reivindiquen aún más su trabajo.

En toda su historia, el único regalo que ha recibido esta ciudad ha sido proporcionado por el grafitero turco-francés llamado “EL Seed” en 2016, quien pintó un enorme grafitti que adorna la zona.

“La comunidad ha recogido la basura de la ciudad durante décadas y desarrolló uno de los sistemas de reciclaje más eficiente y altamente rentable a nivel mundial. Aún así, el lugar se percibe como algo sucio, marginado y segregado. No es justo”, describió en la oportunidad.