07-10-2018 a las 10:56

El origen de las propinas no es tan inocente como pensábamos: la racista historia de esta práctica

Publicado por: Bernardita Villa

Eater

En 2014 se estableció en Chile una ley que obliga a los dueños de restaurantes, bares y otros locales similares, a sugerir a sus clientes dejar una propina de al menos el 10% de su consumo.

La mayoría de los chilenos han optado por seguir esta norma tácita durante años y sin reproches, viéndola cómo una forma de recompensa por un trabajo bien hecho o sólo por el trato amable que han recibido. Pero no en todos los países se aborda el tema de igual forma, ya que existen lugares donde las propinas no son bien vistas e incluso consideradas antidemocráticas, sexistas y racistas.

Aunque el origen de esta práctica no está completamente confirmado, la mayoría de los historiadores teorizan que comenzó en Europa en el siglo XV y como un ejercicio puramente aristocrático, donde la clase alta otorgaba una mera “concesión” a las personas de clases socialmente inferiores.

A finales de la Edad Media, los “amos” o señores feudales, solían darles a sus criados algunas monedas como expresión de buena voluntad, y en ocasiones, también para humillarlos y demostrarles quienes estaban a cargo.

El avance de la propina

Con el paso del tiempo, los ingleses dieron un giro a esta práctica y comenzaron a dejar una pequeña cantidad de dinero para los empleados de las mansiones en las que se hospedaban durante una visita, a la que llamaban “vail”. La idea era compensar a los sirvientes del propietario por tener que trabajar más allá de sus deberes normales por su causa.

Según Kerry Segrave, autor del libro Tipping: An American History of Social Gratuities, con el tiempo los sirvientes comenzaron a esperar esta recompensa, que inicialmente era sólo un gesto de buena voluntad. “La nobleza y la aristocracia comenzaron a quejarse. Un intento de abolir a los vails en Londres en 1764 provocó disturbios”, afirmó el autor.

Gracias al comercio, la propina comenzó a expandirse a través del mundo hasta llegar a Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Después de la Guerra Civil de ese país, los aristócratas norteamericanos comenzaron a visitar Europa y adoptar algunas practicas extranjeras para demostrar que habían salido del país y que contaban con una educación refinada.

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El lado oscuro

De acuerdo con una investigación realizada por la activista y defensora de los trabajadores de restaurantes, Saru Jayaraman, para la organización Restaurant Opportunities Centers United, fue en ese momento en que la propina tomó un oscuro giro.

Los esclavos negros recién liberados comenzaron a congregarse en las principales ciudades para buscar trabajo, sin embargo, solo fueron contratados en lo que se consideraban puestos “no calificados”, principalmente en restaurantes.

Los propietarios, en su mayoría racistas, consideraban que no tenían el deber de pagarle a los empleados de color, por lo que comenzaron a utilizar las propinas de los clientes para evitar darles un salario.

Mientras algunos norteamericanos aceptaron esta práctica considerándola como algo normal, pues distinguía a los acaudalados de las masas, un grupo importante de la población miró con malos ojos lo que ocurría, ya que iba en contra de la lucha de derechos que daban en ese minuto.

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A fines de 1880, los trabajadores negros representaban casi la mitad de la industria hotelera, por lo que estas voces comenzaron a tomar cada vez más fuerza.

La discusión sobre las propinas quedó ilustrada en una declaración escrita por el periodista John Speed en 1902. “Los negros aceptan propinas, por supuesto, uno espera eso de ellos, es una señal de su inferioridad. Pero dar dinero a un hombre blanco me daba vergüenza”, consignó el portal NPR.

Esta lucha se oficializó en 1904, con el surgimiento de de la primera Sociedad Anti-Propina de América en Georgia, donde sus más de cien mil miembros decidieron no volver a dar propinas. Dos años después, Washington se convirtió en el primero de seis estados en aprobar una ley que las prohibía, aunque las autoridades nunca obligaron a obedecer la norma y finalmente fue derogada en 1926.

A pesar de la batalla que dieron miles de personas, la propina se normalizó y se siguió extendiendo hasta el punto que las leyes se acomodaron a ella. Sin ir más leos, se aprobó una ley de salario mínimo que permitió establecer un sueldo más bajo para los trabajadores que reciben propinas.

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Aunque hoy prácticamente en todo el mundo se deja propina, ésta nunca ha sido capaz de sacudir sus orígenes racistas, algunos incluso creen que sigue teniendo cierto sesgo.

Un estudio realizado en 2008 por la Universidad de Cornell y el Mississippi College encontró que los clientes, independientemente de su raza, se inclinaban a dejar una propina mayor a los meseros blancos que a los afroamericanos.

Otros estudios han demostrado que las mujeres enfrentan una mayor tasa de acoso sexual en la industria de restaurantes, en parte porque sus ingresos dependen de complacer al cliente. Muchas se sienten obligadas a soportar el acoso sexual para evitar perder ingresos por propinas.

Aunque las condiciones han mejorado desde los primeros días de la propina, aún existen problemas significativos dentro de la práctica.

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