Fue el pasado 30 de agosto cuando BioBioChile detalló el caso de la joven argentina Micaela Rodríguez, de 19 años y estudiante de Educación Especial, quien durante gran parte de su niñez denunció los abusos sexuales a los que fue sometida por su padre biológico mediante dibujos claros y precisos.

Testimonios como “Me estremecía cada vez que tenía que sacarme una foto con él” o “Te odio papá” dieron cuenta de la realidad que vivió esta chica en su domicilio de la ciudad de Buenos Aires por cerca de 13 años, hasta que su madre decidió divorciarse del hombre y empezar una vida nueva.

El pasado mes fue la estudiante quien decidió hacer pública esta dura etapa de su infancia a través de su cuenta de Facebook, donde publicó una serie de los dibujos que por años realizó mientras vivía siendo “la muñeca de su padre”.

El testimonio siempre fue claro y revelador, un hombre con dos caras, un sujeto con su genital expuesto, una foto de una niña con miedo que su padre la toque e imágenes de una pequeña triste; eran reflejo de un sufrimiento que se extendió por más de una década.

“Todas las noches me sentaba en mi cama a esperar que ocurriera lo mismo”, fue uno de sus relatos más impactantes.

Lo cierto es que el caso se internacionalizó rápidamente y llegó a medios chilenos, paraguayos, mexicanos e incluso españoles; los cuales daban cuenta no sólo de sus días negros de niñez, sino de cómo era posible salir adelante después de vivir ese tipo de acoso.

Fue así como ella, viendo esto como una oportunidad de aportar a las nuevas generaciones, creó una página de Facebook llamada Por una infancia sin dolor, en la cual recoge testimonios de personas que han pasado por situaciones similares, organiza eventos de caridad para niños y entrega consejos a las madres sobre cuidados de sus hijos en lugares públicos.

“Creé este espacio en un principio, para desahogarme, para ‘quejarme’, publicaba de madrugada lo mal que me sentía y al día siguiente lo borraba. Pero empecé por esa página, ‘Sobrevivientes del incesto: voces unidas en América’, no los conocía pero marcaron mi vida en gran manera y me ayudaron a romper el silencio”, detalló en el sitio.

Actualmente, este espacio de conversación y consejos tiene un total de 200 mil seguidores. Cerca de un cuarto de ellos llegaron al lugar tras conocer la historia de la joven en los medios de comunicación.

Rodríguez es muy clara en decir que nunca va a revelar el nombre ni datos personales de su padre. No le interesan las venganzas ni los castigos morales por lo ocurrido, lo más importante es proteger a quienes son infantes en estos tiempos.

El relato de una niña abusada

BioBioChile tuvo una conversación con la protagonista de esta historia, quien relató cómo ha sido su proceso de sanación interior para superar aquella etapa de su vida y lograr un desarrollo emocional pleno.

Rodríguez declaró que por estos días la relación con su padre vive una especie de punto muerto, ya que dejó de verlo hace más de dos años. En parte, el hecho que sus progenitores decidieran separarse para ella fue una especie de alivio.

“A él no lo veo desde el 2015 que tenía 16 años, mi escuela denunció ese mismo año a mi papá pero a fines del 2017 le dieron el sobreseimiento, aunque él ni siquiera declaró. Cuando tenía 10 años mis papás se separaron, estuve un tiempo ‘en paz’ hasta que consiguió una casa y tuve que ir, como es costumbre en padres separados”, expresó.

Para Micaela, la relación con su padre se hizo más agresiva a medida que ella fue creciendo. Cuando se convirtió en adolescente, él llegó a ver a su hija biológica como un objeto sexual.

“Él siguió de la misma manera pero ya tenía como cierta libertad, si bien vivía con su novia ella casi nunca estaba, cuando me bañaba en su casa entraba al baño (si no estaba la novia, claro). Me compraba ropa muy corta y quería que le mostrara cómo me quedaba, polleras de jeans y shorts; yo hacía todo lo posible para cubrirme más, ya cuando era adolescente no servía el ‘estamos jugando’, así que había un poco de violencia para que pudiera callarme”, recordó.

La muchacha aclara que el amor y las relaciones de pareja aún son un “tema pendiente” en su vida, ya que a sus 19 años siente algo de temor de relacionarse con jóvenes de su edad en un ámbito más íntimo.

“En un principio odiaba todo lo relacionado al amor, una mezcla de odio, asco y hasta ahora sigo trabajando mucho con esto, el aceptar que no todos los hombres van a ser así todavía es algo que me cuesta. No tengo pareja, no tuve nunca novio, me da terror estar con alguien más y en vez de disfrutar ese momento, recordar el abuso”, confiesa.

Mica Rodríguez | Facebook
Mica Rodríguez | Facebook

A esto agrega que: “Esto (abuso del padre) dejó de ocurrir hace muy poco para mí, ahora tengo 19 años pero tengo como otros proyectos y sueños y por ahora, el amor no está en mis planes, no hasta que pueda decir que lo superé”.

Por otra parte, Micaela confiesa que ha necesitado ayuda de psicólogos y psiquiatras para lograr salir adelante de acuerdo a sus propios tiempos. Sabe que la recuperación es difícil, pero asume que será beneficiosa para ella.

“Me estaba tratando en el Hospital Alvear, un hospital de acá que tiene psiquiatras y psicólogos, pero dejé de ir porque si bien la terapia me hacía bien la psiquiatra seguía insistiendo en no bajarme las dosis del antidepresivo y no podía estudiar, no me podía concentrar, ahora sólo tomo pastillas para dormir. Quisiera ir allí solamente, pero está muy caro y en el hospital era todo gratuito”, indicó.

Asimismo, la joven recuerda con mucho cariño una visita que realizó a Chile, específicamente a Antofagasta, a comienzos de este año, donde tuvo la oportunidad de conversar y compartir ideas sobre este tema junto a otros “sobrevivientes” de abuso sexual.

“En febrero (2018) fui justamente a Chile, a Antofagasta, di unas charlas en un seminario que me invitó la fundación ‘Soy garante’. El hablar con otros sobrevivientes, poder contar lo que me pasó en un lugar en donde hay docentes, padres, sobrevivientes, me hizo sentir más acompañada. Ir a Chile fue de las mejores cosas que me pasó”, comentó.

Por último, Mica sostuvo que más importante para salir adelante ha sido centrar sus actividades en ayudar al prójimo y apoyar a personas que hayan pasado por experiencias similares a la de ella. “Hablar es algo muy importante”, recalca.

“Lo que me ayuda mucho a sanar a mi niña interior digamos, es lo que vengo haciendo hace un par de años, para el día del niño, Navidad, reyes, me disfrazo de payasita y reparto juguetes y golosinas a los niños en situación de calle, juego con ellos, a pesar de que tengan frío, hambre, son niños y tienen derecho a jugar, a divertirse. Tengo una página en Facebook ‘Por una infancia sin dolor’ que también me ayudó mucho a hablar”.

¿Qué nos dicen los dibujos de los niños?

Fernanda Orrego, psicóloga infanto – juvenil, y docente de la Universidad San Sebastián, aseveró a BioBioChile que no siempre se deben tomar los dibujos de los niños como una declaración de algo, pero sí los padres deben estar atentos a las señales.

“En ese sentido sí hay que estar alerta si un hijo empieza a dibujar figuras desnudas, vaginas o penes. También hay que darse cuenta si esto es una actitud frecuente u obedece a alguna curiosidad particular del menor”, concluyó.

En este sentido, la psicóloga española María Luisa Ferreós detalla en su libro Abrázame, mamá que existen ciertos factores en que los niños se basan para demostrar hostilidad ante los demás.

“Si a menudo pinta la figura humana triste o con dientes, pelos en punta, manos abiertas, esto significa que percibe la figura como hostil. Si lo que su hijo ha dibujado suele tener un tamaño excesivamente pequeño es porque el niño se siente muy inseguro o deprimido”, detalla.

Mica Rodríguez | Facebook
Mica Rodríguez | Facebook

De esta forma, la profesional indica que siempre que los niños dibujan a sus familias tienden a destacar con ímpetu la figura con la que tienen mayor afinidad y cercanía.

“Las figuras juntas representan proximidad, armonía familiar. Si están sueltas, se está mostrando algún tipo de distancia afectiva, emocional. Cuando siente rechazo hacia algún miembro de la familia lo pintará más alejado y si percibe el entorno como inestable o le produce dolor, decide a veces no pintarse a él mismo”, aseveró.

Así, según Ferreós, los niños incluso pueden entregar señales de cómo están viviendo su presente sólo a través de los rostros y las formas de los cuerpos que dibuja a menudo.

“Un niño con un buen concepto de sí mismo, organiza bien el espacio del que dispone en su papel para dibujar, las personas que dibuja son grandes y tienen los brazos y las manos abiertas, su expresión es positiva. Problemas de relación social o con sus iguales. Cuando un niño está sufriendo alguna situación de conflicto suele dibujar los brazos pegados al cuerpo, con expresión neutra o triste. El tamaño de la figura depende de cómo la afronta. Si lo vive como una agresión a la que debe plantar cara la dibujará grande, si se siente indefenso, con temores o incapaz de superar el problema, dibujará la figura pequeña”, concluye.

Mica Rodríguez | Facebook
Mica Rodríguez | Facebook

Por otra parte, si el menor siente temor hacia algo o alguien puede expresarlo de la siguiente forma: “El niño puede dibujarse dentro de un espacio cerrado (una casa, un coche) a modo de refugio. Las caras que dibuja son muy poco expresivas. Si el temor es hacia alguna persona en concreto, la representará con brazos cortos o sin ellos”.

No obstante, la académica española indica que lo mejor es que los padres, al ver señales negativas, consulten a psicólogos o psicopedagogos respecto al posible problema; antes de hablarlo con el propio niño.

Recuerda que si eres testigo de violencia contra menores puedes denunciar los hechos al Fono Niños 147, el cual es gratuito.