Abusos sexuales, privar del sueño y hasta provocar la muerte: las novatadas se han convertido en los últimos años en una costumbre para los estudiantes universitarios en Estados Unidos.

El caso de Timothy Piazza, de 19 años, encendió todas las alarmas. Falleció en febrero por una rotura del bazo y una hemorragia interna, aunque las autoridades confirmaron que estuvo 12 horas herido antes de morir.

Se emborrachó tanto durante unos rituales de iniciación de una fraternidad de la Universidad Estatal de Pensilvania, que se cayó dos veces por las escaleras y sufrió graves lesiones.

Unas cámaras de seguridad captaron cómo durante horas perdió y recuperó la conciencia, sin que nadie pidiera ayuda, denunciaron los fiscales.

Los expertos afirman que su muerte consternó el sistema universitario estadounidense y alentó un esfuerzo para abordar este problema.

Un sondeo realizado por investigadores de la Universidad de Maine encontró que el 55% de los estudiantes que integran organizaciones universitarias reconocen haber sufrido novatadas como “consumo de alcohol, humillación, aislamiento, privación del sueño y actos sexuales”.

El inicio del curso escolar es la época más frecuente para padecer estos juegos, según el escritor Hank Nuwer, que ha documentado las muertes provocadas por estos “juegos” desde 1838.

Película Goat
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Un aspirante a entrar a una fraternidad de la Universidad de Princeton fue obligado a beber una botella con tabaco de mascar dentro, golpeado en un club nudista y forzado a nadar en un estanque congelado, según el libro “True Gentlemen”.

La muerte de Piazza no evitó sin embargo que Maxwell Gruver, un estudiante de 18 años de la Universidad Estatal de Luisiana, perdiera la vida en septiembre. La prensa estadounidense asegura que cuando llegó al hospital tenía seis veces más el nivel de alcohol permitido.

Un tema cultural

Los expertos apuntan a que los responsables universitarios se enfrentan al profundo arraigo cultural de las novatadas: aunque estén prohibidas, los estudiantes siguen sometiéndose a ellas.

“Es difícil acabar con ellas”, señala Peter Lake, director del Center for Excellence in Higher Education Law and Policy en la Universidad de Stetson. “Posiblemente es el tema de seguridad más frustrante que me he encontrado”.

Muchos estudiantes viven por primera vez fuera de casa cuando comienzan la universidad y están dispuestos a cualquier cosa para ser aceptados socialmente. Beber alcohol es básico.

Cinco jugadores de un equipo de fútbol americano de la Universidad de Wheaton (Chicago) están acusados de varios delitos por abusar y herir gravemente a un compañero.

Estudiantes aseguraron que las normas anti-novatadas de dicha universidad son claras, pero Jeremy Foster, recién graduado, contó haber sido testigo de unos rituales que rozan el abuso.

El momento del cambio

Desde la muerte de Piazza ha habido señales de un cambio cultural. Tanto la Universidad de Pensilvania como otros centros han comenzado a tomar acciones.

Wheaton reconoció en un comunicado enviado a la AFP que revisará “el nivel de efectividad” de sus políticas. La Universidad de Luisiana anunció una medida similar, al tiempo que el gobernador ordenó a todos los centros estatales comprobar sus normas contra las novatadas.

El caso de Piazza impulsó una nueva ley en el Congreso estadounidense, la REACH Act, que obligará por primera vez a las universidades a denunciar los incidentes derivados de novatadas.

Película Novatos
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“La muerte (de Piazza) logró la atención de todo el país y sin duda los incidentes que han ocurrido después han tenido impacto”, subraya Alison Kiss, directora ejecutiva del Clery Center for Security on Campus.

La prueba es que han aumentado las denuncias por esta práctica. Diez exestudiantes y estudiantes de la Universidad Estatal de Luisiana fueron acusados el miércoles de delitos criminales por participar en la muerte de Gruver. Uno de ellos también se enfrenta al cargo de homicidio negligente.

Catorce miembros de la fraternidad de la Universidad Estatal de Pensilvania también fueron imputados con cargos criminales, aunque en septiembre un juez les retiró los delitos más graves.

“Nunca había visto a tantos fiscales interesarse tanto en las novatadas como ahora”, precisa Lake.

Pero Nuwer es menos optimista.

“Poca gente va a la cárcel”, asegura. “Las universidades deben asumir más responsabilidades (…) No esperen que la gente aprenda de sus errores”.