El Ejército italiano y la empresa municipal de limpieza AMA han empezado este miércoles la desinfección de las 337 iglesias de la diócesis de Roma ante la reanudación de las misas el lunes 18 de mayo, tras el cierre por la pandemia de coronavirus.

La primera tuvo lugar este miércoles en la moderna basílica de San Juan Bosco, en la periferia sur de la ciudad, donde desde primera hora de la mañana se ha desplegado un equipo de militares, cubiertos con trajes de protección, que han saneado el exterior del templo.

En el interior, cuatro empleados municipales han desinfectado bancos, confesionarios y elementos como el púlpito o el altar mayor, trabajos que visitó la alcaldesa de la capital, Virginia Raggi.

“La diócesis de Roma (de la cual es obispo el papa Francisco) ha pedido al ayuntamiento la intervención del Ejército y hemos movilizado nueve equipos de desinfección”, explicó en el exterior de San Juan Bosco el responsable de la brigada, Giovanni Di Blasi.

El saneamiento se hará por barrios con objeto de “garantizar mayor seguridad a muchos fieles que volverán a frecuentar las iglesias de la ciudad”, según explicó Raggi en un comunicado.

El Ejército trasladó a San Juan Bosco un camión y un furgón, del que han sacado varias mangueras para higienizar el exterior y el pórtico de la iglesia.

Para desinfectar, se ha utilizado un “producto natural a base de enzimas”, según detalló el ayuntamiento en un comunicado.

El Gobierno ha decretado algunas normas de seguridad para la reanudación de las misas en esta etapa de desescalada.

Deberá al menos existir un metro, tanto frontal como lateral, de separación entre los fieles. Habrá voluntarios que vigilarán que se respete la distancia y el número máximo de devotos que pueden entrar.

A la entrada también tendrá que colocarse un dosificador de gel desinfectante y habrá que sanear después de cada ceremonia la Iglesia y todos los objetos utilizados, como micrófonos o atriles.

Para dar la comunión, el celebrante tendrá que desinfectar sus manos y usar guantes y mascarilla.

Podrá haber un organista pero no un coro, y tampoco se pueden distribuir los libretos con los salmos o himnos.

Las pilas de agua permanecerán vacías y los fieles no podrán estrecharse las manos para darse la paz.