En su ciudad natal, San Salvador, recibieron durante un año clases de alemán, lecciones de cuidado a las personas mayores y talleres interculturales. Los prepararon para casi todo, excepto para una pandemia que amenazara precisamente la vida de todos.

Para 18 jóvenes enfermeros de El Salvador este era un sueño hecho realidad. Llegaron a Alemania en diciembre de 2019 como parte del proyecto piloto “personal de enfermería de El Salvador”, iniciado por la Embajada de ese país en Berlín, la escuela vocacional “Forum Berufsbildung International” y la Agencia de Empleo de la misma urbe.

Su objetivo es aliviar la falta de personal sanitario en Alemania e inspirar a más jóvenes enfermeros del país centroamericano para que vayan a Alemania.

En este país reciben una formación de enfermería que dura tres años y que combina tanto el conocimiento teórico en las clases como el práctico durante las horas de trabajo en los asilos de ancianos, una combinación de teoría y práctica que apenas existe en Centroamérica.

Héroes lejos de casa

Tienen entre 18 y 25 años y recién llegaron a Berlín hace cinco meses. Para la mayoría de ellos es la primera experiencia en el extranjero y el primer vuelo en su vida y además tan lejos de casa.

Ninguno de ellos hubiera pensado que en tan corto de tiempo se convertirían repentinamente en “héroes de Alemania” en medio de la crisis global por la pandemia del coronavirus.

En Berlín, empresas de transporte ofrecen carreras sin costo alguno para los enfermeros de la ciudad. Uno de los hoteles más conocidos, el “Adlon”, les regala vales y una pequeña organización les cocina a diario, en plena batalla contra el coronavirus.

No solo los médicos, sobre todo los enfermeros, hasta ahora subestimados en la remuneración, adquieren más importancia que nunca en la capital alemana.

“En El Salvador nos prepararon para todo tipo de eventualidades. Que pasa si no nos gusta la ciudad, si no nos adaptamos al clima frío, si queremos regresar. Pero nunca nadie pensó que ocurriría algo así, una pandemia que amenaza justamente al grupo de personas con el que trabajamos: los ancianos”, dijo a la DW Dennys Meléndez.

“Nadie nos hubiese podido preparar para esta situación tan extraordinaria”, agregó el profesional, que trabaja en uno de los dos asilos de ancianos del grupo “Pro Senioren” en los que se repartieron los 18 salvadoreños.

A pesar de haber iniciado recién su formación como enfermeros en Alemania, su trabajo ya es indispensable, desde ahora.

“Gran ayuda”

“En estos asilos aún no hay ningún caso de infección”, contó orgullosa la encargada del personal en estos recintos, Katrin Eschenweck.

“Sin embargo la pandemia del Covid-19 ha cambiado notoriamente nuestro rutina. Y a pesar de esos cambios aún sigue existiendo incertidumbre sobre las medidas tomadas, cada día tenemos que reprogramarnos de acuerdo a las nuevas informaciones e investigaciones que nos llegan”, relató.

No obstante, con la contingencia existen medidas más estrictas de higiene y seguridad en los asilos, una consecuencia de esto es que los residentes tienen prohibido recibir visitas.

“Los jóvenes aprendices son de gran ayuda en este punto, no solo por su empatía con los residentes, sino también por su edad. Por ejemplo ayudan a organizar llamadas de Skype con sus familiares. Pero en general su trabajo es desde ya indispensable para nosotros”, comentó.

Una dura primavera

Ningún comienzo está libre de roces. Los jóvenes recuerdan como les llamaba la atención el ritmo rápido de andar en las calles berlinesas y también la manera de comunicar tan directa, algo que al principio les chocó.

Ahora, tan solo 5 meses después, entienden que no hay ninguna mala intención detrás. “Es solo otra mentalidad”, dijo Alejandra Nayara, quien durante el frío invierno prefirió no salir mucho durante su tiempo libre.

Ella esperaba conocer mejor su nueva ciudad en primavera, pero la actual crisis ha cambiado sus planes. Así, ahora procura quedarse en casa en su tiempo libre, ya que su mayor miedo es contraer el coronavirus y transmitirlo a su lugar de trabajo.

“La responsabilidad que tenemos ahora es aún mayor”, admitió pensar. “En el asilo todo es desinfectado cada 15 minutos, manillas de las puertas, mesas, sillas, todo”, añadió.

“Nosotros solo podemos trabajar con mascarillas y guantes. Pero esta nueva situación es particularmente difícil para los ancianos, a quienes ni siquiera se les permite ver a su familia. Si al final de la jornada noto que cada uno de ellos sonrió al menos una vez durante el día, me voy contenta a casa. Esa es nuestra misión ahora mismo: mantener la calma”, detalló.

Sintiendo y pensando en sus familiares en El Salvador

Con sus 20 años, Alejandra es una de las más jóvenes del grupo. Su familia en El Salvador es también una de sus principales preocupaciones, sobre todo por la incertidumbre económica, después de que pase la pandemia y con ello las medidas tomadas en su país.

Y es que en El Salvador, como en toda América Latina, muchas familias viven de sus negocios día a día, un frágil ingreso durante tiempos de crisis como la actual pandemia.

“A veces pienso que tendría que ir a casa para ver cómo está mi familia. Pero también sé que aquí me necesitan en el asilo y ya me he encariñado con varios de los residentes, no puedo dejarlos solos”, aseveró en el contacto con DW.

Esto es precisamente lo que el jefe del proyecto en la escuela de capacitación, Helmut Riethmüller, aprecia de los jóvenes salvadoreños: su fuerte empatía con los residentes de los hogares de ancianos.

“El potencial en América Latina todavía es muy poco conocido en Alemania. Hay muchas personas jóvenes y motivadas en la región que a menudo tienen afinidad con Europa, tienen una cultura muy similar y simpatía que es correspondida aquí”, explicó.

“La crisis actual nos demuestra una vez más que se necesitan enfermeras y enfermeros más que nunca. Sin estos héroes del trabajo, ni un asilo de anciano ni un hospital podrían funcionar”, aseveró.

En esa línea, Riethmüller espera que el proyecto crezca, sobre todo con América Latina. El siguiente grupo de los próximos 20 enfermeros salvadoreños se espera que llegue en octubre de este año, quienes ya están contratados en los mismos asilos de ancianos.

Así, la señora Eschweck les envía un mensaje: “¡Los esperamos con ansias y serán más que bienvenidos!”