En 1901, una joven y enamorada pareja se casó en un templo católico de Galicia. Lo que nadie sospechaba es que guardaban un gran secreto: era el primer intento de matrimonio entre personas del mismo sexo realizado en España.

Las profesoras Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga engañaron a todos para sellar su unión en una época donde la homosexualidad no era aceptada.

Para poder concretar su relación, Elisa se vistió de hombre y adoptó la identidad de un supuesto primo de Marcela, llamado Mario Sánchez… desde entonces su vida nunca fue igual.

Su historia volvió a cobrar fuerza hace pocos días cuando Netflix estrenó Elisa y Marcela, una película española que relata lo vivido por la pareja y que está arrasando en redes sociales.

Netflix
Netflix

Una historia de amor

Las chicas se conocieron en la Escuela Normal de Maestras de La Coruña, donde Marcela llegó con 18 años para convertirse en profesora de primaria. Elisa, que en ese entonces tenía 23, había terminado sus estudios y trabajaba en el lugar.

Se hicieron muy amigas y el amor surgió. Cuando los padres de Marcela comenzaron a sospechar de la relación, decidieron enviar a su hija a Madrid para separarlas y evitar rumores.

Sin embargo, la vida las volvió a juntar. Luego de acabar con sus estudios, Marcela fue asignada a una pequeña aldea conocida como Dumbría, en La Coruña, la cual quedaba a pocos kilómetros de Calo, otra localidad donde Elisa estaba ejerciendo.

Se reencontraron y retomaron su relación. Según consigna el portal español Verne, Elisa recorría 12 kilómetros casi a diario para poder ver a Marcela, rutina que se repitió por dos años y medio.

En 1901, Elisa creó un elaborado plan para poder casarse con Marcela. Adoptó una apariencia masculina y creó una nueva personalidad llamada Mario Sánchez, inspirada en un familiar suyo que había muerto muchos años antes en un naufragio.

Marcela y ELisa vestida de hombre
Marcela y ELisa vestida de hombre

Mario supuestamente había crecido en Londres con un padre ateo, pero quería convertirse al catolicismo. Fue así como conoció al padre Víctor Cortiella, párroco de la iglesia de San Jorge en La Coruña, quien ante la devoción que mostraba, no dudó en bautizarlo y darle la Primera Comunión.

Mario también le contó de sus planes de matrimonio con Marcela y el párroco accedió feliz a casarlos. La novia, en tanto, informó a todos sus conocidos que se casaría con un primo de su amiga Elisa, quien acababa de volver a España.

Según el historiador Narciso de Gabriel, quien descubrió la historia y escribió el libro Elisa y Marcela. Amigas y amantes, no sólo el amor llevó a Elisa a crear todo este plan: Marcela además estaba embarazada.

“Una de las primeras hipótesis, considerada la más verosímil (…) era que Marcela se había quedado embarazada debido a sus relaciones amorosas con un joven, y que su inseparable amiga (Elisa) se había casado con ella para regularizar la situación y evitarle la vergüenza y los problemas derivados de tener un hijo estando soltera”, dijo, aunque afirmó que esta nunca se pudo confirmar.

“La segunda hipótesis, que a mí es la que más me gusta, pero reconozco que no tengo ninguna base en que sustentarla, es que pudo haberse tratado de un embarazo premeditado. Es decir, que Elisa y Marcela no se conformaban con convertirse en marido y mujer sino que querían tener descendencia”, sugirió.

La boda

El matrimonio se llevó a cabo el 8 de junio de 1901, a las 07:30 de la mañana, sin que nadie sospechara la verdad y sólo con la presencia del sacerdote y dos testigos.

Tras la ceremonia, la pareja fue a un estudio fotográfico para retratarse como marido y mujer, imagen que finalmente pasaría a la historia.

Pasaron su noche de bodas en una pensión del lugar y siguieron su vida tal cómo lo habían planeado, pero cometieron un error. “Si Marcela y Mario, una vez casados, hubiesen tomado otra dirección, podrían haber vivido el resto de sus días como mujer y marido”, explicó Narciso de Gabriel en su libro.

“Volvieron a Dumbría, el pueblo donde trabajaba Marcela. Ya durante el trayecto, algunos pasajeros descubrieron que Mario en realidad era Elisa”, aseguró.

Marcela y ELisa vestida de hombre
Marcela y ELisa vestida de hombre

Consternados e indignados, acudieron a la prensa de la época para denunciarlas. “La prensa transformó este matrimonio entre dos mujeres en un ‘matrimonio sin hombre’ e hizo una cobertura espectacular del caso, y fue efectivamente esa publicidad el desencadenante de la intervención judicial y académica”, agregó.

Tal como lo explica el profesional, el diario La Voz de Galicia publicó un artículo con la imagen de la pareja titulando “Un matrimonio sin hombre”, el cual se replicó en medios madrileños e incluso en Argentina.

El mismo sacerdote que las casó, obligó a Elisa a ser examinada por un médico para confirmar su género. Cuando se dieron cuenta de que era mujer, ella aseguró ser hermafrodita, pero ya era demasiado tarde.

Marcela y Elisa fueron despedidas de sus trabajos, excomulgadas, y la policía comenzó a buscarlas por falsificación de documentos públicos y usurpación de nombre. Finalmente, debido a la persecución debieron irse de España.

La voz  de Galicia
La voz de Galicia

“A Elisa/Mario le cerraron cualquier posibilidad de empleo, y ambas mujeres comenzaron a sufrir todo tipo de burlas y menosprecios a causa de su condición sexual”, aseguró Isaías Lafuente en su libro Agrupémonos todas las mujeres.

La pareja llegó a vivir a Oporto, Portugal, donde Marcela dio a luz a su hija. Elisa, en tanto, siguió usando su imagen masculina y se hizo llamar Pepe.

Lograron establecerse por dos meses, antes que la policía española exigiera su detención y encarcelamiento. La noticia fue cubierta con gran interés por la prensa portuguesa y la sociedad del lugar tomó partido por ellas.

Antes de ser extraditadas, fueron juzgadas y absueltas en Portugal, desde donde escaparon con rumbo a Buenos Aires.

En Argentina, Elisa retomó su imagen femenina y encontraron trabajo como empleadas domésticas.

Según Verne, Elisa se casó con un hombre 25 años mayor de origen danés, con el que se negó a mantener relaciones sexuales. Su objetivo era simplemente heredar su fortuna para poder vivir con tranquilidad con Marcela y su hija.

“Después de hacer indagaciones, el marido descubrió que estaba casado con la persona que en España había protagonizado un ‘matrimonio sin hombre’, que fue el titular acuñado por el diario La Voz de Galicia. Denuncia a su mujer y solicita la anulación del matrimonio. El juez decide que María, la anterior Elisa, debía ser examinada por tres médicos. La conclusión fue que se trataba de una mujer y que el matrimonio era perfectamente válido”, aseguró Gabriel.

Desde ese momento, la historia se vuelve confusa y poco se sabe de lo que ocurrió con la pareja y la niña. Eso fue así hasta que hace algunos meses una mujer argentina aseguró ser la bisnieta de Marcela.

La descendencia

Mientras buscaba información de su familia en internet para hacer un árbol genealógico y utilizando los nombres del certificado de nacimiento de su abuela, Norma Graciela Moure (61) descubrió que la vida de su bisabuela tenía un lado que ella no conocía.

“Era como un fantasma en la familia, estaba ahí pero en casa no se hablaba de ella…”, aseguró al diario Crónica. “Cuando yo tenía 11 o 12 años, ya una pierde memoria, mi madre me contó algunas cosas, como que mi bisabuela había tenido que escapar de España. Y, claro, para una niña de mi edad, no creí que fuese real pues me sonaba a cuento, no lo entendía. Ahora no sólo sé que fue real, sino que Marcela tuvo que huir del país a escondidas”, dijo.

Norma aseguró que el nombre de la hija de Marcela fue María Enriqueta, cuya vida también estuvo marcada por la tragedia. A los 15 años quedó embarazada de un hombre con dinero, machista y violento que la maltrataba a ella y los 10 hijos que luego tuvieron juntos.

“Él le había dado muy mala vida, era excesivamente machista, la humillaba, hacía alarde de su fuerza, siempre llevaba un revólver al cinto”, relató.

El matrimonio de Elisa y Marcela nunca fue anulado, por lo que se considera la primera boda homosexual de España.