Incalculables perdidas dejó el gran incendio que este domingo destruyó el Museo Nacional de Río de Janeiro, uno de los más antiguos de Brasil.

El edificio de más de 200 años, resguardaba cerca de 20 millones de piezas valiosas invaluables para la historia de la humanidad, de las cuales sólo el 1% se encontraba en exhibición.

Según consigna la agencia de noticias Agence France-Presse, el museo contaba con una colección egipcia y otra de arte y artefactos grecorromanos, así como colecciones de paleontología que incluyen el esqueleto de un dinosaurio hallado en la región de Minas Gerais y el más antiguo fósil humano hallado en el actual Brasil, bautizado “Luzia”.

Uno de estos impresionantes artículos históricos era una momia atacameña de más de 4000 años de antigüedad, la que se había conservado en buenas condiciones de forma natural.

Esta pertenecía a una tumba en Chiu-Chiu en el desierto de Atacama, en norte de Chile. En este caso especifico se trataba de un hombre de mediana edad sentado con la cabeza apoyada en las rodillas y cubierto por una capa de lana.

En la antigüedad, los hombres eran sepultados en esta postura junto a sus pertenencias, y su capa coincidía con la que se llevaban en ese periodo debido a las bajas temperaturas de la zona.

“En el frío del desierto era común dormir sentado, con la cabeza apoyada en las rodillas, posiblemente un modo de calentarse mejor bajo los ponchos y los gorros hechos de lana de llama. Esta era también la posición en que los muertos eran enterrados, envueltos en ropas y cubiertas, junto con sus pertenencias”, afirman en el portal del museo.

“En este caso, quedaba sólo el típico gorro atacameño que él viste, tejido en lana y adornado con pelos de llama. Su cuerpo no presenta signos externos de la causa de la muerte. La lesión visible en la cara izquierda, donde el hueso está fracturado, fue consecuencia de un trauma. Los atacameños no tenían tradición guerrera, pero en algunos momentos lucharon y practicaron rituales violentos”, agrega.

museunacional.ufrj.br
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Otras de las piezas que se presume que fue consumida por el fuego, es la momia aymara de un hombre de 30 o 40 años de edad. El cuerpo se encontraba dentro de un cesto sentado con las rodillas junto al mentón y atado. Sólo su cabeza y la punta de los pies quedaba al descubierto.

“En el caso de esta momia, su cráneo está expuesto porque la parte más alta de la cabeza no se conservó bien. El formato alargado del cráneo resulta de una deformación intencional, práctica común entre los pueblos andinos, probablemente realizada por razones estéticas o religiosas, o para señalar distinción”, aseguraban en el portal del museo.

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Finalmente, otra momia que también habría desaparecido, era la de un niño donada al museo por el gobierno de Chile para ilustrar las técnicas de momificación artificial de los pueblos precolombinos. De ella no se tienen fotografías.