¿Alguna vez has lanzando una moneda al agua de una fuente después de pedir un deseo? Bueno, muchas personas en todo el mundo lo hacen y es una tradición que ha traspasado los siglos, la que sigue la lógica de hacer un pequeño “sacrificio” para obtener una recompensa.

No obstante, muy pocos conocen el verdadero paradero de este dinero, el que queda sumergido en el fondo de tanto solitarias como famosas fuentes en todo el mundo. Al respecto, la versión española del portal Huffington Post investigó sobre el lugar a donde llegan estas monedas.

Existe más de un paradero para este dinero. Cuando se trata de pocas monedas, los trabajadores encargados de las limpiezas de estas fuentes se quedan las monedas. También lo hacen transeúntes que circulan cuando las fuentes están vacías, aprovechando de llevarse algún peso. Los terceros en recoger este dinero son personas con necesidades que viven en situación de calle.

Cuando se trata de un monto más o menos grande, el que se acumula en lugares concurridos y grandes ciudades alrededor del mundo, puede tener dos destinos: el primero, usarse para el mantenimiento de la propia fuente y, el segundo, ser donado a alguna causa benéfica.

“El pozo de los deseos”

En muchos lugares del mundo, esta tradición luce como algo muy común y propio de la cultura. Sin embargo, ¿de dónde viene? Se estima que proviene desde los pueblos celtas desde el siglo XI a.C. durante la Edad del Hierro.

En ese entonces se pensaba que cualquier deseo sería concedido tras lanzar una moneda a un pozo, puesto que, o vivía un dios al fondo del pozo que concedería el deseo, o un dios había puesto el agua ahí para recolectar los deseos de las personas y luego cumplirlos.

En la misma línea, el agua representaba la fuente de la vida y, al ser escasa para muchos, era un bien que estaba lleno de energías curativas.

En tanto, según cuenta la leyenda, si eres de quienes lanzan monedas a un pozo o fuente, tu deseo sólo se cumplirá si la moneda aterriza cara arriba, de lo contrario, no será concedido.