En 1978, en la madrugada del 2 de marzo, dos delincuentes entraron al cementerio Corsier-sur-Vevey en Suiza y se robaron el cuerpo fallecido de Charles Chaplin, el famoso comediante y cineasta que había muerto sólo dos meses atrás en la Navidad de 1977 con 88 años.

Recién había sido enterrado el ataúd con su cuerpo adentro. No habían alcanzado a colocar la lápida con el epitafio. La polícia suiza llegó al lugar y sólo encontraron un hoyo vacío, huellas de los delincuentes y de un vehículo, según la hemeroteca de ABC.

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Hoyo de la tumba de Chaplin | ABC

Quienes investigaban el hecho, en su momento, supusieron que el robo era con el objetivo de pedir una recompensa. Esto, ya que sabían la fortuna con la que había quedado la familia del cineasta como herencia: casi 25 millones de dólares.

Sin embargo, varios días pasaron sin contacto alguno de los culpables. La teoría de un “secuestro por recompensa” perdía peso y la policía local se encargó de avisar a todo Europa del hecho, con el objetivo de encontrar lo antes posible los restos del comediante y a los delincuentes.

Para sorpresa de todos, las llamadas comenzaron a llegar. La viuda de Chaplin, Oona O’Neill, informó que se le exigían 600.000 dólares por la devolución. Luego se rebajaron a 600.000 francos suizos y luego a 500.000. Pero O’Neill se negaba a pagar un sólo peso: “Charlie lo hubiera encontrado ridículo”.

Dutch National Archives (CC)
Dutch National Archives (CC)

La situación escaló. Tras las negaciones a pagar de la viuda, los ladrones empezaron a amenazar de muerte a la familia de Chaplin. Rápidamente, O’Neill comenzó a colaborar con la policía local, lo que permitió acceder a los teléfonos de varios miembros de la familia en todo Europa.

El 16 de mayo de ese año, la viuda del cineasta informó a la policía que la llamarían de nuevo para obtener una respuesta definitiva, por lo que se ordenó la vigilancia de más de 200 teléfonos públicos en la ciudad del hecho: Lausanne.

La operación fue todo un éxito. Los delincuentes fueron encontrados e identificados como Roman Joseph Wardas, polaco de 24 años y Gandscho Ganev, búlgaro de 38. Además recuperaron el cadáver de Chaplin a pocos kilómetros del cementerio. La broma al bromista había llegado a su fin.