Muchos no creen en la suerte o los milagros, sin embargo, hay casos que no tienen otra explicación. Existen personas que inexplicablemente lograron sobrevivir a situaciones extremas, las que usualmente les hubiese costado la vida a cualquier otro.

El portal Business Insider recogió algunos de los casos más recordados, donde sus protagonistas lograron sobreponerse a las condiciones extremas en las que se encontraban y sobrevivieron.

Phineas Gage

Phineas Gage era un obrero norteamericano que vivía el día a día. En 1848, su nombre pasó a la historia luego que un palo fuera enterrado en su cerebro.

Todo comenzó cuando Gage fue designado para dirigir un grupo de trabajo que se encargaría de las explosiones de rocas en la construcción de la vía de ferrocarril Rutland Burlington, en Vermont (EE.UU.).

Por un mal movimiento en la preparación de las detonaciones, se generó una explosión que hizo volar una barra de hierro de más de un metro de largo y 3 centímetros de diámetro, que atravesó el cráneo de Gage.

El fierro entró por debajo de su pómulo izquierdo, siguió por el cerebro pasando justo detrás del ojo y salió por la parte superior de la cabeza. Ante el asombro de los presentes, el hombre de 25 años no murió en el acto como se esperaba.

Al llegar al hospital, le contó con sus propias palabras al médico lo que había ocurrido. En ningún momento perdió la consciencia ni se quejó de grandes dolores. Dos meses después, volvió a trabajar completamente recuperado.

Pero no todo volvió a la normalidad, pues Gage ya no era el mismo. Su personalidad había cambiado radicalmente, pasando de ser un hombre responsable y sensible a un caprichoso mal educado.

Con el tiempo los médicos explicaron que el fierro había atravesado el lóbulo frontal izquierdo, lo que permitió confirmar que esa parte del cerebro era la encargada de las emociones, personalidad y funciones ejecutivas en general.

Gage falleció 13 años después del accidente y fue enterrado con el fierro. Su cráneo permanece hoy en el museo anatómico Warren de la Escuela de Medicina de Harvard y ha permitido varias investigaciones al respecto.

Wikimedia
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Matthew Lowe

También de 25 años, Lowe trabajaba en una fábrica de construcción de estructuras de acero en Inglaterra, cuando el destino quiso jugar con él. En medio de una jornada laboral normal en 2008, el overol del hombre quedó atrapado en una cinta transportadora, siendo él arrastrado en consecuencia.

Como la cinta iba a gran velocidad, el hombre no tuvo tiempo de poder moverse y fue succionado a una máquina que estaba a sólo metros de él. “No sé cómo sobreviví”, señaló meses después al diario británico Metro. “Por suerte, mi cabeza pasó por un hueco más grande antes de mi cuerpo fue arrastrado por un espacio no mayor que una caja de CD”, dijo.

METRO
METRO

“Yo sabía lo que iba a pasar, así que me relajé y esperé. -La máquina- aplastó mi cuerpo, arrancó la ropa a tirones y literalmente me escupió en el otro extremo, pero todavía estaba vivo”, relató.

Como consecuencia del accidente sufrió fracturas en la espalda, la pelvis, las caderas y las costillas, mientras que el estómago y los intestinos fueron perforados.

Sólo meses después y tras seis operaciones, Lowe se encontraba casi recuperado de sus heridas, quedando sólo una leve lesión en el brazo derecho. Tras este acontecimiento, fue ascendido a supervisor.

METRO
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Steven McCommack

Puede sonar como un caso extraído directamente de una comedia o incluso de una caricatura, sin embargo Steven McCormack, un camionero de Nueva Zelanda, puede jactarse de haber sobrevivido a uno de los accidentes más extraños de los que se tenga noticia en el mundo.

El hecho ocurrió en Opotiki, en la isla norte del archipiélago de la nación oceánica, cuando McCormack, de 48 años, cayó quedando atrapado en la zona que divide la cabina de su camión del remolque, tras romper una manguera de aire comprimido.

Según narra la cadena británica BBC, la manguera “rasgó su trasero”, inyectando aire al interior de su cuerpo, el que comenzó a inflarse hasta convertirlo en una especie de globo humano.

“Sentí como el aire entraba en mi cuerpo y era como si fuera a explotar”, contó McCormmack al diario local Whakatane Beacon.

“Me inflaba como si fuera una bola de fútbol… era como si me estuviera dando el síndrome de decompresión, como a los buzos. No podía hacer nada, más que quedarme ahí, inflándome como un balón”, narró.

Los médicos indicaron que resultaba sorprendente que su piel no se rasgara, ya que los músculos fueron separados de la grasa por el aire comprimido. De hecho, el camionero explicó que se sintió “como un cerdo asado”, con una piel dura y quebradiza por el exterior mientras se mantenía suave por dentro.

Alertados por sus gritos, sus colegas acudieron en su auxilio cerrando la manguera y retirando la boquilla de la manguera de su ano, colocando en su lugar una bolsa de hielo.

Trasladado de urgencia al hospital, los médicos insertaron un tubo dentro de sus pulmones para extraer el aire, mientras curaban su herida en la zona anal con algo que McCormack describió como un taladro. “Eso fue lo más doloroso”, afirmó.

“Tiene suerte de estar vivo. Fue un accidente que le podría costar la vida”, señaló un portavoz del recinto asistencial a la agencia de noticias AFP.

New York Daily News
New York Daily News

Ewa Winsnierska

No importa si eres una campeona mundial de parapente, los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento, incluso en un entrenamiento casual. Esto ocurrió a la alemana Ewa Wisnierska, quien hizo caso omiso a los reportes del clima (que pronosticaban tormentas eléctricas) y decidió seguir adelante con su preparación para una competencia mundial en 2007.

Ewa Winsnierska
Ewa Winsnierska

La mujer de 35 años se encontraba en Manilla, Australia, cuando quedó atrapada entre las corrientes ascendentes de dos tormentas. Incapaz de moverse del lugar, decidió subir aún más, llegando casi a los 10 mil metros de altura, donde la temperatura era de -50° celsius y donde el oxígeno escaseaba.

Como si fuera poco, la lluvia se transformó en granizo gigante del tamaño de una pelota de tenis que la golpeaba cada segundo.

Ewa se desmayó por la falta de oxígeno y permaneció inconsciente durante durante más de una hora, lo que habría reducido sus signos vitales y le habría ayudado a sobrevivir. Cuando despertó intentó de inmediato descender con el parapente, lo cual hizo en posición fetal para poder mantener el calor corporal.

Aterrizó más de tres horas después a unos 60 kilómetros al norte de su posición inicial. “Me sentía como una hoja al viento” declaró más tarde a la televisión australiana ABC.

Recreación | Miracle in the Storm
Recreación | Miracle in the Storm

Michael Holmes

En 2007, un instructor de paracaidismo acrobático impactó al mundo entero al sobrevivir a un accidente que pudo ser mortal para cualquier otra persona.

El hombre -coincidentemente- también de 25 años saltó desde un helicóptero que estaba nada menos que a 3.657 metros de altura sobre el Lago Taupo en Nueva Zelanda. El problema fue que no sólo su paracaídas no funcionó, sino que el de reserva tampoco reaccionó a sus instrucciones.

Holmes comenzó a caer a más de 193 kilómetros por hora, velocidad que fue disminuyendo hasta llegar a medida que el joven intentaba arreglar -sin suerte- el paracaídas. Su experiencia quedó registraba en la cámara que llevaba en su casco y en la de uno de sus colegas, que saltó junto a él.

Contra todo pronóstico, Michael no sólo logró aterrizar, sino que lo hizo en una pieza sobre unos matorrales. Para sorpresa de todos, sólo tuvo un esguince en el tobillo y una perforación en el pulmón.