¿Alguna vez te ha pasado que mientras revisas las fotografías de tus padres -de la época en que eran unos veinteañeros- notas que eran bastante más delgados que tú? No te sientas mal, ya que no es algo que sólo te haya ocurrido a ti.

Un reciente estudio determinó que en comparación al periodo actual, en los años 70 los adultos comían más y se ejercitaban menos aunque sin necesariamente aumentar de peso. Por el contrario, hoy en día las personas comen la misma cantidad de calorías -y apenas hacen ejercicio- aunque tienden a engordar más fácilmente.

En el trabajo, publicado en la revista científica Obesity Research & Clinical Practice, se analizó la dieta de 36 mil 400 norteamericanos entre 1971 y 2008, además de la actividad física de 14 mil 419 personas entre 1988 y 2006, descubriendo que hoy en día las personas aumentan un 10% más de peso respecto a generaciones anteriores, incluso manteniendo los mismos hábitos alimenticios y de entrenamiento.

“Los resultados de nuestro estudio sugieren que si tienes 25, tendrás que comer menos y entrenar incluso más en comparación a los jóvenes de décadas pasadas, para prevenir el aumento de peso”, explicó Jennifer Kuk, profesora de kinesiología y ciencias de la salud de la Universidad de York en Toronto, Canadá.

“Además indican que hay otros cambios específicos que podrían haber contribuido al aumento en los niveles de obesidad, más allá que sólo la dieta y la actividad física”, agregó.

Los autores de la investigación explicaron al sitio especializado The Atlantic que esto podría deberse a factores como los contaminantes, antibióticos y pesticidas encontrados en varios alimentos, los que han modificado los procesos hormonales responsables del control en el peso.

En la misma línea indican que los cambios en el estilo de vida también podrían incidir en este fenómeno, como la mayor exposición a la luz durante las noches, los niveles de estrés, comer a altas horas de la noche, incrementos en la prescripción de drogas como los antidepresivos (podrían promover el aumento de peso), la genética (podrían afectar a la velocidad del metabolismo) y las bacterias intestinales (podrían estar cambiando debido al aumento en el consumo de endulzantes artificiales).