Si vemos a una persona sonriendo, lo más probable es que lo asociemos a un estado de felicidad, gozo y alegría, sin siquiera saber el verdadero motivo por el cual el sujeto mantiene aquella expresión.

No obstante, y contrario a lo que muchos podrían pensar, las expresiones faciales de las emociones no son universales.

Así lo afirma un reciente estudio realizado por un equipo liderado por el psicólogo español José Miguel Fernández Dols de la Universidad Autónoma de Madrid.

El grupo de especialistas observó que los miembros de algunas de las aldeas de las islas Trobriand, en Papúa Nueva Guinea, no consideraban la sonrisa como una manifestación de alegría. “La interpretan como una invitación social, como la magia de la atracción”, precisó el experto según consignó el periódico español El País.

Mujeres de Trobriand
Mujeres de Trobriand | El País

Lo anterior fue corroborado en un experimento realizado por el psicólogo Carlos Crivelli y el antropólogo Sergio Jarillo, del Museo de Historia Natural de Nueva York.

En la prueba le mostraron a 68 niños de las islas algunas imágenes con diferentes expresiones faciales, repitiendo el mismo procedimiento con otro grupo de chicos de Madrid.

Los resultados indicaron que los españoles coincidieron en un gran porcentaje al asociar las emociones básicas con sus respectivas expresiones universales. En el caso de Trobriand, sólo un 58% de los chicos unió la sonrisa con la alegría.

Para Fernández, las expresiones faciales -como la sonrisa- son instrumentos que sirven para la interacción social, y no necesariamente son una manifestación de una emoción interna.

Niñas de Papua Nueva Guinea
Grupo de niños de Trobriand | CRÉDITOTORSTEN BLACKWOOD / AFP

“La industria de la felicidad mueve millones de euros y parte de que la sonrisa está detrás de la felicidad”, aseveró el profesional. “Las expresiones faciales son estrategias interactivas. Los niños, cuando se caen, solo lloran cuando ven a su madre”, agregó.

Su visión “choca” con la tesis que actualmente predomina en la comunidad científica, la que sostiene que las expresiones faciales de las emociones no están determinadas por la cultura sino que más bien tienen un origen biológico. Hoy en día los científicos cognitivos basan sus estudios en seis emociones básicas: felicidad, tristeza, miedo, sorpresa, enfado y asco.

Uno de los que apoya lo anteriormente mencionado es el psicólogo norteamericano Paul Ekman, quien se desempeñó como asesor científico de la película Inside Out, la que cuenta la historia de una niña en cuyo cerebro habitan cinco emociones (Alegría, Tristeza, Temor-Miedo, Furia y Desagrado).

Niños sonriendo
ePi.Longo (CC) Flickr

Un estudio publicado en el sitio especializado Proceedings of the National Academy of Sciences en 2012 reveló que la comunicación de las emociones cambia en función de la cultura.

“Los datos nos muestran que las expresiones faciales no son universales, sino que han evolucionado y se han diversificado desde sus raíces evolutivas básicas para mejorar la comunicación de las emociones en la interacción social”, comentó Rachael Jack, investigadora del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), y autora principal del trabajo, según indicó la agencia Sinc.

En la investigación, el equipo científico le pidió a 15 personas occidentales y 15 orientales que identificaran en personas de su etnia (y de otras culturas) las emociones que transmitían más de 4 mil animaciones de rostros.

Mientras los occidentales señalaron las emociones básicas consideradas como universales sin mayor problema, los orientales -en su mayoría- confundieron la sorpresa, miedo, asco e ira.