El periódico Huffington Post elaboró una lista de nueve términos que los padres deben evitar decir a sus hijos para promover su correcto crecimiento.

En su artículo, el tabloide sostuvo que, “científicos han demostrado por décadas que las palabras usadas por adultos traspasan gran poder sobre la mente en desarrollo de un niño. Dichos que los padres emiten a sus hijos tienen reales consecuencias, algunas abrumadoras”.

La publicación agrega, “esto tiene que ver con acciones ramificadas tomadas por niños de acciones realizadas por adultos. Hay palabras que deben ser eliminadas del lenguaje de los mayores, para ayudar a que sus hijos sean felices en el futuro”.

Los 9 términos son:

“Mandona”:

Se usa por lo general en niñas que tienen el rol de líder en grupos de juegos. El problema de llamar así a una niña es su etiqueta de crítica, ya que hace suponer que ella no debería tomar ese rol en un grupo por su género.

Generalmente se les llama de esta forma a las pequeñas que tienen buenas ideas y lucha por ellas en su grupo. La asertividad debería ser alabada tanto en niñas como niños.

“Malcriado”:

Señala la publicación que un niño al que se le han otorgado todos los privilegios puede convertirse en un adulto equilibrado, pro-social, empático y generoso, siempre y cuando los padres respalden esos valores en sus hogares.

Sin embargo, llamar a un niño “malcriado” deja en claro que un padre siente que hay algo de podredumbre irreversible dentro de su hijo. Pudiendo engendrar comportamientos como la codicia, el egoísmo y los sentimientos de derecho.

“Listo”:

La sugestión de ser listo es que el menor simplemente creció con una inteligencia innata que le permite resolver problemas con simpleza. Pero esto niega las correctas herramientas que un niño necesita para solucionar algo, como creatividad, perseverancia y concentración.

Así, es necesario pasar de decir “¡Dios, que listo eres!” a una forma mucho más útil como, “Me gusto la forma como lograste llegar a la solución”.

“Estúpido”:

Los pequeños interpretan este epíteto similar a que un adulto llame a otro “maldito”, siendo incluso más ofensivo en círculos como la Enseñanza Básica.

Aún así es mucho más devastador si un niño lo escucha de un adulto por el cual siente aprecio y cariño, sumando el hecho que ellos lo asocian como un término que denota debilidad intelectual. Cuando esto es internalizado, en un futuro el pequeño se puede convertir en alguien desolado.

“Imbécil”:

Es raro conocer casos de padres que llamen directamente de esta forma a sus hijos. Sin embargo, existen comportamientos de los mayores que tienden a denostar el comportamiento de los menores, etiquetándolos de esta forma.

Esta etiqueta puede actuar como una bomba de tiempo, aún más se usa de una forma indirecta.

“Egoísta”:

Se trata de una condición asociada con el desarrollo cerebral del niño, ya que hasta los tres años son naturalmente egocéntricos. Desde esa etapa, ellos desarrollan la habilidad de entender que los demás pueden tener pensamientos y sensaciones diferentes a las de ellos.

El término egoísta presume cierto grado de maldad, por lo tanto, pensar que un infante es malo y etiquetándolo como tal puede ser peligroso en su crecimiento.

Mentiroso:

Como en el caso anterior, llamar mentiroso a un niño hace que presuman que existe una intención maliciosa cuando están tratando de engañarnos.

Se debe entender, en primer lugar, que no hay maldad cuando un chico trata de ocultar algo. A eso se agrega que no se logran comprender todos los procesos intelectuales que increíblemente todos los chicos deben realizar para llegar a una mentira, los cuales podrían incluso ser celebrados.

Princesa:

Hay dos distinciones sobre este término. La primera se la hace la niña por su misma al imitar princesas que son heroínas. Por otra parte, muchos tienden a etiquetar a las más pequeñas en características como ser excesivamente recatadas y vestir de rosado, sin adentrarse en otros atributos.

Esto no las ayuda a ser autosuficientes en el futuro, ya que desde temprana edad se le entregan roles como jugar en castillos y esperar a príncipes temerarios.

Rompecorazones:

Muchos creen que es una alabanza para niños, pero no es más que una etiqueta sin sentido.

Este es uno de los primeros pasos para introducir al chico en la idea que el rol del género masculino es acerca de poder, el de romper un corazón.

Muchas veces no se trata como estos términos son percibidos entre los mismos niños, sino como los padres los ocupan y como eso va cambiando su comportamiento, para mejor o peor.