Mientras conducía rumbo al hospital, Pegy Lowery intentaba desesperadamente que su hija Piper, de 12 años, no dejara de hablar.

La mujer sabía que la niña tenía una gripe, pero no tenía idea de lo grave de la situación hasta que la muchacha se desmayó en sus brazos en el estacionamiento del Mary Bridge Children’s Hospital en Tacoma, Washington.

“Oh, mama,”, fue lo último que Piper alcanzó a decir, en medio de los gritos de su madre que veía como la vida de la menor se apagaba poco a poco. Fue ahí cuando algunos desconocidos que escucharon su llanto se acercaron para ayudarla y llevaron rápidamente a la niña a la entrada del recinto médico.

Pegy Lowery | Facebook
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Esto sucedió el 16 de enero. Tres horas después, Lowery le decía adiós a su pequeña niña para siempre. “Para nosotros ha sido bastante difícil”, comentó la madre, según recoge el sitio del canal norteamericano CBS News.

“Todo lo que tengo ahora son imágenes y una urna sobre un manto. Ella era mi mejor amiga”, agregó. La madre explicó que su hija había sido vista por médicos en tres oportunidades durante los últimos cuatro días.

A pesar de que le dieron antibióticos, había algo en su cuerpo de lo que ningún doctor se había percatado. El virus H1N1 había atacado a sus riñones.

Piper había tenido una falla renal el día anterior en que fue ingresada en el hospital, pero nadie se dio cuenta.

Pegy Lowery | Facebook
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Hoy en día Pegy se encarga de compartir la historia de su hija, aconsejando a otras familias para que hagan lo que ella no hizo: realizarse vacunas contra la gripe.

Fue así como se integró a una agrupación llamada “Fight the Flu Foundation” (“Fundación para combatir la gripe”, en español) con la que busca que su mensaje trascienda.

Para promover las vacunas en los lactantes de seis meses, la mujer teje gorritos y confecciona folletos educativos. Ya ha vendido más de 700 gorros para bebés.

“Quiero que el legado de mi hija viva para siempre”, asegura la madre. A pesar de que no está segura sobre si las vacunas le hubiesen salvado la vida a Piper, está consciente de que al menos habría disminuido notablemente el riesgo de contraer el virus.

Pegy Lowery | Facebook
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Debido a que la niña le tenía miedo a las agujas, Lowery nunca la obligó a vacunarse. Pensaba que no era necesario. Pero este incidente le abrió los ojos a la mujer, y ella espera que también se los abra a los demás padres.

“Hay tantos estigmas respecto a la vacuna para la gripe que las personas, o no están lo suficientemente informadas al respecto, o no hay factor de miedo que las lleve a reaccionar”, aseveró.

“Pero el virus H1N1 es mortal. Quiero difundir esta información para que las personas puedan leerla. Realmente salva vidas”, puntualizó.

“Pero el H1N1 es muy mortal –insiste-. Quiero difundir esta información para que las personas puedan leerla, porque realmente la vacuna salva vidas”.