Los perros y los gatos son las mascotas más populares en la actualidad, pero ambas especies son muy diferentes la una de la otra. Y ahora los científicos han revelado una de las cosas que más nos preguntábamos sobre ellos: ¿los perros y los gatos nos entienden?

Ya sabíamos que los perros sí entienden nuestras palabras y comportamiento, ya que un estudio de la Universidad Eotvos Lorand de Budapest y publicado en la revista Science en agosto, muestra que el cerebro canino es capaz de interpretar lo que decimos y la forma en que lo decimos.

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No obstante, ahora otra investigación ha develado que los gatos no son iguales a sus colegas caninos: ellos no entienden lo que decimos ni hacemos.

Esto lo determinaron académicos de la Universidad de Tokio, en Japón, quienes en una indagación en 2013 descubrieron que los gatos, si bien quieren a sus humanos, no han sido domesticados para comprenderlos.

Ello fue confirmado por John Bradshaw, zoólogo experto en felinos de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, quien en su libro En la mente de un gato: nuevas respuestas de la ciencia sobre cómo piensa su gato, explicó que “los felinos pueden llegar a hacer asociaciones entre nuestras palabras y nuestras acciones, pero sin llegar a comprender su significado”.

¿A qué se debe esto? Rosana Álvarez, veterinaria especialista en comportamiento de animales del Centro Veterinario de Referencia de Málaga, España, dijo al diario español El País que el gato es distinto porque es más individualista que el perro.

“El gato no es capaz de generar con el ser humano un vínculo tan fuerte porque además de no entender nuestro lenguaje, no tiene la misma tendencia ni habilidad para observarnos. En general, el perro siempre está dispuesto a complacernos y el gato, a percibir su entorno como amenazante y esquivarlo”, sostiene.

No obstante, añade que “aún así, podemos llegar a establecer una buena comunicación con ellos. La clave consiste en disfrutar con la observación y con la compañía que él quiera brindarnos: si el gato no está en buena predisposición no lograremos que valore nuestras caricias, sino sólo que se aleje de nosotros”.

Si quieres comunicarte con tu gato, Mikel María Delgado, experta en comportamiento humano-animal, asegura que el animal reaccionará ante tus expresiones faciales exageradas, no palabras o frases, siempre que haya aprendido con anterioridad que dichas emociones traerán una repercusión directa sobre él.

Cómo interpretar el comportamiento del gato

Si bien los gatos no nos entienden, nosotros sí podemos fijarnos en algunos aspectos clave de sus comportamientos para interpretar su estado de ánimo y así saber cómo proceder. El zoólogo y etólogo Paul Leyhausen, que escribió El nuevo libro del gato, entrega los siguientes datos:

Ojos: si el gato nos mira y parpadea despacio o entrecierra los ojos, es porque confía en nosotros. En cambio, si tiene las pupilas dilatadas, significa que tiene miedo o que está muy excitado. No lo mires directamente a los ojos, porque podría percibirlo como una amenaza.

Orejas: “Que estén giradas hacia atrás denota irritación o sobreestimulación y si están planas lateralmente denotan un gran nerviosismo, miedo o ansiedad”.

Posturas: “Rodar delante de nosotros es una muestra de reducción de la distancia, pero no debemos interpretarlo como ‘¡ráscame la barriga!’. Si el gato se eriza agachado o encorvado, con las orejas aplastadas, vocalizando y con la cola alta o baja pero doblada en forma de U, significa una amenaza defensiva. Que se roce con nuestras piernas y se siente a nuestro lado son muestras de que está a gusto con nosotros”.

Cola: “Levantarla en vertical es un saludo. Que la menee con sacudidas rápidas significa enfado y que menee muy rápido la punta, que está excitado. El meneo lento indica que está decidiendo sobre algo. La cola baja es muestra de miedo o amenaza”.